/ martes 29 de mayo de 2018

Ronaldo Nazario Da Lima " El Fenómeno" capaz de hacer lo impensable

Su talento le daba para jugar en cualquier zona del ataque. El número era un simple formalismo

La pisaba, la pasaba entre las piernas y luego la volvía a pisar; de pronto, cuando nadie lo esperaba, Ronaldo tiraba un túnel, y si la jugada lo permitía, esperaba a su rival para repetir el ritual una y otra vez. No, no era crueldad, aunque lo parezca. En este mundo en el que tanta gente piensa distinto, Ronaldo Nazario da Lima fue capaz de lo impensable: de unificar criterios. Y es que entre las pocas certezas que la vida ofrece había una más grande que todas: en la cancha, Ronaldo no era humano, se trataba de un fenómeno.

Ronaldo ejemplificó a la perfección ese papel reservado para los genios brasileños. El delantero carioca aprendió desde pequeño que en esa zona del mundo el futbol no se juega, más bien se baila. El “Fenómeno” pertenece a esa clase de niños forjados al calor de las derrotas, así como Pelé lloró el “Maracanazo”, a Ronaldo le tocó sufrir por aquella década de los ochentas donde Brasil la pasó tan mal. Es el precio de la gloria.

Pocos nueves se recuerdan en la historia del futbol como él. Y es que su talento le daba para jugar en cualquier zona del ataque. El número era un simple formalismo. Ronaldo tenía un vínculo curioso con la velocidad: arrancaba, aceleraba y frenaba con ese virtuosismo que da el ser impredecible. Lo mismo marcaba goles al toque que con jugadas construidas a mil por hora.

El genio fue parte del Mundial ganado por Brasil en 1994, aunque su juventud le impidió disputar siquiera un solo partido. Fue en Francia donde Ronaldo comenzó a escribir un relato portentoso, una historia que, dicho sea de paso, dio un vuelco inesperado y se alejó de la pelota para internarse en temas más escabrosos como la vida misma. Apenas unas horas antes de disputar la final ante los anfitriones, el “Fenómeno” sufrió una crisis cardiaca que por poco le cuesta la vida. Terco como pocos, el corazón de Ronaldo dribló a la muerte. Luego, el delantero se calzó los tacos y saltó al campo de Saint Denis, aunque es cierto que poco pudo hacer. “Perdimos el Mundial, pero yo gané otra copa, la de la vida”, dijo años más tarde.

Ronaldo apareció en Corea-Japón con un mechón de cabello sobrándole a su eterno rape. Es el arte del engaño. El jugador quería que se hablara más de su look que de una lesión que comprometía su ingle, y lo logró. El brasileño marcó cuanto gol quiso por las tierras asiáticas hasta llevar a Brasil a la gran final. Ya ahí, el “Fenómeno” liquidó la tarde con un doblete ante un gigante llamado Oliver Kahn.

Con el preciado trofeo en las manos Ronaldo no hizo más que engrandecer su leyenda. El objetivo se había cumplido. Todavía, pese a las constantes lesiones de rodilla que pretendieron opacarle el talento, el “Fenómeno” regresó a una Copa del Mundo para superar a Muller y convertirse, con 15 anotaciones, en el máximo goleador en la historia de los Mundiales. Luego llegaría Miroslav Klose, pero esa es otra historia.

El futbol de Ronaldo se asemeja a un huracán que tras su paso nada vuelve a ser igual. El “Fenómeno”, con su vértigo, fue capaz de meterle la duda a toda una generación, que con esa mala costumbre que tiene de comparar siempre, cada que se cuestiona sobre lo mejor que han visto sus ojos, al menos su nombre salga y se convierta en mito, y luego ese mito se convierta en gol.

La pisaba, la pasaba entre las piernas y luego la volvía a pisar; de pronto, cuando nadie lo esperaba, Ronaldo tiraba un túnel, y si la jugada lo permitía, esperaba a su rival para repetir el ritual una y otra vez. No, no era crueldad, aunque lo parezca. En este mundo en el que tanta gente piensa distinto, Ronaldo Nazario da Lima fue capaz de lo impensable: de unificar criterios. Y es que entre las pocas certezas que la vida ofrece había una más grande que todas: en la cancha, Ronaldo no era humano, se trataba de un fenómeno.

