/ lunes 12 de febrero de 2024

Afilador, oficio que está por extinguirse

Neftali Gastélum es un experto en el tema y recorre las calles de La Paz afilando lo que el cliente pida

La Paz, Baja California Sur.- Caminan por las calles con mochila al hombro y un silbato que hacen sonar para anunciar su llegada, ofreciendo sus servicios de afilado de cuchillos, tijeras y toda herramienta hecha para cortar.

Lee: Los últimos "macheteros" de La Paz

Son los afiladores, trabajadores que practican un oficio que está en extinción.

Neftalí Gastélum es uno de los pocos afiladores que recorren las colonias y calles de la ciudad de La Paz para ofrecer sus servicios en comercios y domicilios particulares, en algo que él considera como “un arte y una pasión por la que puede cobrar” y ganarse la vida.

Neftalí, originario de La Paz, comentó que la profesión del afilado lo aprendió en la secundaria de parte de su profesor de máquinas y herramientas Raúl, quien lo instruyó muy bien, al grado de que le agarró pasión a la actividad.

“Hay personas que concuerdan conmigo que esto más que una ciencia es un arte y tiene su sentido de magia y vibración, algo especial”, expresó.

Dijo que por azares del destino se dedicó a la artesanía, al tallado de maderas, y comenzó a tallar sus propios fierros, por lo que su pasión fue creciendo, y un día que se quedó sin trabajo, decidió salir a las calles a ofrecer sus servicios de afilado.

“Somos personas que estamos acostumbradas al quehacer, y me dije, pues voy a hacer algo que me gusta y me van a pagar por ello y así me dediqué a esto del afilado”.

Explicó que con algunos periodos en los que ha dejado el oficio por otros trabajos, lleva como 20 años prestando el servicio de afilado en las calles, precisando que hoy lo combina con la producción de huevos y el tallado de maderas.

ANTECEDENTE FAMILIAR

Aunque la actividad del afilado la aprendió en la secundaria, Neftalí dijo que hay un antecedente familiar en la persona de su bisabuelo, oriundo del estado de Sinaloa, de quien se sabe gustaba de afilar sus cuchillos, de tal forma que usaba los filos que hacía para rasurarse.

En su caso, manifestó el orgullo por su destreza al decir que “no es que sea presunción, pero yo también dejo los cuchillos como para rasurar, y es que se necesita una técnica especial”.

Explicó que el filo tiene dos aspectos, el adelgazado del cuchillo y el afilado, que es así como que rasura, que es muy fino y es acompañado del desbaste.

Dijo que el filo es una parte muy pequeña del acero, tal vez una quinta parte de un cabello, por lo que al momento del contacto con la tabla puede perderse, por eso las personas que trabajan en restaurantes y carnicerías, que usan constantemente el cuchillo, que están cortando continuamente, necesitan de afilado rápido, ahí es donde entra el desbaste, “tú agarras la chaira o la piedra, das dos o tres pasadas, y ya está listo otra vez, con un filo excelente”.

“Ocasionalmente he sacado filo a cuchillos de 70 u 80 años de antigüedad, que fueron usados por abuelos o bisabuelos de quienes me contratan”. Foto: Raymundo León / El Sudcaliforniano

Neftalí dijo que quedan pocos afiladores en la ciudad de La Paz, es una actividad que se extingue, pero todavía se necesita este oficio en los comercios, los domicilios, y cualquier cuchillo puede ser afilado, algunos duran mucho, dependiendo del tipo de acero con el que están hechos.

Al hablar sobre herramientas raras, exóticas o especiales que le haya tocado afilar, comentó que ocasionalmente ha sacado filo a cuchillos de 70 u 80 años de antigüedad, que fueron usados por abuelos o bisabuelos de las personas que lo contratan; otros con grabados peculiares o el nombre de sus dueños; es decir, que tienen un valor sentimental especial.

Neftalí dijo que el afilado “tiene magia y los cuchillos oyen cómo las paredes”, y quedan impregnados de la personalidad de quienes los usan.

Asimismo, comentó que las tijeras “son celosas”, lo que pudo confirmar cuando una señora que le llamó para afilar unas tijeras antiguas, simplemente no sirvieron cuando ella quiso usarlas, pero sí lo hicieron con su nuera, que era quien las utilizaba normalmente.

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Neftalí apuntó que un afilado le lleva entre 8 y 10 minutos y su jornada no tiene horario específico; puede comenzar a las 8 de la mañana a recorrer las calles o más tarde, aunque en tiempo de calor trabaja un rato por la mañana y otro por la tarde.

Mencionó que los herreros no son competencia de los afiladores, pues él mismo les trabaja en el afilado, pues una cosa es hacer herramientas y otra sacarles filo con tal precisión que se pueda cortar un cabello.

Neftalí recorre las calles de La Paz, pero igual hace trabaja a domicilio, por lo que dejó su número telefónico 612 15 9 6036, por si alguien necesita tener sus cuchillos o tijeras, muy bien afiladas.

