En esta tierra no hay muchos vestigios materiales de la presencia de pericúes, guaycuras y aripes –los tres grupos indígenas que habitaron el sur de la península de Baja California-, aunque su carácter robusto, impetuoso y firme sigue presente en sus descendientes; no digo que, en todos, pero sí por lo menos en muchos que conocemos.
Anuiti es el nombre que los pericúes dieron a lo que hoy conocemos como San José del Cabo.
Si hoy en día los recursos naturales como el agua son limitados, imagina hace más de 5 mil años: sin plantas de desalinización para producir agua potable y sin aires acondicionados; es por ello por lo que los antiguos pobladores de la Baja California no edificaron ciudades, se movían de una región a otra buscando mejores condiciones climáticas de acuerdo con la estación del año. Fueron básicamente nómadas: recolectores de plantas y pescadores.
Como consecuencia de su movilidad y su dispersión como grupos, no desarrollaron complejos lazos sociales manifestados en una religión o en la división de clases sociales.
Demostraron su capacidad de organización y diferenciación de actividades es en la ejecución del mayor vestigio arqueológico que se ha encontrado hasta hoy en la zona, y que es las pinturas murales de la Sierra de San Francisco (al norte de Santa Rosalía) que tienen algunas de ellas hasta 4 mil años de antigüedad y otras son tan recientes como la llegada de los españoles a la zona (1650).
Para Hernán Cortés no fue fácil la conquista de Baja California. De hecho, no lo logró. El primer desembarco fracasó, en el segundo hubo un motín de marineros y, como en muchos casos, la tercera fue el capitán Jiménez y sus marinos lograron desembarcar en la bahía de La Paz en 1533. Estos primeros europeos informaron de la existencia de perlas negras en la región, lo que hizo que el mismo Cortés viajara a estas tierras.
Cortés recorrió la costa sur de la península. Conoció el Arco de Los Cabos y por dos años intentó establecer un asentamiento en el puerto de La Paz; sin embargo, debido a la falta de comida y agua potable, además de la hostilidad de los guaycuras, se vieron obligados a regresar por donde vinieron.
La historia registró que la noticia de la belleza de Los Cabos sitio del arco, llegó rápido a oídos de piratas ingleses y daneses, quienes encontraron en las costas un lugar ideal para asaltar los galeones españoles siempre cargados de oro, plata, perlas y otros bienes.
Los primeros piratas en arribar fueron Francis Drake en 1578 y Thomas Cavendishen 1587.
Los misioneros europeos, franceses, italianos y españoles fueron los que introdujeron la cultura europea en Baja California Sur y el punto de inicio fue San José del Cabo en 1730 por el jesuita Nicolás Tamaral, quien fue sacrificado por una rebelión de pericúes cuatro años después de su llegada.
De hecho, la muerte del jesuita Tamaral fue memorizado en un mural que se encuentra en la entrada de la iglesia principal de San José del Cabo.
Ya para 1767, las epidemias traídas por los españoles habían diezmado la población indígena en la zona y los pocos que quedaron fueron llevados a misiones al norte del estado.
Pocos años después de la emancipación del país entero, México, Estados Unidos trata de invadir militarmente México y es aquí, en San José del Cabo donde se efectúa una de las batallas más heroicas del ejército mexicano comandado por el teniente José Antonio Mijares, quien derrota al ejército estadounidense.
La zona tuvo un gran auge debido al cultivo de caña de azúcar desde mediados del siglo XIX y hasta los años 30 del siglo XX.
Después de este periodo de abundancia Los Cabos fueron parcialmente abandonados pues su población emigro a California principalmente.
Mientras tanto, inmigraban ganaderos de Guanajuato principalmente, a invertir y trabajar la tierra.
Durante la Segunda Guerra Mundial, aviones militares de Estados Unidos volaron sobre las costas de Baja California y descubrieron un oasis para la pesca. Al final del conflicto bélico se organizaron los primeros torneos de pesca deportiva. Sus participantes llegaban en avionetas privadas y en yates pues no existía ninguna infraestructura turística en ese momento.
En 1948 un grupo de actores de Estados Unidos capitaneados por Bing Crosby, Desi Arnaz y John Wayne deciden construir el primer hotel de la zona sólo para sus miembros.
Con la llegada de más paseantes se diversificó la oferta turística de Los Cabos: ya no sólo venían a pescar, sino a ver el santuario del Golfo de California, llamado por el marino e investigador francés Jacques Cousteau “El acuario del Mundo”.
Hoy, a poco más de 60 años de distancia del primer hotel construido en Los Cabos, “nuestro lugar” se ha convertido en el centro turístico más exclusivo de México con sus campos de golf de nivel mundial, sus complejos hoteleros de gran clase y sus testimonios materiales y humanos del lejano y cercano pasado que nos dan una identidad, a veces borrosa, a veces clara de los oriundos y de los neocabeños.