/ jueves 7 de noviembre de 2019

Sandra Lorenzano dice cómo sobrevivir y enfrentar el miedo en El día que no fue

La novela se presenta hoy a las 19:00 horas en la librería Rosario Castellanos, con la presencia de la autora

Esta es una novela de resistencia, dice Sandra Lorenzano autora de El día que no fue. Trata del miedo, de cómo sobrevivimos a él, explica la escritora y catedrática de origen argentino, quien llegó a este país exiliada junto a su familia cuando era adolescente.

La anónima protagonista de El día que no fue, relata el vacío, la inmovilidad del tiempo detenido tras ser expulsada de la vida del ser amado. Una separación que no le trae únicamente soledad. También, un miedo profundo. Más que una serie de sucesos, son reflexiones acerca de aquello que le ha causado temor y se le presenta nuevamente a partir de la pérdida del amor.

"Pero no se queda bloqueada y me gusta, porque creo que éste es un momento en el que más allá de contarnos las historias del horror, tenemos que empoderarnos, saber que podemos resistir y sobrevivir", asegura en entrevista.

En medio de la trama de una violenta ruptura amorosa, hay otras historias en las que las grandes tragedias, como el exilio, la dictadura o la violencia, se empatan con las pequeñas tragedias de la vida cotidiana. Al respecto, Lorenzano explica: "He trabajado tanto en novelas como en ensayos la relación entre la historia íntima, personal, y la social o colectiva, porque nuestra historia personal está marcada por la social, que a su vez está formada por pequeñas historias individuales".

En la novela, hace referencia a su abuela materna, quien nació en Rusia, de familia judía. "A los nueve meses sus padres, huyendo del Ejército zarista, la llevaron a Argentina. Ella vivió como bebé toda esa violencia y cuando estaba escribiendo la novela, leí un artículo acerca que los miedos que han vivido nuestros antepasados, quedan grabados en el ADN, hay ciertos reflejos emotivos que tienen que ver con el miedo y la sobrevivencia", comparte.

"Es una hipótesis lo de sentir miedos que nuestros antepasados vivieron. Lo que sí tengo clarísimo es que cuando tienes temor por algo, se te actualizan todos tus miedos, desde el más básico de no querer que tu mamá se aleje, hasta el de caminar sola por las calles", agrega.

"Las mujeres hemos aprendido a naturalizar el miedo y cuando temes por algo, como puede ser una ruptura amorosa, cuando sabes que la otra persona se puede poner violenta, pues se actualizan todos tus miedos, te sientes mucho más vulnerable", asegura.

Y es que la separación, admite, es una especie de exilio. "Porque hace sentir la fragilidad, como cuando te obligan a irte de tu casa; es un duelo como cuando alguien querido muere, que se muere también una parte de ti, ese que eras con la otra persona".

A lo largo de la novela, la protagonista duda en contar lo sucedido. Cuenta y no cuenta, juega con el lector que espera por la historia prometida. Y, finalmente, lo narra; quien haya sido paciente y receptivo, tendrá entre sus manos un poderoso ejemplo de sobrevivencia.

"El proceso literario lo hacemos entre dos, yo que lo cuento y quien lo recibe y lo completa. Este tipo de novela reclama un trabajo más activo de parte del lector y eso a mí, también como lectora me encanta, esa sensación de que el escritor me está considerando. La novela se construye en el momento en el que hay una mirada lectora", concluye la autora.

Esta es una novela de resistencia, dice Sandra Lorenzano autora de El día que no fue. Trata del miedo, de cómo sobrevivimos a él, explica la escritora y catedrática de origen argentino, quien llegó a este país exiliada junto a su familia cuando era adolescente.

La anónima protagonista de El día que no fue, relata el vacío, la inmovilidad del tiempo detenido tras ser expulsada de la vida del ser amado. Una separación que no le trae únicamente soledad. También, un miedo profundo. Más que una serie de sucesos, son reflexiones acerca de aquello que le ha causado temor y se le presenta nuevamente a partir de la pérdida del amor.

"Pero no se queda bloqueada y me gusta, porque creo que éste es un momento en el que más allá de contarnos las historias del horror, tenemos que empoderarnos, saber que podemos resistir y sobrevivir", asegura en entrevista.

En medio de la trama de una violenta ruptura amorosa, hay otras historias en las que las grandes tragedias, como el exilio, la dictadura o la violencia, se empatan con las pequeñas tragedias de la vida cotidiana. Al respecto, Lorenzano explica: "He trabajado tanto en novelas como en ensayos la relación entre la historia íntima, personal, y la social o colectiva, porque nuestra historia personal está marcada por la social, que a su vez está formada por pequeñas historias individuales".

En la novela, hace referencia a su abuela materna, quien nació en Rusia, de familia judía. "A los nueve meses sus padres, huyendo del Ejército zarista, la llevaron a Argentina. Ella vivió como bebé toda esa violencia y cuando estaba escribiendo la novela, leí un artículo acerca que los miedos que han vivido nuestros antepasados, quedan grabados en el ADN, hay ciertos reflejos emotivos que tienen que ver con el miedo y la sobrevivencia", comparte.

"Es una hipótesis lo de sentir miedos que nuestros antepasados vivieron. Lo que sí tengo clarísimo es que cuando tienes temor por algo, se te actualizan todos tus miedos, desde el más básico de no querer que tu mamá se aleje, hasta el de caminar sola por las calles", agrega.

"Las mujeres hemos aprendido a naturalizar el miedo y cuando temes por algo, como puede ser una ruptura amorosa, cuando sabes que la otra persona se puede poner violenta, pues se actualizan todos tus miedos, te sientes mucho más vulnerable", asegura.

Y es que la separación, admite, es una especie de exilio. "Porque hace sentir la fragilidad, como cuando te obligan a irte de tu casa; es un duelo como cuando alguien querido muere, que se muere también una parte de ti, ese que eras con la otra persona".

A lo largo de la novela, la protagonista duda en contar lo sucedido. Cuenta y no cuenta, juega con el lector que espera por la historia prometida. Y, finalmente, lo narra; quien haya sido paciente y receptivo, tendrá entre sus manos un poderoso ejemplo de sobrevivencia.

"El proceso literario lo hacemos entre dos, yo que lo cuento y quien lo recibe y lo completa. Este tipo de novela reclama un trabajo más activo de parte del lector y eso a mí, también como lectora me encanta, esa sensación de que el escritor me está considerando. La novela se construye en el momento en el que hay una mirada lectora", concluye la autora.

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