Loreto, Baja California Sur (OEM - Informex).- Los olivos tricentenarios del poblado de San Javier Viggié Viuandú ( San Javier entre tierra elevada y cascadas, según vocablos en cochimí) no se ven desde la entrada, aguardan tranquilos y eternos a espaldas de la gran iglesia.
Para poder posar debajo de este singular atractivo turístico y tomar fotos, sólo debes registrar tu visita y pagar 10 pesos, menos de medio dólar. Se dice que el misionero jesuita Piccolo inició el cultivo.
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Es fascinante imaginar aquel día en que se plantaron los olivos y a la vez se sembraron otros frutos como uvas, mangos, guayabas higos, dátiles y también hortalizas,que encontraron es esta tierra un espacio fértil para crecer y formar las primeras huertas nacientes de las Californias, que eran regadas aprovechando el agua del oasis cercano y los depósitos de agua tales como pilas, represas y canales.
Más antiguos
Los árboles, que todavía dan frutos, son los más antiguos de las tres Californias, y un gran orgullo de los pobladores de San Javier que resguardan los espacios que hacen único el lugar que parece una aparición en medio de la Sierra la Giganta, protectora de sus habitantes y su historia.
“El olivo lo trajeron de España en barco hace 324 años. Trajeron tres olivos, también sembraron tomates, zanahorias y también hicieron las pilas…los trajo el padre Piccolo, que hizo tres botellas de vino, una se tomó él, la otra el padre Juan de Ugarte y la otra está enterrada en una parra…”, así lo platicaron los niños José de Jesús Quevedo Romero e Iker Smith Castro, habitantes del icónico espacio y guías de turistas.
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Las enciclopedias dicen que un olivar simboliza paz, longevidad o inmortalidad: el olivo puede vivir más de 2000 años, es capaz de soportar condiciones muy adversas: frío, nevadas, calor, sequías, e incluso así dar frutos conocidos también como aceitunas, de las cuales se extrae aceite. Sus hojas se renuevan constantemente y responde muy bien al injerto. Por todo ello también es símbolo de resistencia y resiliencia.
San Javier, que se encuentra a 35 kilómetros al sur de Loreto, Pueblo Mágico, es un destino que te impresiona desde la primera vista. Allí te recibe una cruz de piedra nombrada humilladero, la cual es punto de partida para quienes de rodillas a pie o caballo marchan hasta el templo misional cada 3 de diciembre, día de festejo al santo patrono, o en cualquier otro día, aunque sólo hay misa los domingos, la iglesia abre diariamente.
La misión de San Francisco Javier de Viggé Biaundó fue fundada por el padre misionero de la orden de los jesuitas Francisco María Piccolo en marzo de 1699, dos años antes el padre Juan María de Salvatierra había fundado la iglesia de Nuestra Señora de Loreto Londó.