/ lunes 22 de abril de 2024

Contexto | Agustín Olachea Avilés

El pasado sábado 13 del presente mes se cumplieron 50 años del fallecimiento del Ilustre Sudcaliforniano José Agustín Olachea Avilés (Todos Santos, 3 de septiembre de 1890- La Paz, 13 de abril de 1974), un sudcaliforniano que inició su vida laboral a temprana edad como minero en Cananea, Sonora, pero que al suscitarse el cuartelazo de Huerta en febrero de 1913 lo llevó a sumase a las filas de la Revolución en donde alcanzó en un corto tiempo el grado de General de División.

Los ascensos del ameritado militar sudcaliforniano los obtuv uno a uno por méritos en campaña en los aciagos años de la Revolución Mexicana, hechos de armas en diversos escenarios bélicos en distintas regiones del país, acciones que al igual que fortalecían su carrera militar lo hacían con su temple y carácter, que fueron las sólidas bases para que con el correr de los años fuera el Gobernador de su tierra, dirigente nacional de su Partido (PRI) y el Jefe de su Ejército en su calidad de Secretario de la Defensa Nacional entre 1958 y 1964.

Mucho es lo que se puede escribir acerca de la vida y obra del General Olachea. Indudablemente se puede hablar de Agustín Olachea el militar revolucionario con una notable hoja de servicios, del dirigente nacional del partido político en el poder, y de las acciones y obras que a favor de los habitantes de los territorios de la Península de Baja California realizó en su etapa como gobernante.

En su hoja de servicios en el activo dentro de las filas del Ejército Mexicano, podemos referir sobre su temprana vinculación al Grupo Sonora, con Obregón y Calles a la cabeza como jefes militares, y su posterior adhesión al Plan de Agua Prieta en 1920, de su participación como soldado en la causa de la República y posteriormente en la defensa de las instituciones legamente constituidas, participando activamente en el sofocamiento de las rebeliones armadas de carácter regional en los años 20 del siglo pasado, como la de Adolfo de la Huerta en 1923 y la escobarista en 1929.

En este sentido se puede hablar de las ocasiones en las que fue gobernante en los territorios norte y sur de la Baja California, entre 1929 y 31 de la porción sur, y del año 31 al 32, solamente unos meses, en la parte norte; siendo posteriormente a partir de enero de 1946 gobernador del Territorio Sur de la Baja California por espacio de 10 años hasta 1956.

Es de destacar que la llegada de Agustín Olachea al gobierno del Territorio Sur de Baja California en 1946 obedece a la solicitud de los integrantes del Frente de Unificación Sudcaliforniana (FUS) en su primera etapa que solicitan al Presidente de la República un gobernante nativo y con arraigo, y la respuesta del gobierno central en aquel momento es enviar al ya en ese entonces divisionario todosanteño.

Olachea deja tierras sudcalifornianas en 1956 en virtud de que fue designado dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional, y en ese tenor le correspondió llevar la campaña presidencial del mexiquense Adolfo López Mateos entre 1957 y 1958, y al triunfo electoral ser designado titular de la Secretaría de la Defensa Nacional para el sexenio 1958-1964.

Pero en este contexto de la vida del Sudcaliforniano Ilustre existe una acción de ejercicio de gobierno a destacar por el gran peso que tiene en la vida social, económica y política de Baja California Sur.

En su paso por el gobierno del Territorio Sur entre 1946 y 1956, se produce la apertura al cultivo agrícola de las tierras del Valle de Santo Domingo que en el presente 2024 se cumplen 75 años de que se publicó en el mes de diciembre de 1949 en el Diario Oficial de la federación el Acuerdo presidencial por el que se asignaban 400 mil hectáreas para ser explotadas en los rubros de la agricultura y la ganadería.

Recordemos el contexto nacional e internacional del Territorio hacia finales de los años 40. Había terminado la Segunda Guerra Mundial, y la Península de Baja California durante el conflicto fue para Estados Unidos un lugar estratégico para su seguridad, sobre este particular existe abundante literatura del actuar de Lázaro Cárdenas como Comandante de la Región Militar del Pacífico y de Francisco J. Múgica como Gobernador del Territorio y las posiciones que ambos adoptaron frente a los intereses norteamericanos en el tiempo de la conflagración mundial.

Recordemos que la población en el Territorio Sur era en 1950 de 60 mil 884 habitantes menos de una persona por kilómetro cuadrado en la geografía de Baja California Sur, lo que de entrada lo convertía en un territorio codiciado por el expansionismo de los vecinos del norte.

