La Paz, Baja California Sur. Polvo, una película que ha dado mucho de qué hablar entre los sudcalifornianos, así como quienes no pertenecen a este estado, pero se han maravillado por las locaciones y el lenguaje coloquial que se utiliza en el estado de Baja California Sur.
Además, el estilo cinematográfico al que recurrió el director José María Yazpik en esta su ópera prima no ha dado tregua en los comentarios ante la buena percepción del filme.
Si no has visto la película esta reseña del Dr. Rubén Olachea te dará una perspectiva muy amplia del filme que continúa en cartelera en La Paz.
POLVO, EN PALABRAS DEL DR. RUBÉN OLACHEA
The Mirth of Nations es un magnífico libro escrito por el británico Christie Davies, publicado en 2002. En él se demuestra que las bromas siguen un cierto padrón y patrón universal, en el que sobresalen, por ejemplo, las críticas a un pueblo o ciudad con tal o cual, a menudo mala, fama.
Así, en España se mofan de gallegos por tontos, en Sinaloa se hacen chistes sobre los de Guasave, y en Baja California Sur, las bromas se aplican a los de San Ignacio, insinuando que son los más flojos,si ya de por sí, por ser un pueblo que trabaja una temporada y descansa la otra pues, no hay mucho qué hacer.
Vaya inicio entre culto y mundano a mi reseña sobre la excelente comedia dramática Polvo, debut como director del también excelente actor mexicano José María Yazpik.
La película cuenta con pausado ritmo, no es que sea lenta, simplemente no es locura esquizoide gringa, el regreso a su pueblo, San Ignacio, Baja California Sur, de un pícaro que se ausentó diez años buscando fama en Hollywood.
La trama está ubicada en 1982 que es donde más o menos se detuvo el tiempo en San Ignacio en la vida real, según bastantes paisanos. Ah, no, ya hay internet y narcoviolencia. Ah, no, esa ya está bajo control. “Todo” está bajo control en esta parte del mundo, según se quiere hacer creer.
Como toda buena comedia cinematográfica que se respete, obviamente, detalles anecdóticos surgirán, como que la galana ya está casada y con hijo, y perdón por el tremendo spoiler (detalle crucial adelantado desde la misma sinopsis del cine, ahora entiendo por qué tantos deploran su lectura), hijo que probablemente sea suyo.
Este pícaro en cuestión, apodado por todos cariñosamente como "El Chato" por narigón, precisamente es interpretado por José María Yazpik, quien aprendió muchísimo de dirección fílmica y dirección de actores, con nuestro idolatrado Pedro Almodóvar, en aquella inolvidable comedia exitosa que fue Los amantes pasajeros.
Parte del tino en esta historia y la magia que logra el cine es partir de una ingenua premisa: que la gente lugareña es tan pero tan inocente que no se entera o no parece querer enterarse, de que los paquetes herméticos de a kilo de un polvo blanco , El Chato insistirá hasta el final de que se trata de un polvo farmacéutico para una nueva fórmula contra la cirrosis, no son otra cosa que cocaína pura, altamente cotizada en el mercado que considera ilegal esa sustancia adictiva.
La película allí se prestaría a hilarantes escenas de personajes probando la droga, padeciendo sus efectos de manera exagerada, hasta caer en la más grotesca adicción, pero Yazpik decidió no explorar esa vía de comicidad facilona.
En cambio, optó valientemente por la moral, la doble, de un pueblo que conoce perfectamente los engranajes del poder económico que todo lo corrompe.
El chato paga, en más de un sentido, su deuda en Tijuana, en donde termina trabajando cuidando un cutre bar. Quizá haya secuela, ¡ojalá! La indolencia sudcaliforniana tendrá motivos para carcajearse y sacudirse de la risa.
Rubén Olachea es Doctor por el Film and TV studies en la University of Warwick en Reino Unido. Es profesor – investigador en la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS). Entre sus logros destacan haber ganado el Segundo Lugar Nacional del concurso de Día de Muertos convocado por Canal 22. También es el primer mexicano distinguido con la Cátedra México –Jamaica, estancia en la University of West Indies. Mona Campus Kingston, Jamaica.