La Paz, Baja California Sur.- Caminan por las calles con mochila al hombro y un silbato que hacen sonar para anunciar su llegada, ofreciendo sus servicios de afilado de cuchillos, tijeras y toda herramienta hecha para cortar.

Lee: Los últimos "macheteros" de La Paz

Son los afiladores, trabajadores que practican un oficio que está en extinción.

Neftalí Gastélum es uno de los pocos afiladores que recorren las colonias y calles de la ciudad de La Paz para ofrecer sus servicios en comercios y domicilios particulares, en algo que él considera como “un arte y una pasión por la que puede cobrar” y ganarse la vida.

Neftalí, originario de La Paz, comentó que la profesión del afilado lo aprendió en la secundaria de parte de su profesor de máquinas y herramientas Raúl, quien lo instruyó muy bien, al grado de que le agarró pasión a la actividad.

“Hay personas que concuerdan conmigo que esto más que una ciencia es un arte y tiene su sentido de magia y vibración, algo especial”, expresó.

Dijo que por azares del destino se dedicó a la artesanía, al tallado de maderas, y comenzó a tallar sus propios fierros, por lo que su pasión fue creciendo, y un día que se quedó sin trabajo, decidió salir a las calles a ofrecer sus servicios de afilado.

“Somos personas que estamos acostumbradas al quehacer, y me dije, pues voy a hacer algo que me gusta y me van a pagar por ello y así me dediqué a esto del afilado”.

Explicó que con algunos periodos en los que ha dejado el oficio por otros trabajos, lleva como 20 años prestando el servicio de afilado en las calles, precisando que hoy lo combina con la producción de huevos y el tallado de maderas.

ANTECEDENTE FAMILIAR

Aunque la actividad del afilado la aprendió en la secundaria, Neftalí dijo que hay un antecedente familiar en la persona de su bisabuelo, oriundo del estado de Sinaloa, de quien se sabe gustaba de afilar sus cuchillos, de tal forma que usaba los filos que hacía para rasurarse.

En su caso, manifestó el orgullo por su destreza al decir que “no es que sea presunción, pero yo también dejo los cuchillos como para rasurar, y es que se necesita una técnica especial”.

Explicó que el filo tiene dos aspectos, el adelgazado del cuchillo y el afilado, que es así como que rasura, que es muy fino y es acompañado del desbaste.

Dijo que el filo es una parte muy pequeña del acero, tal vez una quinta parte de un cabello, por lo que al momento del contacto con la tabla puede perderse, por eso las personas que trabajan en restaurantes y carnicerías, que usan constantemente el cuchillo, que están cortando continuamente, necesitan de afilado rápido, ahí es donde entra el desbaste, “tú agarras la chaira o la piedra, das dos o tres pasadas, y ya está listo otra vez, con un filo excelente”.

“Ocasionalmente he sacado filo a cuchillos de 70 u 80 años de antigüedad, que fueron usados por abuelos o bisabuelos de quienes me contratan”. Foto: Raymundo León / El Sudcaliforniano

Neftalí dijo que quedan pocos afiladores en la ciudad de La Paz, es una actividad que se extingue, pero todavía se necesita este oficio en los comercios, los domicilios, y cualquier cuchillo puede ser afilado, algunos duran mucho, dependiendo del tipo de acero con el que están hechos.

Al hablar sobre herramientas raras, exóticas o especiales que le haya tocado afilar, comentó que ocasionalmente ha sacado filo a cuchillos de 70 u 80 años de antigüedad, que fueron usados por abuelos o bisabuelos de las personas que lo contratan; otros con grabados peculiares o el nombre de sus dueños; es decir, que tienen un valor sentimental especial.

Neftalí dijo que el afilado “tiene magia y los cuchillos oyen cómo las paredes”, y quedan impregnados de la personalidad de quienes los usan.

Asimismo, comentó que las tijeras “son celosas”, lo que pudo confirmar cuando una señora que le llamó para afilar unas tijeras antiguas, simplemente no sirvieron cuando ella quiso usarlas, pero sí lo hicieron con su nuera, que era quien las utilizaba normalmente.

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Neftalí apuntó que un afilado le lleva entre 8 y 10 minutos y su jornada no tiene horario específico; puede comenzar a las 8 de la mañana a recorrer las calles o más tarde, aunque en tiempo de calor trabaja un rato por la mañana y otro por la tarde.

Mencionó que los herreros no son competencia de los afiladores, pues él mismo les trabaja en el afilado, pues una cosa es hacer herramientas y otra sacarles filo con tal precisión que se pueda cortar un cabello.

Neftalí recorre las calles de La Paz, pero igual hace trabaja a domicilio, por lo que dejó su número telefónico 612 15 9 6036, por si alguien necesita tener sus cuchillos o tijeras, muy bien afiladas.

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