Hay una realidad que no se puede esconder: Existe una enorme cautela para invertir en México y las cifras así lo muestran.
Entiendo las razones del Gobierno, de algunos representantes empresariales o empresarios afines que buscan contrarrestar esta realidad con la retórica de que ‘nos va a ir bien’, o que ‘las amenazas de Trump son solo eso”. Sin embargo, los datos fríos lo desmienten.
El reporte sobre la balanza de pagos que publicó el Banco de México dio cuenta del descalabro que sufrió la inversión extranjera directa (IED) al tercer trimestre del año (julio-septiembre) con el que cerró el gobierno de López Obrador. La inversión fue prácticamente nula.
Del total de la IED reportada por 3,217 millones de dólares, el 91% tuvo que ver con “cuentas entre compañías”, un rubro que registra principalmente pagos de créditos entre empresas de un mismo grupo y que se disparó, muy probablemente, por la depreciación del peso. Resultaba conveniente pagar con dólares fuertes a sus filiales en México. Mientras que la nueva inversión extranjera fue raquítica -la menor en una década- y hasta las reinversiones de las empresas extranjeras ya asentadas en el país fueron negativas.
Nada hace presagiar que la tendencia de la IED cambiará en el último trimestre. De hecho, los expertos encuestados por Banxico prevén que el monto de inversión extranjera caerá aún más en el último trimestre, lo que confirmaría el desplome de la IED en el segundo semestre de 2024. Una previsión que se conjuga con la caída en la confianza empresarial para noviembre publicada por Inegi, y con la opinión negativa de empresarios y expertos entrevistados por Inegi y Banxico, respectivamente, sobre si éste es un buen momento para realizar inversiones en el país.
Ahora bien, al freno en la inversión productiva se suma el comportamiento temeroso de los inversionistas con los activos financieros mexicanos.
El riesgo México sigue al alza. Los credit default swaps a 5 años (CDS) -una medida de mercado sobre el riesgo crediticio de los países- se cotizan en 126.18 puntos base, por encima de los 119.72 ptos del 2 de octubre cuando inició el gobierno; mientras que los bonos soberanos mexicanos a 10 años ofrecen rendimientos de 10.362%, un punto porcentual por arriba del 9.356% del 2 de octubre que exigían los inversionistas. A lo anterior se suma un mercado accionario local (IPC-BMV) que ha caído (-)7.59% en el último año, principalmente desde la elección del 2 de junio. Y a ello súmele el 20% de depreciación del peso frente al dólar en los últimos 6 meses.
Así que los datos muestran que la nueva inversión productiva está paralizada mientras que la financiera exige más retornos por el mayor riesgo que implica comprar activos financieros del país.
Las amenazas por cumplir de Trump a partir del 20 de enero y las amenazas cumplidas de la 4T ya afectaron a las inversiones de acuerdo con las cifras, más allá de los mensajes en las mañaneras que buscan contrarrestar infructuosamente la realidad.
Con todo, los mercados financieros han sido benévolos con México después de que se ha cumplido el peor escenario. Sin embargo, está creciendo el número de expertos que ven ajustes mayores para las principales variables financieras mexicanas en los próximos meses. Ojalá estén equivocados.
Colofón
¿Cómo explicar la caída generalizada de presupuestos a hospitales públicos e institutos de salud para el próximo año, mientras se inyectan miles de millones a Pemex?
* Mensajes a esta columna que no oculta nada, al correo: samuel@arenapublica.com