En la familia materna de un servidor hubo un importante nexo con la familia del General Olachea Avilés, siendo Alfonso S. González Cuadra (1892-1961), mi abuelo materno, amigo personal del militar y servidor público en el gobierno territorial responsable de cobrar los impuestos en las minas de San Antonio, El Triunfo y

El Boleo entre 1936 y 1949, y posteriormente, hasta su fallecimiento en noviembre de 1961 subtesorero del gobierno local.

En la tradición oral de mi familia, se relataba que en varias ocasiones el entonces mandatario territorial le manifestaba a mi abuelo: “…Alfonso, hay que poblar este Territorio…..algo debemos de hacer…hay que hacerlo”.

Su visión, su experiencia y práctica política le decía que había que hacer algo, como un elemental principio de Seguridad Nacional, y por ello el impulso a la política de poblamiento en el Territorio.

Así, desde el año de 1948 se dan los primeros pasos para invitar a mexicanos y mexicanas de otros estados del país a venir a colonizar el Valle de Santo Domingo.

La convocatoria la atendieron miles de familias que empezaron a llegar procedentes de Sonora, Sinaloa, Guanajuato, Estado de México, Jalisco, Michoacán, Veracruz, y otras entidades que poco a poco fueron poblando la región del ahora Municipio de Comondú.

El gobierno territorial no tenía los recursos suficientes para enfrentar tal empresa, y el de la República respaldó en muchos sentidos esta política de poblamiento que se traducía en pleno Siglo XX en una férrea defensa de la integridad territorial de la Nación y de la Soberanía Nacional.

Seguramente en la hoja de servicios del General Secretario de la Defensa Nacional, José Agustín Olachea Avilés en donde se encuentran registradas sus acciones militares no se encuentre anotada esta batalla en defensa de la Soberanía Nacional, que lo hizo como gobernante, sí militar, pero con un gran sentido de responsabilidad y de amor a su Patria.

Esta acción del General Olachea está registrada en las páginas del libro de nuestra historia local, y su nombre ha trascendido en el tiempo en los Muros de Honor del Congreso del Estado, su declaratoria como Sudcaliforniano Ilustre, pero también en calles, escuelas, colonias, como un homenaje permanente a su actuar público.

Este medio siglo del fallecimiento del General Olachea coincide con el medio siglo de conversión de Baja California Sur de Territorio a Estado Libre y Soberano, y como alguien dijo hace unos días, seguimos esperando la reflexión colectiva, obligada a hacerla, pero la arena electoral marca la Agenda sudcaliforniana.

El pasado sábado 13 del presente mes se cumplieron 50 años del fallecimiento del Ilustre Sudcaliforniano José Agustín Olachea Avilés (Todos Santos, 3 de septiembre de 1890- La Paz, 13 de abril de 1974), un sudcaliforniano que inició su vida laboral a temprana edad como minero en Cananea, Sonora, pero que al suscitarse el cuartelazo de Huerta en febrero de 1913 lo llevó a sumase a las filas de la Revolución en donde alcanzó en un corto tiempo el grado de General de División.

Los ascensos del ameritado militar sudcaliforniano los obtuv uno a uno por méritos en campaña en los aciagos años de la Revolución Mexicana, hechos de armas en diversos escenarios bélicos en distintas regiones del país, acciones que al igual que fortalecían su carrera militar lo hacían con su temple y carácter, que fueron las sólidas bases para que con el correr de los años fuera el Gobernador de su tierra, dirigente nacional de su Partido (PRI) y el Jefe de su Ejército en su calidad de Secretario de la Defensa Nacional entre 1958 y 1964.

Mucho es lo que se puede escribir acerca de la vida y obra del General Olachea. Indudablemente se puede hablar de Agustín Olachea el militar revolucionario con una notable hoja de servicios, del dirigente nacional del partido político en el poder, y de las acciones y obras que a favor de los habitantes de los territorios de la Península de Baja California realizó en su etapa como gobernante.

En su hoja de servicios en el activo dentro de las filas del Ejército Mexicano, podemos referir sobre su temprana vinculación al Grupo Sonora, con Obregón y Calles a la cabeza como jefes militares, y su posterior adhesión al Plan de Agua Prieta en 1920, de su participación como soldado en la causa de la República y posteriormente en la defensa de las instituciones legamente constituidas, participando activamente en el sofocamiento de las rebeliones armadas de carácter regional en los años 20 del siglo pasado, como la de Adolfo de la Huerta en 1923 y la escobarista en 1929.

En este sentido se puede hablar de las ocasiones en las que fue gobernante en los territorios norte y sur de la Baja California, entre 1929 y 31 de la porción sur, y del año 31 al 32, solamente unos meses, en la parte norte; siendo posteriormente a partir de enero de 1946 gobernador del Territorio Sur de la Baja California por espacio de 10 años hasta 1956.

