La Paz, Baja California Sur, (OEM-Informex).- Las palomas para muchas personas significan ya una parte importante de las plazas, jardines y monumentos no solo de México, sino del mundo entero y en la ciudad capital donde se reúnen principalmente la mayor parte de estas aves es en el Jardín Velasco, mismo sitio donde son alimentadas por los visitantes y residentes.
Al paso de las décadas se ha mantenido fieles y en su vuelo han podido ver pasar el tiempo como algo relativo que nos enriquece como estado, pues a su vez son respetadas en su papel que tienen en su naturaleza.
En muchas ciudades del mundo son consideradas una plaga, pues a través de los años comenzó a crecer el número de estas aves, pues han buscado anidarse en cualquier lugar de los edificios y andares, además de que cambiaron sus hábitos alimenticios por la sobrevivencia.
Las palomas a su vez han llegado a escandalizar a propios y extraños, ya que sus excrementos o desechos portan más de 50 ectoparásitos (parásitos que se adhieren en la capa externa de la piel y a su vez sirven como huéspedes silenciosos), además de que pueden transmitir más de 40 enfermedades al ser humano, como por ejemplo la clamidiosis conocida como la bacteria propia de las aves, misma que se esparce por el polvo que llevan heces y al ser respirado por el ser humano se desencadena la ornitosis.
SON MUY RESPETADAS
En la ciudad capital por su parte son muy respetadas, pues incluso forman parte del paisaje que tenemos día con día, además de que son vistas en el malecón costero, la Catedral de Nuestra Señora de La Paz y en cientos de edificios y sitios importantes de la ciudad de La Paz.
De hecho en el mencionado malecón del "Puerto de Ilusión" está situado el monumento a la Paloma del artista Juan Soriano.
Uno de los mayores recuerdos que tienen los niños y niñas de la década de los 80 y 90 es que todos los fines de semana acudían al Jardín Velasco para disfrutar de la misa, la familia, los helados, los hielitos, los chicarrones, las nieves y por supuesto de las palomas, mismas que asustaban, las cuales en segundos volvían a regresar, haciendo todo u espectáculo a la vista de todos.
Suscríbete aquí a la edición digital de El Sudcaliforniano
También algunos niños de la época llevaban sus resorteras para atacarlas, pero siempre había un valiente que los corría y defendía la vida de las palomas.
Hoy en día muchos adultos mayores acuden en las mañanas y en las tardes para verlas y alimentarlas, como un recuerdo del tiempo que no se puede borrar, pero si recordar, pues hay que indicar que las palomas llegaron a la ciudad como mensajeras, es decir en sus patitas se colocaba un papelito el cual entregaban. Algunas de ellas escapaban y no regresaban y poco a poco la familia de aves se incrementó.
