Copenhague, un respiro para el futuro

Lugar de gigantes, de sonrisa sobria, y cada vez más extensa, su andar nórdico es libre, y locochón, muy vikingo

Sandra Ricco / El Sudcaliforniano

  · lunes 29 de abril de 2024

Ciudad cosmopolita, vibrante, donde se encuentra el futuro. Foto: Cortesía / C1 Superstar en Pexels

Estoy en la otra parte de Escandinavia, ciudad moderna, austera y confortable al mismo tiempo.

Su elegancia etérea viene de viejos tiempos de gloria, fuente de inspiración que le da vida cultural intensa y a la vez diversa, un sitio brillante, y no por su luz solar, sino iluminado por su creatividad de diseño y arte, como el cine, a pesar de sus pocas horas de sol, su música, les permite recobrar la alegría de vivir y recibir al visitante ¡con sonrisas!

Líderes en artes visuales y arquitectura ofrecen a los expertos y no tanto, deleitarse con salas llenas de propuestas, alocadas algunas, pero siempre dispuestas a la apertura de nuevos talentos, a la apertura espiritual y material.

Lugar de gigantes, de sonrisa sobria, y cada vez más extensa, su andar nórdico es libre, y locochón, muy vikingo, las piernas me cuelgan en sus enormes sillas, de cafés y bares operados por inmigrantes bien establecidos que respetan el lugar que los ha acogido.

Ciudad cosmopolita, vibrante, donde se encuentra el futuro, iniciando su historia de modernidad en los setenta, porque después de Londres o California, la capital de Dinamarca, se dice, es el centro cultural más moderno de Europa, y eso sin contar la gran calidad de vida, porque aquí se respira progreso.

Lo que puede verse en la ropa de los nórdicos y en su actitud, civilizada y siempre decente.

A pesar del cielo obscuro, los nórdicos se las ingenian, yendo a conciertos, exposiciones de arte, clubs y cafés, para vivir y no dejarse amargar por el clima.

Y entre edificios de vanguardia, que se construyen respetando siempre la sobriedad característica nórdica, lo que resulta un escenario modernista, donde coexiste una cultura milenaria con la contemporaneidad de las artes, las formas de vida, de personalidades y diseño, una ciudad que se transforma con las estaciones, debido al clima extremo, de hecho durante el verano es de día ¡las 24 horas!, por lo que aprovechan para ir de parranda mientras hay luz... y mientras llega la larga noche... de casi 20 horas en el invierno.

Copenhague resulta una muestra del futuro por venir, de que nada se detendrá quizás… del empuje y ganas de sobrevivir, ¡como lo hacían los vikingos! Y a pesar de todo, porque aquí el progreso no es una promesa, es una realidad palpable a cada paso, en cada actitud, sin complejos, sin miedo.

Justo en el centro se ven los recién remodelados castillos, de interés turístico, a decir de los nativos como los jardines de Tivolí, el teatro real Danés, o el Diamante Negro, que es la biblioteca, ubicada en el muelle, e inspirado al parecer en un enorme barco tipo Titanic, resulta misterioso, casi tanto como sus cervecerías y sus antros, que comparados con los nuestros parecieran la casa de la risa.

Recorrer la plaza HoJbro, nos permite visitar toda clase de exposiciones al aire libre,

Desde cerámicas locales, famosas por su calidad y diseño, muebles extraños y tiendas extravagantes, como sus precios, que han de ser en moneda independiente e inteligente: Coronas Danesas.

Coronas bien invertidas por el gobierno, porque al recorrer la ciudad no se observan calles dañadas, baches o callejones abandonados, todo Copenhague es una promesa de progreso lo que da esperanza.

Ciudad rodeada de agua, es una característica extraordinaria, tal vez porque al sentirse aislados, y al mismo tiempo invadidos de visitantes y de modernidad a la que ellos mismos han dado acceso, coexisten dos mundos que se complementan. Sobreviviendo de una forma extraordinaria y casi feliz a las exigencias que implica habitar en un lugar tan de alto nivel en actitud y ejemplo para muchos, para todos.

Regreso a casa, enciendo la vela diaria por Palestina y creo que su lugar en el mapa mundial es el futuro posible.