Las leyendas son parte de nuestra herencia ancestral. Por todo el mundo nos representan y cuentan mucho de quiénes somos, nos permiten transportarnos a otras épocas y mundos que llevamos en la sangre, que nos llevan más allá de la magia. A la realidad.
Es Michoacán uno de los estados mas emblemáticos y bellos de México, conformado por lagos, nacidos de leyendas, que nos hablan de héroes, heroínas y dioses que comparten el destino de los pequeños hombres terrenales.
Lagos que representan a todo un pueblo y forma de vida que ha crecido a lo largo de sus orillas, fuente de vida a preservar, para que sus protagonistas sigan cuidando de Michoacán.
Michoacán quiere decir “Tierra de pescadores”, los guardianes de la ciudad, de quienes cada vez se habla y apoya menos.
En el pueblo de Camécuaro, las bancas se mecían con el viento que soplaba y traía las notas de una lejana canción.
El barquero desamarro la lancha y comenzó a remar por el agua cristalina que se apartaba a nuestro paso, dejando ver un fondo Calcáceo lleno de curvas misteriosas por donde salían y entraban cardúmenes de pescaditos de infinidad de colores brillantes.
Si, me dijo el pescador como si de repente se hubiera acordado de algo…
Existe una leyenda sobre esté lago:
Hacia varios días que los guerreros habían salido a enfrentar tropas españolas cuando llego un mensajero que traía reflejado en su rostro la derrota.
El Rey Tangánxoan II recibió la noticia, comprendió que estaba solo y tuvo miedo. La corte se reunió para tratar el problema y propuso que todos se ahogaran en el lago: seria mas digno que ser esclavos.
Solo la princesa Erendira, sobrina del rey, propuso que se resistiera al invasor, pero Tangáxoan pensaba solo en huir o entregarse, el pueblo arremolinado en la plaza, hablaba en voz baja presintiendo que los tiempos cambiarían.
Cuando amaneció y el sol
entró, disipó tímidamente los restos de la noche, los pobladores se encontraron con una terrible realidad: el rey representante del mismo dios Curiacueri en la tierra, había huido. Fue entonces cuando el Pueblo comprendió su infortunio.
A pesar de todo, la Princesa Eréndira decidió organizar la defensa de la ciudad; infundió ánimos a su pueblo, hizo sacrificios y ofrendas a los silenciosos dioses; en las yácatas juro resistencia y valor ante sus antepasados. Mientras tanto, las noticias llegaban presurosas; el rey se había entregado, y había aceptado al nuevo dios, el rey era torturado; el rey estaba preso, el rey había muerto. Ese fue el final de Tangánxoan último Rey Puré, que poco honor le hizo a su raza.
Ella estaba buscando a los guerreros que estaban dispersos por los montes enfrentando la batalla, cuando supo la noticia. Fue entonces cuando se sentó en una esas piedras. Su congoja era tan profunda que sin querer contenerse, lloró. Tan largo fue su llanto que sus lágrimas comenzaron a formar riachuelos que corrieron hasta que estos tristes ahuehuetes retuvieron las lágrimas de la joven entre sus añosas raíces, y formaron este lago al que llamaron “torrente de lagrimas”.
Pero son sus hermosísimos lagos Michoacanos, que reflejan la luz de mil maneras distintas a lo largo del día, y han sido fuente de inspiración poética de Purépechas, indígenas guía de una gran región. Luz que ilumina un nuevo día, y de donde debemos tomar fuerza, para seguir la vida.
Porque Michoacán tierra de enorme riqueza de cultura popular, de aguacates y limones, está llena de leyendas y cuentos fantásticos que reseñan su gran historia, fuerza de carácter y grandeza.