Xochimilco es lugar o cementerio florido en lengua Náhuatl, y es el único poblado de México y su valle que tiene semejanza con lo que fueron los pueblos de la cuenca lacustre en el mundo prehispánico: calles de agua y tierra construidas a base de chinanpas o islotes artificiales. Fascinante.
Los pobladores nahualtecas originales llegaron a finales del siglo XII, unos cien años antes que los mexicas de quienes terminarían por ser tributarios en el siglo XV. Desde entonces, los xochimilcas se han dedicado al cultivo de plantas medicinales; esa actividad es muy arraigada lo que hoy hace a este pueblo orgánico y declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Un sitio enorme y singular que conserva aun sus fiestas y ferias como la del Niño Padre con la terminación pan en Náhuatl con su imagen tallada en madera de colorín. El Niño Pan o Niño Dios es el benefactor del pueblo sobre todo en sus fiestas de fin y comienzo de año siendo parte de un arraigado sincretismo religioso muy típico del centro del País. Y es tan adorado que hay fila para custodiarlo hasta el 2039. Es la Fiesta de la Virgen de los Dolores otra gran celebración del pueblo xochimilca.
El Mercado de Xóchitl es emblemático pues se trata de un lugar de flores. Donde también se encuentran gran variedad de especies... muy nuestras y sanadoras. Shh. Eso es secreto.
Así, millares de personas lo visitan, pues es la prueba en sí de lo que fue México cuando el águila se posó sobre el Nopal en medio del inmenso lago. Y si la Ciudad de México se fundó sobre un lago, es algo que los gobernantes increíblemente olvidan; por lo cual casi a diario se están derrumbando o hundiendo casas, edificios y calles enteras.
Disfrutar de los recorridos por la red de canales de Xochimilco es como tradición a bordo de las trajineras coloridas y llenas de flores, esas que llevan un nombre propio como Lorenzo Rafael o la Bien Pagada... impulsadas siempre por un remero cantador o guía turística y melancólico que revive la historia una y otra vez y así... vive.
Mucho más folclóricas, coloridas y económicas resultan nuestras trajineras a comparar con las venecianas, pues de entrada los visitantes a lo lejos no se dejan esperar... quienes insisten en visitarnos aunque sea a gritos, chiflidos o enviándonos un sope o Mariachi... faltaba mas.
Son los embarcaderos de Belén, San Cristóbal y El Salitre los más conocidos desde los veintes. Y es posible llegar a ellos hasta en ¡transporte público! Si la intención es integrarse al festivo espíritu popular es el fin de semana la opción. Durante la noche la cosa se pone romántica y hay servicio de comida y bebida.
Pero es el embarcadero de Caltongo muy interesante pues fue construido en 1940, propiedad de caciques y es desde ahí que se llega a la laguna de Atahualtengo la más importante de la región en el mundo prehispánico ya que aquí se cargaban las flores y verduras que partían rumbo a Tenochtitlán y Tlatelolco.
El barrio de Xochimilco es adorado por sus habitantes que hablan del placer de haber crecido en él y conocerlo de punta a punta con foto en mano... pero también de conocerse entre ellos, y saludarse a diario cual pueblito provinciano en plena ciudad.
Imperdible es pasar por el Museo Dolores Olmedo, esa gran diva musa del cine mexicano, rival de María Félix que alcanzó fama incluso en Hollywood y se dice volvió loco de amor al gran Pedro Armendariz.
Generosa, dejo su legado en aquella gran hacienda forrajera La Noria construcción del siglo XVII rodeada de plantas mexicanas como magueyes, dalias, tejocotes y por donde deambulan pavorreales, guajolotes y perros xoloizcuintles (la única especie canina autóctona que nos queda). Sitio que fuera su hogar y que albergan algunas de las obras como "La Columna Rota" o "Unos cuantos piquetitos" del caballete de Frida pero también de Diego Rivera... su gran cómplice. De aquí al Museo Arqueológico es una parada.
Pero son sus embarcaderos xochimilcas donde es posible ver el reflejo fiel de los gustos autóctonos y contemporáneos nuestros, así como en los jardines Morelos y Juárez o el Parque ecológico Xochimilco lugares a reconocernos.
Es ahí donde es posible palpar el alma culta de Xochimilco, de México prehispánico y sus artes desde la visión de una artista encumbrada del cine que, por ejemplo, en su infinita generosidad dona el museo al pueblo y muestra la obra de Frida Kahlo y Diego Rivera con quienes mantuvo relaciones de amor... odio... amor.
La trajinera espiritual del día de muertos es también la más ecológica, la del embarcadero de Cuemanco no se permite música o comida... pero cuenta con mercado de artesanías donde se lleva de cierto en noviembre con motivo del día de muertos la representación teatral de la llorona "nuestra opera" en una isleta de la laguna del Tlitac.
Es en la obra Las calles de México, del escritor González Obregón, donde se narra esta leyenda del siglo XVI donde cuenta que en los años siguientes a la conquista los habitantes de la ciudad se recluían en sus hogares después de las doce de la noche... y era el espectro de una mujer vestida de blanco que recorría las calles mientras gritaba ¡Ay mis hijos! de lo que historiadores dicen que ha sido una reacción hacia la conquista española, de tristeza indígena y culpa española... está mujer era Tonantzin "nuestra madre" tierra?.. una leyenda más a descubrir a través de sus sabios habitantes de quien somos hermanos... Y qué mejor que a bordo de una espectacular trajinera digna de la opera más sofisticada, con Mariachi o no.