Es de destacar que la llegada de Agustín Olachea al gobierno del Territorio Sur de Baja California en 1946 obedece a la solicitud de los integrantes del Frente de Unificación Sudcaliforniana (FUS) en su primera etapa que solicitan al Presidente de la República un gobernante nativo y con arraigo, y la respuesta del gobierno central en aquel momento es enviar al ya en ese entonces divisionario todosanteño.

Olachea deja tierras sudcalifornianas en 1956 en virtud de que fue designado dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional, y en ese tenor le correspondió llevar la campaña presidencial del mexiquense Adolfo López Mateos entre 1957 y 1958, y al triunfo electoral ser designado titular de la Secretaría de la Defensa Nacional para el sexenio 1958-1964.

Pero en este contexto de la vida del Sudcaliforniano Ilustre existe una acción de ejercicio de gobierno a destacar por el gran peso que tiene en la vida social, económica y política de Baja California Sur.

En su paso por el gobierno del Territorio Sur entre 1946 y 1956, se produce la apertura al cultivo agrícola de las tierras del Valle de Santo Domingo que en el presente 2024 se cumplen 75 años de que se publicó en el mes de diciembre de 1949 en el Diario Oficial de la federación el Acuerdo presidencial por el que se asignaban 400 mil hectáreas para ser explotadas en los rubros de la agricultura y la ganadería.

Recordemos el contexto nacional e internacional del Territorio hacia finales de los años 40. Había terminado la Segunda Guerra Mundial, y la Península de Baja California durante el conflicto fue para Estados Unidos un lugar estratégico para su seguridad, sobre este particular existe abundante literatura del actuar de Lázaro Cárdenas como Comandante de la Región Militar del Pacífico y de Francisco J. Múgica como Gobernador del Territorio y las posiciones que ambos adoptaron frente a los intereses norteamericanos en el tiempo de la conflagración mundial.

Recordemos que la población en el Territorio Sur era en 1950 de 60 mil 884 habitantes menos de una persona por kilómetro cuadrado en la geografía de Baja California Sur, lo que de entrada lo convertía en un territorio codiciado por el expansionismo de los vecinos del norte.

En la familia materna de un servidor hubo un importante nexo con la familia del General Olachea Avilés, siendo Alfonso S. González Cuadra (1892-1961), mi abuelo materno, amigo personal del militar y servidor público en el gobierno territorial responsable de cobrar los impuestos en las minas de San Antonio, El Triunfo y

El Boleo entre 1936 y 1949, y posteriormente, hasta su fallecimiento en noviembre de 1961 subtesorero del gobierno local.

En la tradición oral de mi familia, se relataba que en varias ocasiones el entonces mandatario territorial le manifestaba a mi abuelo: “…Alfonso, hay que poblar este Territorio…..algo debemos de hacer…hay que hacerlo”.

Su visión, su experiencia y práctica política le decía que había que hacer algo, como un elemental principio de Seguridad Nacional, y por ello el impulso a la política de poblamiento en el Territorio.

Así, desde el año de 1948 se dan los primeros pasos para invitar a mexicanos y mexicanas de otros estados del país a venir a colonizar el Valle de Santo Domingo.

La convocatoria la atendieron miles de familias que empezaron a llegar procedentes de Sonora, Sinaloa, Guanajuato, Estado de México, Jalisco, Michoacán, Veracruz, y otras entidades que poco a poco fueron poblando la región del ahora Municipio de Comondú.

El gobierno territorial no tenía los recursos suficientes para enfrentar tal empresa, y el de la República respaldó en muchos sentidos esta política de poblamiento que se traducía en pleno Siglo XX en una férrea defensa de la integridad territorial de la Nación y de la Soberanía Nacional.

Seguramente en la hoja de servicios del General Secretario de la Defensa Nacional, José Agustín Olachea Avilés en donde se encuentran registradas sus acciones militares no se encuentre anotada esta batalla en defensa de la Soberanía Nacional, que lo hizo como gobernante, sí militar, pero con un gran sentido de responsabilidad y de amor a su Patria.

Esta acción del General Olachea está registrada en las páginas del libro de nuestra historia local, y su nombre ha trascendido en el tiempo en los Muros de Honor del Congreso del Estado, su declaratoria como Sudcaliforniano Ilustre, pero también en calles, escuelas, colonias, como un homenaje permanente a su actuar público.

Este medio siglo del fallecimiento del General Olachea coincide con el medio siglo de conversión de Baja California Sur de Territorio a Estado Libre y Soberano, y como alguien dijo hace unos días, seguimos esperando la reflexión colectiva, obligada a hacerla, pero la arena electoral marca la Agenda sudcaliforniana.