Dueño del terreno de la "Animita" sigue siendo un misterio

A la vivienda se le atribuyen milagros por la conmovedora y trágica leyenda de un niño que fue torturado y fusilado

Sofía Apodaca / El Sudcaliforniano

  · miércoles 26 de junio de 2024

En la casa de la “Animita”, viven dos indigentes. Foto Sofía Apodaca / El Sudcaliforniano

La Paz, Baja California Sur.- En las calles Agustín Olachea y 5 de Febrero, se encuentra una pequeña casa color azul claro con ventanas rotas y una cruz como parte de la ornamentación. El terreno es grande y amplio, pero su aspecto resulta un poco tenebroso. A dicha vivienda se le ha dado el nombre de “La Animita”.

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Una ciudadana que labora en un establecimiento comercial a un lado de la casa, aseguró que “justo ahí, viven dos indigentes. Pero son muy tranquilos; uno está en silla de ruedas, pero ya los conocemos y le echamos el ojo a veces. Esa casa es una tradición aquí en Baja California Sur. La casa no es de nadie, según yo, pero ahí solía ir la gente a pedir milagros”.

¿Acaso es un referente cultural e histórico en el estado? De acuerdo con Gilberto Ortega, filósofo y colaborador del Archivo Histórico Pablo L. Mártínez, esta historia representa una leyenda de culto.

El terreno es grande y amplio, pero su aspecto resulta un poco tenebroso. Foto: Cortesía / Historias y Remembranzas de Baja California Sur

En “La Animita”, vivió José Lino de Jesús Manríquez Martínez, oriundo del pueblo de San Antonio, hijo de un reconocido militar José Miguel Manríquez, esposo de doña Esperanza Martínez.

El 11 de noviembre de 1866, José Miguel Manríquez fue castigado injustificadamente, y confinado a una celda, resguardado por un cabo. Ante esto, su hijo decidió sacrificarse por él. Mientras estaba siendo torturado con crueldad por un soldado, José Lino de Jesús se ofreció a ser fusilado, en vez de su padre.

Dicho soldado aceptó el trato y mandó a amarrar a José Lino de Jesús. Por tanto, ese 11 de noviembre, el niño fue arrastrado por los matorrales, obligaron a los prisioneros, incluyendo a su padre, ser testigos de la tortura y defunción. Inclusive, se le obligó a cavar la tumba del infante muerto.

Tras esta historia, José Lino de Jesús Manríquez Martínez es considerado un personaje sagrado, en donde la comunidad suele acudir a “La Animita” para atribuir milagros. En ocasiones, acuden con velas y ofrendas, para pedir favores al pequeño, que decidió dar su vida por su padre.

No obstante, comentó que al momento se desconoce quiénes son los dueños de dicha vivienda, pero podría pertenecer al Gobierno del Estado o al propio Ayuntamiento de La Paz.

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"No se sabe quiénes son los dueños. Lo que puede ser, es que sea del ayuntamiento porque ahí está una barda pintada con el nombre del gobierno del estado, y dice "La Animita". Patrimonio de Baja California Sur". Y había otros edificios que derrumbaron, menos ese. Las reparaciones que se hicieron; tengo entendido que se organizó gente para limpiarla”, concluyó Ortega.