/ lunes 22 de julio de 2024

Sandía con Leche / En agosto nos vemos no sólo es una novela de amor

La novela póstuma En agosto nos vemos, de Gabriel García Márquez, llegó a mis manos como una promesa cumplida en mi cumpleaños 46, la misma edad de Ana Magdalena Bach, protagonista de la obra.

He leído diversas notas, columnas y artículos que destacan la temática amorosa del texto, pero nadie dice nada sobre su crítica al impacto de la industria turística en los pueblos. Las hordas de turistas y su cementerio floreado, los acantilados de vidrio, la diferencia entre un transbordador con aire acondicionado y una lancha, o las gladiolas (flores) que se vuelven más costosas al ser vendidas en un hotel de lujo.

“Ana Magdalena Bach había visto crecer año tras año los acantilados de vidrio que aumentaban mientras la aldea se empobrecía. Las lanchas de motor fueron jubiladas por el transbordador(...)” (Gabríel García Márquez (2024) En agosto nos vemos, Diana, pp. 22)

La evocación de las “calles de arena ardiente y una avenida de palmeras reales” dibuja cómo los pueblos van quedando relegados en el voraz intento por que todo sea ameno y ordenado para los visitantes en medio de la indigencia. Lo mágico y lo real, el lujo y la pobreza.

Creo que en la mente de millones de lectores en diversos idiomas, el nombre Gabriel García Márquez resuena como Cien años de soledad, una asociación inevitable, y tal vez en todas las obras del autor busquemos a Macondo. En Agosto nos vemos no es Cien años de soledad, pero sí es Márquez desde el primer momento, como cuando niños desnudos y cerdos juegan en la calle sin diferencias.

Los hijos del Nobel, Rodrigo y Gonzalo García Barcha, comparten que su padre no deseaba publicar En agosto nos vemos porque pensaba que no servía, que debía ser destruida, pero ellos decidieron guardarla por diez años y publicarla el día que Márquez cumpliría 97 años, el 6 de marzo de este 2024.

“En un acto de traición,decidimos anteponer el placer de sus lectores a todas las demás consideraciones, Si ellos lo celebran, es posible que Gabo nos perdone. En eso confiamos”, escriben en el prólogo del libro.

Ya se acerca agosto, mes ad hoc para abrir las páginas de la novedad literaria del año y no despreciar la propuesta de Ana Magdalena Bach, hija, madre, esposa, amante, artista y lectora.

A propósito, está anunciado que este 2024, se podrá disfrutar, por streaming, la serie sobre Cien años de soledad, otro regalo póstumo del colombiano universal.

La novela póstuma En agosto nos vemos, de Gabriel García Márquez, llegó a mis manos como una promesa cumplida en mi cumpleaños 46, la misma edad de Ana Magdalena Bach, protagonista de la obra.

He leído diversas notas, columnas y artículos que destacan la temática amorosa del texto, pero nadie dice nada sobre su crítica al impacto de la industria turística en los pueblos. Las hordas de turistas y su cementerio floreado, los acantilados de vidrio, la diferencia entre un transbordador con aire acondicionado y una lancha, o las gladiolas (flores) que se vuelven más costosas al ser vendidas en un hotel de lujo.

“Ana Magdalena Bach había visto crecer año tras año los acantilados de vidrio que aumentaban mientras la aldea se empobrecía. Las lanchas de motor fueron jubiladas por el transbordador(...)” (Gabríel García Márquez (2024) En agosto nos vemos, Diana, pp. 22)

La evocación de las “calles de arena ardiente y una avenida de palmeras reales” dibuja cómo los pueblos van quedando relegados en el voraz intento por que todo sea ameno y ordenado para los visitantes en medio de la indigencia. Lo mágico y lo real, el lujo y la pobreza.

Creo que en la mente de millones de lectores en diversos idiomas, el nombre Gabriel García Márquez resuena como Cien años de soledad, una asociación inevitable, y tal vez en todas las obras del autor busquemos a Macondo. En Agosto nos vemos no es Cien años de soledad, pero sí es Márquez desde el primer momento, como cuando niños desnudos y cerdos juegan en la calle sin diferencias.

Los hijos del Nobel, Rodrigo y Gonzalo García Barcha, comparten que su padre no deseaba publicar En agosto nos vemos porque pensaba que no servía, que debía ser destruida, pero ellos decidieron guardarla por diez años y publicarla el día que Márquez cumpliría 97 años, el 6 de marzo de este 2024.

“En un acto de traición,decidimos anteponer el placer de sus lectores a todas las demás consideraciones, Si ellos lo celebran, es posible que Gabo nos perdone. En eso confiamos”, escriben en el prólogo del libro.

Ya se acerca agosto, mes ad hoc para abrir las páginas de la novedad literaria del año y no despreciar la propuesta de Ana Magdalena Bach, hija, madre, esposa, amante, artista y lectora.

A propósito, está anunciado que este 2024, se podrá disfrutar, por streaming, la serie sobre Cien años de soledad, otro regalo póstumo del colombiano universal.