Vestigios de una aldea de ocupación teotihuacana en los límites con el Conjunto Urbano Nonoalco-Tlatelolco, de la Ciudad de México, fueron hallados por un equipo de investigación de la Dirección de Salvamento Arqueológico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), informó el instituto en un comunicado.
De acuerdo con el texto, esta aldea había sido reportada por el arqueólogo Francisco González Rul, entre 1960 y 1964, durante la construcción de los edificios hito de la arquitectura moderna. El hallazgo se hizo entre marzo y junio de este año.
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“El asentamiento pudo ser reconocido en función del hallazgo de elementos como canales, pisos, alineamientos de piedra, huecos de poste, un pozo artesiano, renivelaciones de buena factura que alternaron con gruesas concentraciones de cerámica y el hallazgo de tres entierros humanos”, detalla el comunicado. Los entierros son de un menor de edad y dos adultos, “acompañados de una serie de cajetes pulidos de base anular, con características teotihuacanas”.
Según los expertos, la aldea se puede ubicar cronológicamente alrededor de los años 450 y 650 de nuestra era. Los arqueólogos Juan Carlos Campos Varela y Mara Abigail Becerra Amezcua, quienes dirigen la investigación, explican en el mensaje, que en su obra La cerámica en Tlatelolco, de 1988, Francisco González Rul planteó que pudo existir un tlatel (poblado), “desde épocas anteriores a la fundación de Tlatelolco sobre un islote natural que ocupó territorialmente gran parte de los barrios tlatelolcas en Iztatla y Tolquechiuca, distribuidos en el territorio que hoy ocupan las calles de Privada Marte, Marte y Héroes, al oriente; Estrella, al sur; Eje 1 Norte Guerrero, al poniente; cerrando al norte dentro de la Unidad Nonoalco-Tlatelolco”.
El comunicado del INAH agrega que basado principalmente en el estudio de la cerámica teotihuacana, “González Rul planteó que se trataba de una aldea de pescadores–recolectores que tenían como base de subsistencia el autoconsumo y el aprovechamiento de los recursos lacustres del lago de Texcoco, durante el periodo Clásico”.
El documento señala que la aldea teotihuacana corresponde a la ocupación más temprana descubierta en un predio de 400 metros cuadrados, dentro del área de protección patrimonial San Rafael-Juárez-Guerrero; “a través de pozos de sondeo y excavaciones extensivas, además, se identificó una ocupación mexica, así como cuatro históricas: una del siglo XVIII, otra del XIX y dos del XX, arrojando un total de seis ocupaciones culturales”.
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Entre los elementos que permitieron la identificación de estos vestigios, se encuentran dos canales, “que parecen haber delimitado espacios de chinampería o procesos de construcción de terraplenes con los cuales ganaban terreno al lago de Texcoco que se ubicaba al sureste del predio, hacia la zona que hoy conocemos como La Lagunilla”.
Además, hallaron evidencias de naturaleza histórica que corresponden a elementos arquitectónicos, “como pisos de concreto, enladrillados, empedrados, recubrimientos de tabique, muros de mampostería y tuberías de agua potable y drenaje que permitieron definir la planta arquitectónica de un inmueble que se conformó de varias habitaciones alrededor de un posible patio central. Asociado a lo anterior, se recuperaron materiales arqueológicos de cerámica, hueso de animal, numismática, madera, vidrio y metal”, señala el comunicado en el que también se informa que las excavaciones arqueológicas han concluido.
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