Es invierno, vamos a comprenderlo…

El solsticio de invierno está rodeado de símbolos porque es un evento que sucede en el cielo, transforma la vida de los seres humanos y su biología, es un momento clave porque el sol empieza a fenecer, pierde fuerza a medio día. Nuestros ancestros percibieron que en esta pérdida de luz la vida moría, y el cuerpo entraba en depresión y/o reposo.

En los pueblos antiguos de Norteamérica se decía que el oso había sido el guía, le había enseñado sus actividades al hombre, la colecta, la caza, y pesca pero, en un solsticio de invierno, asesinan al oso antes de que les de su último secreto que es el de la hibernación.

En la antropología los símbolos del solsticio representan la manera como sus sociedades conviven.

Estos signos son principalmente solares, donde el sol fenece y muere, vemos al Dios Mitra que emergía de la roca en diciembre, el sol es visto como la fuente de vida al ser luz, calor y fuerza por lo que en muchas culturas significa sacrificio. A Tonatiuh se le dedicaba sacrificio en sangre.

Cualquier indicio de frontera es símbolo de solsticio, pues el sol está en tránsito hacia la vida y la muerte.

En los pueblos antiguos de Europa estaba el sacrificio como los ríos de sangre que alimentan a Igrasil, el árbol sagrado de los celtas y es el que conecta al universo humano al universo sagrado, ahí se encuentra Valhalla la morada de los guerreros que mueren en combate, y en sus raíces está el inframundo de los humanos en general.

En la cultura prehispánica los guerreros iban directo al sol como premio por su valor.

Lo que representa un universo en la cultura solar.

Estos pueblos valoraban el sacrificio y la abnegación sobre todo en la guerra, pues vivían en combate.

El solsticio de invierno está cargado de rituales en todas las culturas, buscando conectar con lo sagrado lo que resulta un pensamiento mágico para tener un estado ideal de vivir la vida.

El sol al ser vida, hay que mantenerlo vivo por ser guerrero, ya que es un ente dador de vida y energía del que el ser humano espera su renacimiento.

Los ritos se dan para que el sol regrese en primavera, el sol al mismo tiempo es un símbolo de fertilidad de los campos agrícolas. Por ello los Mayas observaban las estrellas como bóvedas ya que el sol cambia de personalidad, en un orden cíclico, y guiar sus vidas.

Por ejemplo, también en la cultura prehispánica Quetzalcóatl es un Dios Solar.

Otro ritual alrededor del solsticio invernal es la fiesta cristiana que surge en el medio oriente, era vista como una secta hebrea, y hasta Constantino se convierte en una religión de estado, sustituyendo las creencias sobre Júpiter.

Al mismo tiempo ocurren en Grecia las fiestas a Cronos, quien es el padre de Zeus quien lo vence aliándose con su tíos los titanes y se impone como deidad, eran entonces en Roma fiestas saturninas donde había rituales de promiscuidad y embriaguez.

Empieza el peregrinar de la fe cristiana que se vuelve una religión mistérica, al hablar de un secreto. El pan y el vino se vuelve un ritual con la trinidad. Así el cristianismo empieza a convertir a los pueblos que creían en deidades o dioses varios, creándose un mestizaje o sincretismo.

Así el Cristianismo vincula el solsticio de invierno con el nacimiento de Jesús que representa la luz y el renacimiento retomando el vínculo de un árbol triangular como lo es el pino que representa la trinidad con dones de Dios para la renovación espiritual.

Todos los anteriores son elementos del solsticio invernal que nos llevan hasta nuestras raíces más profundas para recrearnos, y conseguir las bondades del sol y lo que representa: luz, calor y energía en este invierno para lograr el renacimiento en primavera.

Con información de Radio INAH

Entrevista con Rita Abreu a Eugenio Martínez Sánchez, Humanista y antropólogo.