La Paz, Baja California Sur.- En La Paz, Baja California Sur, Marco Antonio Armenta de los Santos, teniente jefe de estación del Cuerpo de Bomberos, ha dedicado casi 18 años de su vida a una profesión que, más allá del uniforme, representa sacrificio, coraje y compromiso.
Con una pasión que comenzó en su juventud, ingresó al Cuerpo de Bomberos en 2006 a través de un programa de aspirantes para jóvenes, cuando apenas era un adolescente. Tres años después, en 2009, ingresó oficialmente a la Academia, donde su formación fue principalmente práctica, entrenado “a rajatabla” por instructores con amplia experiencia.
La formación en la Academia de Bomberos ha cambiado desde entonces, y hoy en día combina teoría y práctica en un programa de un año. Según explica el teniente, esta actualización en los contenidos busca que el bombero cuente con una capacitación más completa y profesional.
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“El bombero tiene que saber de todo, desde primeros auxilios hasta rescate vehicular y combate de incendios”, confiesa, al explicar que esta preparación tan versátil es indispensable porque en ocasiones son los primeros en llegar a emergencias, ya sea un accidente vial o un incendio.
Aunque muchos ven en el trabajo de un bombero un acto heroico, para Marco Antonio enfatiza que ser vulcano implica sacrificios personales, especialmente cuando el elemento se convierte en padre de familia, por la incertidumbre de no saber si regresará a casa, que es algo con lo que él y su familia lidian cada día.
“Por más que uno se acostumbre al riesgo, el temor de no volver está ahí”, comentó, al hacer mención que los compromisos familiares y el deber de proteger a la población se mezclan en una profesión que para él es mucho más que un empleo.
“Se trata de una vocación que requiere corazón y agallas”, detalla, y en la cual los días festivos y los cumpleaños de sus seres queridos, en muchas ocasiones, pasan a segundo plano.
Exigencias físicas y mentales diarias
El oficio de bombero demanda atención tanto física como mentalmente. Armenta de los Santos y sus compañeros trabajan en turnos de 24 horas con 48 horas de descanso, donde deben mantener su estado físico en condiciones óptimas.
Las prácticas incluyen el despliegue de mangueras, simulacros de rescates y maniobras con equipo completo, que añade hasta 30 kilos de peso extra. Este tipo de entrenamiento, asegura, permite que en una situación real, el bombero actúe con rapidez y precisión, lo cual es clave en una profesión donde cada segundo cuenta.
A lo largo de su carrera se ha enfrentado a numerosos retos, sobre todo en situaciones donde el equipo y los recursos eran insuficientes. Recuerda los momentos en los que él y sus compañeros tenían que recurrir a la creatividad para cubrir la falta de recursos.
En aquellos años, podían pasar horas enfrentándose a incendios de gran magnitud sin la certeza de recibir refuerzos o con una sola pipa de agua.
“Teníamos que usar el juicio crítico y pensar en soluciones rápidas”, recordó, y advirtió que la situación ha mejorado; además, reconoce que el crecimiento de la ciudad y la complejidad de las emergencias demandan más recursos.
El lado humano de un bombero
Marco Armenta también mencionó un aspecto poco conocido de esta profesión: la “adicción a la adrenalina” y al trabajo que muchos bomberos experimentan. La emoción de enfrentarse a situaciones de riesgo y el sentido de camaradería que comparten los miembros del Cuerpo de Bomberos pueden convertirse en un estilo de vida adictivo, especialmente en la juventud.
“Es una realidad que te deslumbra”, confiesa, no obstante, con el tiempo, ha aprendido a equilibrar su vida profesional y personal, consciente de que su familia es tan importante como su vocación.
Para el teniente, ser bombero no es solo un trabajo; es la realización de un sueño. Desde pequeño, cuando participaba en programas de prevención de incendios, sabía que quería formar parte de este cuerpo.
Su camino lo ha llevado a cumplir cada uno de sus objetivos: ser voluntario, manejar camiones de bomberos y, finalmente, convertirse en oficial “para dedicarte a lo que realmente amas es invaluable”, afirma con una sonrisa en la cara.
A pesar de los desafíos y sacrificios, Marco Antonio Armenta de los Santos sigue viendo su labor como un privilegio, una forma de vida que no cambiaría por nada.
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Con cada vida que salvan y cada incendio que logran controlar, él y sus compañeros encuentran sentido a los sacrificios y a los desafíos diarios, porque ser bombero es un compromiso que va más allá de un sueldo; “es una vocación, un deber que realiza con orgullo y entrega”.