Estamos en tierra azul, mágica, de agaves, lugar al que indígenas chichimecas, otomíes, toltecas y nahualtecas llamaron lugar del dios todopoderoso.
Desde 1911 se inició toda una época de culto al tequila como símbolo del nacionalismo mexicano que predomina en gran parte del siglo XX. Hoy en día el tequila es un atributo por el cual nuestro país es reconocido en el mundo.
El pueblo de Tequila, en Jalisco, generoso, da su nombre náhuatl al tequila, la bebida mexicana más demandada, que significa lugar de tributos.
Caminar entre el azul reflejado en las luces de Tequila, entre su gente feliz y el campo de clima subtropical es respirar respeto, limpieza y disposición para recibir al visitante.
Lugar austero y sencillo, porque a saber de sus habitantes que su riqueza enorme plasmada en sus paisajes y fama mundial, no requiere de extravagancias o lujos y prefieren exaltar la belleza natural que por sí misma expresa su grandeza.
Tequila es algo más que el principal territorio para la producción de este elíxir para los dioses, con el volcán de Tequila como guardián y fondo; en las noches y en los días este poblado trasmite con su presencia la firme voluntad de su gente: orgullo, trabajo, pasado, presente y futuro de un pueblo que, desde hace más de 400 años, es el reducto del agave más afamado de México en el mundo.
Observar los procesos "probando" las variedades de Tequila, acompañado de la deliciosa gastronomía que se ofrece a manos llenas, como el pozole jalisciense o la auténtica birria, es una de las experiencias más placenteras de todo México.
Recorrer las antiguas haciendas e instalaciones industriales de Tequila y conocer los secretos, mitos e historias familiares, representa una espléndida idea para conocer una muestra del patrimonio cultural mexicano por su valor excepcional y su significado más allá de las fronteras, el cual en julio del 2006 obtuvo la distinción como Patrimonio Mundial de la Humanidad en la categoría de paisaje cultural por parte de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la ciencia y la cultura (UNESCO). Además es uno de los pueblos mágicos, ¿algo más se le pide?
Y a través del paisaje agavero también se ofrece al visitante un conjunto importante de artesanía, donde la creatividad incluye la elaboración de objetos alusivos a la producción del tequila, tales como barrilitos o castañas hechas de madera de un roble conocido como palo colorado, artículos de barro y en los talleres se trabajan artículos de piel, como anforitas para llevar puesto el tequila, o bien todo un agave para llevar.
¡Ah! y no hay que dejar de visitar sus alrededores, sitios como el volcán de Tequila, donde se puede disfrutar de un día de campo, el Museo Nacional del Tequila, que ofrece una muestra fotográfica y plástica sobre su origen a lo largo de seis salas de exposición permanente y la presa La Vega.
La Ruta del Tequila para el paisaje mundial representa la oportunidad de adentrarse en su universo, conocer su riqueza cultural y artística, así como probar y vivir sus tradiciones; todo esto ligado a la bebida mexicana nacional por excelencia por la cual, definitivamente hay que dejarse seducir... además dicen por allí es curativa de la mente, alma y cuerpo. ¿Usted qué opina?