Gran metáfora, porque hoy más que nunca sabremos que a la tierra hay que cuidarla, respetarla. Dar culto a su diversidad, a lo que queda de su pureza.
Porque hoy la tierra descansa… tristemente sin nosotros, solo a fuerza del Coronavirus dejamos de fastidiarla.
Hoy hace frío, esta mañana la ciudad de la eterna primavera amaneció helada y hay una espesa nube gris.
El viento sopla haciendo caer las hojas de los árboles que emiten susurros.
Susurros de revuelta.
Cuernavaca es un lugar que permite respirar el pasado revolucionario en cada calle o plazuela; en el silencio profundo de la noche y en el carácter de sus habitantes.
Estamos a 1,510 metros sobre el nivel del mar y dos horas desde la Ciudad de México. Es la capital del estado de Morelos.
Sitio rodeado de buganvilias y árboles tabachines anaranjados y frondosos que guían el camino dando alegre sombra a sus visitantes.
Un poblado que se ha distinguido por su notable capacidad de conservar, con recelo, rasgos y tradiciones de su origen indígena, como el carnaval, que es inspirado en sus fiestas prehispánicas o como su festival de catrinas y calaveras en el Jardín Borda que representan a la muerte con ese humor sarcástico tan característico de los mexicanos y que, dicho sea de paso, se exporta a todo el mundo, [aunque recientemente en la plaza roja de Rusia se espantaron y no nos dejaron celebrarlo].
Morelos, sitio de leyendas revolucionarias, ruta de conventos y haciendas con construcciones magníficas, varias de ellas adecuadas para protegerse de las revueltas, de lo que muy pocas se salvaron finalmente.
Digno hogar del “Caudillo del Sur” Emiliano Zapata, ídolo de la Revolución Mexicana, que nació aquí justo en abril. Su hogar, la ciudad que fue testigo fiel de la primera revolución del siglo XX, de latifundios y despojos como la joya arquitectónica Hacienda Vista Hermosa, asentada sobre las tierras confiscadas por los revolucionarios. Lugar histórico donde se celebraban reuniones secretas con Zapata: hombre de carácter, a quien le debemos aquella frase “la tierra es de quien la trabaja” o “más vale morir de pie que vivir arrodillado”.
Entretenimiento diferente resulta recorrer esté sitio con pasadizos secretos, mazmorras, un submundo que cuenta de secuestros; donde se aplicaban tormentos y había desaparecidos, donde se planeaban ataques a los acaudalados amigos de Porfirio Díaz, quienes acaparaban la tierra, se castigaba a los infieles y se daba muerte a los traidores.
Leyendas llenas de sabor, que complementan la historia como su gastronomía presente en los mercados, característicos con sus coloridos manteles de plástico, donde se encuentran recién cultivados los aguacates, maíz, tomate verde, calabazas y se pueden disfrutar esos deliciosos y enormes frijoles morados guisados con chile guajillo, únicos, los “ayocotes”, eso sin perderse las quesadillas del mercado de Tres Marías, rellenas de todo tipo de guisos locales, como champiñones, queso y epazote o tinga.
Llueve. La fuerza del viento avisa de los tiempos que se avecinan.
Un aire melancólico, solitario y misterioso atrae a diversos pintores, escritores, músicos y artistas como Rosaura Revueltas, a inspirarse y crear, por lo que no es extraño disfrutar de un concierto de piano, de flauta o guitarra al aire libre, en medio de museos morelenses que urge sean bien preservados.
Los pasillos y andares de los tesoros de piedra que sobrevivieron al enojo de las tropas zapatistas transportan al pasado, que no debemos olvidar, porque nos corresponde dignificarlo.
Vamos al Casino de la Selva para ver su obra maestra: Creación de otros grandes como Rufino Tamayo y David Alfaro Siqueiros, quienes en el siglo pasado también mandaron edificar sus sitios de creación; así como actores y actrices de la época de oro del cine mexicano.
Ven…
Descubre Morelos ya sea por la tradición quesadillera, de sopas sabrosas, tlacoyos azules y la historia de la Revolución o por el centro ceremonial Tlahuica, es hoy por hoy el lugar ideal para disfrutar de los mejores frijoles de México y cerrar con broche de oro probando una suave nieve de cielo en Tepoznieves, con sabor digno de leyenda o corrido mexicano.
Trabajemos la tierra, la tierra que queremos vivir, la que nos da sustento y sano esparcimiento, es la hora de sobrevivir, de mejorar.
Porque… “Mas vale morir de pie que vivir arrodillado” Emiliano Zapata