Una clase diferente al aire libre se vivió en la reanudación de las prácticas presenciales en la escuela de karate Robles Shotokan, que tras permanecer por más de cuatro meses cerrado debido a la contingencia de sanitaria provocada por la pandemia del Covid-19, reinicio con gran motivación sus actividades siguiendo todos los protocolos de seguridad e higiene establecidos por las autoridades estatales de salud.
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Este Diario acudió a la primera sesión vespertina para ser testigo del regreso de las clases presenciales de karate al aire libre que fueron impartidas en la cancha del Club de Tenis Blau ubicadas atrás del Dojo a cargo del Sensei Juan Carlos Robles Acosta quien se mostró entusiasmado y contento de recibir nuevamente a sus alumnos.
“Vivimos una situación económica difícil durante los más de cuatro meses que tuvimos que cerrar la escuela de karate por la pandemia, ya que es la única fuente de ingresos de mi familia, por lo que estábamos ansiosos de regresar a impartir las clases”.
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“Cumplimos con todos los requerimientos que nos solicitaron las autoridades estatales de salud como un Curso en línea, recibiendo la autorización para la reanudación de nuestras clases con asistentes al aire libre, siguiendo todos los protocolos de seguridad e higiene”.
Las clases se impartieron en la cancha de tenis siendo instalados tatamis, separados por un 1.5 metros a cada lado, contando con un gran espacio para entrenar para evitar el contacto entre los alumnos y el maestro.
Desde la entrada se siguió un estricto protocolo, debiendo llegar a tiempo y uniformados, con botella de agua, mantener una sana distancia de 1.5 metros, tomándoles la temperatura, debiendo lavar sus manos, limpiar la suela de sus sandalias en el tapete sanitizante y colocar su calzado en el lugar asignado.
Al entrar al área de entrenamiento dirigirse a uno de los lugares marcados y desocupados, debiendo mantenerse en todo momento en su lugar durante toda la clase, para seguridad de los asistentes el Sensei uso cubrebocas durante toda la clase, la cual se llevó a cabo sin contacto físico entre alumnos.
Al término de la clase y a la salida del Dojo se siguió un protocolo, saliendo uno por uno, sólo si su acompañante ya estaba en el área de espera, debiendo lavarse las manos antes de salir del área de entrenamiento para recoger sus sandalias.