Ronaldo ejemplificó a la perfección ese papel reservado para los genios brasileños. El delantero carioca aprendió desde pequeño que en esa zona del mundo el futbol no se juega, más bien se baila. El “Fenómeno” pertenece a esa clase de niños forjados al calor de las derrotas, así como Pelé lloró el “Maracanazo”, a Ronaldo le tocó sufrir por aquella década de los ochentas donde Brasil la pasó tan mal. Es el precio de la gloria.

Pocos nueves se recuerdan en la historia del futbol como él. Y es que su talento le daba para jugar en cualquier zona del ataque. El número era un simple formalismo. Ronaldo tenía un vínculo curioso con la velocidad: arrancaba, aceleraba y frenaba con ese virtuosismo que da el ser impredecible. Lo mismo marcaba goles al toque que con jugadas construidas a mil por hora.

El genio fue parte del Mundial ganado por Brasil en 1994, aunque su juventud le impidió disputar siquiera un solo partido. Fue en Francia donde Ronaldo comenzó a escribir un relato portentoso, una historia que, dicho sea de paso, dio un vuelco inesperado y se alejó de la pelota para internarse en temas más escabrosos como la vida misma. Apenas unas horas antes de disputar la final ante los anfitriones, el “Fenómeno” sufrió una crisis cardiaca que por poco le cuesta la vida. Terco como pocos, el corazón de Ronaldo dribló a la muerte. Luego, el delantero se calzó los tacos y saltó al campo de Saint Denis, aunque es cierto que poco pudo hacer. “Perdimos el Mundial, pero yo gané otra copa, la de la vida”, dijo años más tarde.

Ronaldo apareció en Corea-Japón con un mechón de cabello sobrándole a su eterno rape. Es el arte del engaño. El jugador quería que se hablara más de su look que de una lesión que comprometía su ingle, y lo logró. El brasileño marcó cuanto gol quiso por las tierras asiáticas hasta llevar a Brasil a la gran final. Ya ahí, el “Fenómeno” liquidó la tarde con un doblete ante un gigante llamado Oliver Kahn.

Con el preciado trofeo en las manos Ronaldo no hizo más que engrandecer su leyenda. El objetivo se había cumplido. Todavía, pese a las constantes lesiones de rodilla que pretendieron opacarle el talento, el “Fenómeno” regresó a una Copa del Mundo para superar a Muller y convertirse, con 15 anotaciones, en el máximo goleador en la historia de los Mundiales. Luego llegaría Miroslav Klose, pero esa es otra historia.

El futbol de Ronaldo se asemeja a un huracán que tras su paso nada vuelve a ser igual. El “Fenómeno”, con su vértigo, fue capaz de meterle la duda a toda una generación, que con esa mala costumbre que tiene de comparar siempre, cada que se cuestiona sobre lo mejor que han visto sus ojos, al menos su nombre salga y se convierta en mito, y luego ese mito se convierta en gol.

Municipios

Domingo arranca con Sorteo del Servicio Militar Nacional 2024

Se cuenta con 600 registros para la selección de jóvenes

Municipios

¿Quiénes serán parte de la Corte Real del Carnaval La Paz 2025?

El 7 de diciembre se decidirán las ganadores del concurso

Local

Víctor Castro presenta su "tercer encuentro" de logros y retos en Comondú

Destacaron el hospital general de Santa Rosalía, la electrificación de San Juanico, el puente Colosio en La Paz y la avenida Tamaral en Los Cabos

Policiaca

¡Corre! Carrera del policía, recaudarán fondos para mejorar gimnasio policial

La Dirección de Seguridad Pública de La Paz organiza la tercera edición de la carrera en el Coromuel

Círculos

Recuerda los cines de La Paz ¿Los conoces?

“Era una experiencia única. Desde que uno iba a acudir a las salas de cine, te arreglabas para la ocasión, bien bañado, con la mejor ropa”, comenta Sealtiel Pérez Enciso

Municipios

Retirarán carros abandonados de las calles de Los Cabos

El municipio limpiará sus calles retirando autos abandonados