Fue en la década de los ochenta cuando una banda de jóvenes de la periferia de París, conocidos como los Yamakasi, se lanzaron a cumplir ciertos retos acrobáticos en las estructuras de la ciudad.
Ahí nació la práctica del parkour, una disciplina que hoy se asocia con la gimnasia y que está tratando de dar el salto a los Juegos Olímpicos.
Este deporte suele recibir diversas denominaciones con mayor o menor dimensión artística, pero siempre con una misión, que es la de superar los obstáculos con el cuerpo.
La historia de aquellos adolescentes incluso se convirtió en una película titulada precisamente Yamakasi (2001), a la cual le siguió otra en 2004, llamada Banlieue 13
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Cherles Perrière, uno de los pioneros de esta disciplina, es hoy el responsable del parkour en el seno de la Federación Internacional de Gimnasia FIG, recordando que esta disciplina se afilió en diciembre de 2018.
“Era un modo de vida, no diferenciábamos entre la actividad y el deporte, era una mezcla. Aparentemente en este mundo las cosas deben encasillarse. Así que se le llamaron deporte y se creó una versión competitiva de nuestra actividad, que en la base no es para nada competitiva, sino más orientada a un desarrollo personal", dijo.
Sin embargo, expresó su deseo de que el parkour sea incorporado en los Juegos Olímpicos de París 2024 y de que las nuevas generaciones se sientan motivadas por la competición.
Se sienten traicionados
En contraparte, Sidney Grosprêtre, quien fue uno de los fundadores en 2011 de la Federación Francesa de Parkour (PFK), expresó: "El 'no' es por la visión de la actividad centrada en el rendimiento. La FIG se autoproclamó responsable de la actividad mundial sin concertarlo con nadie, nos sentimos como si nos hubieran robado".
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La inclusión de los tracers, nombre que reciben los practicantes del parkour, no fue sencilla en el mundo de la gimnasia; debido a que los gimnastas estimaban que eso no era para nada gimnasia. Y el resultado de las divisiones fue que el parkour fracasó en su intento de convertirse en una prueba olímpica para París 2024.
Perrière subrayó que es una pena no haber ido a estos juegos olímpicos de París, ya que habría sido una bonita historia, aunque también hizo énfasis en que eso les da tiempo para ganar madurez y ser legítimos en cuanto lo consigan.
También admitió que fue una decepción y que existe una política deportiva en la que había que tomar decisiones, y al final fue un mal que generó un bien, porque dice que no sabía si estaban muy bien preparados para tal competición.
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