La Paz, Baja California Sur.- Rubí Iodely González Flores es una joven paceña, de 33 años, que enseña alemán en Alemania y ha tenido que competir con docentes nativos. Ella utiliza a la vez el correo electrónico y el der kurier (correo convencional), porque en el país gemánico ambos son igual de usados.
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Su alma mater es la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS), donde estudió la licenciatura en Lenguas Modernas, pero inició su vida académica en Topia, Durango, el pueblo al que la llevaron sus padres y donde concluyó la primaria.
Siempre busca prepararse su comida porque el práctico arte culinario de los alemanes no la ha conquistado, le parece demasiado pan y salchichas. La arquitectura y paisajes de ensueño se disfrutan más con unas tortillas improvisadas e ingredientes árabes que se acercan a los condimentos mexicanos, en un lugar donde la basura en las calles es un signo de inseguridad.
Desde 2021 vive en Leipzig, una ciudad de más de 600 mil habitantes. Trabaja en el centro de idiomas Wolpert Schulungszentrum, allí se ofrecen clases individuales y grupales. Una buena parte de los alumnos son refugiados, tales como venezolanos y ucranianos, pero también atiende a inmigrantes por cuestiones de trabajo o estudiantes universitarios que vienen de intercambio.
Uno de sus objetivos siempre fue conocer lugares de Europa, ver cómo vivían otras personas, cómo pensaban, pero nunca imaginaba quedarse a vivir fuera de México, pero cuando, una par de años antes de pandemia por Covid-19 estuvo un año en Alemania como parte de su formación en la maestría interinstitucional en Deutsch als Fremdsprache: Estudios Interculturales de Lengua, Literatura y Cultura Alemanas del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de Guadalajara, el color de rosa de aquella tierra lejana la colonizó por completo; recuerda que no se quería regresar a México.
Ha tenido la oportunidad de visitar lugares como República Checa, Polonia, Países Bajos, Bélgica, Francia, España, Bulgaria, Israel y Rumania.
“(...) Nunca pensé en irme a vivir definitivamente, sino más bien vivir una temporada, o hacer un intercambio, yo perseguía esa meta de hacer un estudio o algo; yo quería vivir esa experiencia, o por lo menos unas vacaciones(...)”
Pensó también que algún programa de voluntariado podría ser una opción para por lo menos vivir medio año en el extranjero y comprobar en primera persona todo lo que se dice de algunos lugares de primer mundo.
Justo en el inicio del siglo XXI la carrera de Lenguas Modernas llegó a ser parte la oferta de la UABCS en el 2001, cuando Rubí estaba por egresar de la primaria, en esos años se estaban colocando los primeros ladrillos para que los objetivos se alcanzaran, solo que antes habría que estudiar el idioma de largas palabras y tener trabajos de medio tiempo, porque los sueños convertidos al euro son más caros.
Luego de terminar su licenciatura tuvo que enfrentarse a la prueba de seguir especializándose y después trabajar. Ser maestra de alemán o inglés en su universidad o alguna otra escuela de cualquier nivel pudo haber sido una buena opción, pero vivir la lengua en carne propia era pasar de la teoría a la práctica tras un viaje de 11 horas.
“Convivir con personas que viven la vida de manera distinta, estás en otro ambiente; de estar viendo lo que tú conoces, ahora hay otras cosas, personas que viven de manera distinta, y como que te quedas en shock. El año que yo estuve aquí (Alemanía) fue así, un año de descubrimientos, de ver otras costumbres, otro panorama, lo disfruté mucho(...)”
¿Cómo es la seguridad del lugar donde vives?
“Es muy seguro. Puedes salir de noche. El robo de bicicletas es el delito más común. Hace tiempo me enteré que el lugar donde vivía antes era considerado de los más inseguros, y a mí nunca me pareció así. En una encuesta se evaluó, y uno de los aspectos que hacía que se percibiera como inseguro era que era ruidoso y había basura en las calles”.
¿Es fácil hacer amigos en Alemania?
“Cuando te das cuenta que ya no están los compañeros de la maestría; una amiga que tenía por allí. Cuando ya estás por tu cuenta te empiezas a sentir más sola, un poco a deprimir porque la familia está lejos, y cuando tienes problemas estoy sola; no hay amistades. Yo soy introvertida, pero a los extrovertidos también les cuesta hacer amistades, no como joven estudiante, sino al trabajar y quedarte por tu cuenta, es donde aun siendo extrovertida cuesta mucho hacer amistades o relacionarse (...)”
Rubí es un testigo de oro de que los alemanes no son como los latinos, que de manera rápida ofrecen amistad a los extranjeros, por ello dice que un punto a tener en cuenta al querer emigrar a algún lugar del país de la buena cerveza, es que pasarán varios meses antes de adaptarse. Ella procura tener amigos mexicanos porque la hacen sentir cerca de su cultura.
¿Cómo es tu vida de maestra?
“Son exigentes. (autoridades académicas). Por otro lado, te compensan con tu libertad. En México yo como maestra muchas veces en las escuelas siempre están detrás de ti; te exigen como un niño de primaria (...) aquí te dicen tienes que hacer esto, esto y quiero que lo hagas bien, y te dejan, y se fijan en el resultado(...) En México, en algunas escuelas me sentí como… eres esclavo de este trabajo”.
En sus primeros años en su nuevo mundo, a veces pensó:”’ Para qué me vine, valdrá la pena; me voy, a qué me voy; me quedó a que me quedo(...)”, pero ahora ya se siente mucho más adaptada.
A los jóvenes estudiantes de Lenguas Modernas les recomienda que si es posible se preparen con ahorros, que tengan un trabajo de medio tiempo y busquen diferentes opciones para lograr sus objetivos.
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Este próximo 19 de septiembre Rubí cumplirá 34 años, tal vez en su departamento no faltará el Deutscher Kuchen (pastel alemán) y una reunión a media luz con velas, una de las costumbres que también sorprendieron a la joven maestra. “No sé si me quedaré siempre aquí, pero creo que mi estancia va para largo”.
