La Paz, Baja California Sur.- El Día de Muertos se transforma en México con una creciente tradición: la colocación de altares para mascotas fallecidas. Durante el 1 y 2 de noviembre, diversas familias se preparan para honrar a sus compañeros animales, integrando sus recuerdos en altares con fotos, juguetes y hasta alimentos.
Esta costumbre, aún reciente, refleja un cambio cultural que los expertos señalan como una forma de sanar emocionalmente, tal como la psicóloga clínica Mónica Gerardine Quezada Álvarez que reconoce que “la cultura del cuidado hacia las mascotas es cada vez más visible. Hay espacios dedicados a ellas en centros comerciales, hoteles, y ahora también en altares de Día de Muertos”.
El valor de esta práctica para quienes desarrollan un vínculo emocional profundo con sus mascotas, indica, permea al grado de ser consideradas ya unos integrantes de las familias sudcalifornianas, por ello, toma razón el colocar un espacio para ellos en los altares.
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“Hemos observado que muchas personas, en vez de tener hijos, adoptan mascotas y, en consecuencia, surge el deseo de prepararles un altar. Es una conducta cada vez más arraigada y comprensible cuando existe un cariño especial por el animal”.
La costumbre de recordar a las mascotas con altares parece fortalecerse cada año. En los hogares mexicanos, los primeros días de noviembre se posicionan como el momento en el que las mascotas “regresan” al hogar, según la creencia popular.
Así, las familias colocan elementos que antes solo se reservaban para los seres humanos, como fotografías, los juguetes preferidos de sus mascotas, así como un plato con agua y comida, siguiendo la antigua creencia de que sus compañeros animales disfrutarán de estos objetos en su visita espiritual.
Aunque desde una base científica no es posible que las mascotas “consuman” estos alimentos, “la tradición no deja de enriquecerse, y adaptarla a los tiempos modernos nos permite generar un vínculo positivo con nuestros recuerdos”, menciona.
Testimonios que celebran la vida y el recuerdo
Son cada vez más las voces que se suman a esta tradición. Algunos prefieren ofrecer detalles sencillos, como explica María, de 27 años, quien coloca una foto y una vela para su perrito que vivió 12 años.
“Recuerdo su alegría cada vez que llegaba a casa. La ofrenda es mi forma de recordarlo y agradecerle por cada momento que compartimos”.
Otros, como Andrés, de 22 años, no colocan una ofrenda formal, pero mantiene vivo el recuerdo de su gato fallecido a través de una foto.
“Vivió 8 años conmigo. Ver su foto me hace sentir que sigue en casa, como si nunca se hubiera ido”.
Cada testimonio, ya sea de quienes optan por una ofrenda o de aquellos que simplemente guardan los recuerdos, confirma un apego emocional fuerte que encuentra en estas tradiciones una forma de canalizarse.
Para algunas familias, integrar a las mascotas en el Día de Muertos es una forma de mantener la unión y el bienestar emocional, por ello, Quezada Álvarez reconoce que esta práctica no afecta a la sociedad o a las familias en lo colectivo; al contrario, representa una adecuación saludable a los tiempos actuales.
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“Es una tradición que enriquece nuestra vida emocional, adaptándola a las necesidades y vínculos que hoy tenemos con nuestras mascotas”.
Además, la difusión en redes sociales, señaló, facilita que más personas adopten esta costumbre. Cada vez es más común ver altares de mascotas compartidos en plataformas digitales, lo cual, según la especialista, permite que las personas se sientan acompañadas en su duelo y compartan sus experiencias.