La Paz, Baja California Sur.- Por primera vez, la comunidad afromexicana de La Paz fue invitada a participar en el tradicional montaje de altares de muertos en el panteón Jardines del Recuerdo.

Este año, Verónica Monserrat Lievano Ávila y su madre, Inés Paula Lievano Ávila, rinden homenaje a dos mujeres fundamentales en su linaje: Soledad Mayoral, abuela de Inés y primera integrante de la familia en asentarse en Baja California Sur, y Teresa Ávila Mayoral, madre de Inés. Ambas mujeres representan, para su familia, un símbolo de raíces y fortaleza.

Para Verónica e Inés, esta es una oportunidad especial de mostrar sus tradiciones y honrar a sus ancestros en un espacio público a través de un altar que, de acuerdo a sus costumbres, algunos elementos pueden variar por el significado que se les da.

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“Este altar es para nuestras mujeres, para las que nos precedieron y nos mostraron el camino hasta aquí”, expresa Verónica, quien junto a su madre invertió más de hora y media en la instalación de la ofrenda.

La creación de este altar, explican, va más allá de una celebración: es un acto de amor y respeto a las costumbres que han pasado de generación en generación.

¿Cuáles son los elementos de un altar afromexicano?

En el altar se observan elementos específicos de la cultura que, según explican, son esenciales para guiar a los difuntos en su viaje hacia la ofrenda. Uno de estos elementos es el pan de muerto, preparado de manera única en su comunidad.

“Lo hacemos en forma de muertito, no con huesitos como se acostumbra aquí en La Paz. Así representamos a nuestros seres queridos”, comenta Verónica, al subrayar la importancia de este símbolo en su altar.

Además, la sal ocupa un lugar especial en la ofrenda al simbolizar la pureza y la apertura de los caminos para las almas que vuelven a este plano terrenal, para el goce de los platillos que en vida disfrutaban.

“La sal purifica las entradas para que nuestros muertos encuentren el camino,” agrega Inés Paula. Otros elementos, como la caña y la flor de cempasúchil, marcan el trayecto de los difuntos hacia el altar, mientras que el agua sirve para saciar su sed después del largo viaje desde el más allá.

Las velas, fundamentales en cualquier altar, tienen aquí un significado adicional: “Son la luz que los guía hasta el altar, y deben estar colocadas en forma de cruz, y representan la protección y la fe”, menciona Verónica.

La comida y la fruta también tienen un papel significativo en su altar, ya que representan los platillos favoritos de los difuntos.

“Colocamos lo que a ellos les gustaba en vida: la fruta, la soda, los platillos que solían disfrutar,” explica Inés.

Cada elemento de la ofrenda es una muestra de cariño y respeto hacia quienes ya no están, pero cuyo recuerdo vive en cada detalle.

Otro aspecto importante en la ofrenda es el uso de incienso de copal, un aroma que, en la tradición afromexicana, sirve para limpiar las energías y guiar a las almas que vienen del purgatorio.

“El copal es muy especial porque atrae a los difuntos y limpia el camino para que encuentren su lugar en el altar", señala Inés, quien considera que este elemento permite una conexión espiritual entre el mundo de los vivos y los muertos.

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Para Verónica e Inés Paula, participar en esta tradición en un espacio público significa no solo un homenaje a sus ancestros, sino la representación de una forma de mantener vivas sus raíces.

“Es un honor que se nos haya invitado y que nuestra cultura forme parte de esta celebración. Nos recuerda que, aunque estamos lejos de nuestro lugar de origen, nuestras tradiciones siguen con nosotros”, concluyeron.

La primera ofrenda afromexicana en el panteón Jardines del Recuerdo es parte de la riqueza cultural que compone a México y Baja California Sur con las muchas tradiciones que confluyen en esta importante celebración del Día de Muertos, por lo cual, la familia Lievano Ávila espera que su altar inspire a más personas a recordar y valorar las raíces que, como las suyas, contribuyen al tejido patrimonial sudcaliforniano.