La Paz, Baja California Sur (OEM-Informex).- Para los antiguos californios no existía la muerte solo era una fase más de su existencia, señala el antropólogo físico, investigador especialista en costumbres funerarias del Centro INAH, Alfonso Rosales López, al explicar que para los antiguos californios la muerte era solo una fase de un cambio terrible por el cual el individuo tenía que pasar y en este nuevo estado quedaba inmovil, “la diferencia entre un vivo y un recién muerto es que había dejado de respirar de moverse, quejarse y comunicarse y los californios lo sabían”.
A ese estado le seguía una serie de procesos para ellos dolorosos que es la descomposición de un cadáver, como parte de la ayuda que le da el grupo para que disminuya su dolor se adoptó la costumbre de enterrar a los muertos pero en la mentalidad de la sociedad de los californios no podían dejar sufrir eternamente a su familiar en ese periodo de inmovilidad, es por eso que realizaban una segunda inhumación que liberaba al fallecido de ese estado.
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Los antiguos californios tenían que modificar el cuerpo para que la existencia del individuo cambiará por lo que todo apunta a que el concepto de alma en el individuo no existía para ellos, por lo cual para liberar al individuo de ese sufrimiento se llevaba a cabo un ceremonia por medio de la cual el individuo muerto pasaba a incorporarse a la naturaleza es decir se fusionaba con la naturaleza de su entorno más rico.
La existencia del individuo pasaba a formar parte de lo que estaba alrededor, los peces, la arena, las plantas, los animales, se fusiona con ellos, por esa razón solamente se han encontrado entierros humanos de los antiguos californios en los lugares en donde todo lo que hay alrededor sirvió para alimentarlos, “los mejores lugares de alimentación que tenían los indígenas ahí era en donde enterraban a sus inmóviles (muertos)”.
Explicó que sus inmovibles (muertos) al fusionarse con el entorno ese lugar les garantiza que sería fértil para las generaciones futuras, por eso los lugares de entierros de los californios son abundantes en toda la península de Baja California Sur pero los más significativos se localizan en La Paz, en lugares como el Conchalito, Ensenada de Muertos, Chametla, el Centenario y a lo largo de la ensenada hay varios sitios arqueológicos.
FORMAS DE SEPULTAR
Se han encontrado tres formas principales en las cuales los californios sepultaban a sus muertos, dos de ellas en playas y una más en cuevas, los investigadores ha descubierto que en ceremonias funerarias el cuerpo era depositado en una tumba de baja profundidad para lo cual tomaban el cuerpo y lo colocaban en cuclillas con las manos cruzadas al pecho y lo envolvían con pieles de animales o corteza de palma atados.
En algunos casos la sepultura contenía sus artículos personales como bateas, redes y agujas para tejer las redes en el caso de las mujeres y el arco y las flechas en el caso de los hombres, la muerte de uno de sus miembros era una gran pérdida llena de dolor ya que los antiguos californios eran pequeños grupos nómadas de 8 a 10 personas que colaboraban para la manutención de todo el grupo.
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Estos grupos de californios, según vestigios, habitaron desde Cabo San Lucas hasta la mitad de la península de Baja California en los sitios en donde existen pinturas rupestres como la Sierra de San Francisco la forma de sepultar a sus muertos podría ser boca abajo o boca arriba no se preocupaban por sepultarlos mirando hacia una determinada dirección.
Con el paso del tiempo la forma de enterrar a sus muertos evolucionó de tal forma que se han encontrados cuerpos que fueron enterrados dos veces es decir el grupo sepultaba a la persona fallecida se iba del lugar y en la siguiente temporada, de 6 a 9 meses, regresaba al lugar de la misma tumba a exhumar el cadáver y lo dejaban al descubierto en una ceremonia ritual dirigida por el guama o hechicero del grupo.
En esta segunda etapa se modifica la anatomía del cadáver tomando los huesos de la parte baja del cuerpo envolviendolo en una piel de animal y girando esa parte de derecha a izquierda hasta desprenderla, ya desprendida esa parte se colocaba junto a la parte superior invertida, encontrándose incongruencia en la anatomía del cuerpo, provocada por una segunda inhumación lo que obedecía a una necesidad de separar la anatomía.
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A veces separaban solo un brazo, a veces la cabeza las manos, pero hacia el año 1200 se cambia la forma de enterrar a los muertos, se pasa de sepultarlos en sitios abiertos para sepultarlos en cuevas de techo bajo en donde se enterraban a varias personas, “cuando alguien moría se realizaba la ceremonia pero enterraban el cuerpo al centro de la cueva se retiran y pasado un tiempo regresaban para exhumaban el esqueleto".
Los huesos exhumados en algunas ocasiones eran pintados de color rojo con piedra de ocre, un mineral de oxido de hierro que se preparaba para que tuviera color rojo, al moler la piedra la revolvian con agua y savia de cactáceas hasta formar una pasta que se le aplicaba a los huesos y procedian a acomodarlos para ellos, los amaraban con palma al extremo derecho ponian un craneo con todos los huesos de la mano y lo pies adentro.
Hacia el otro lado de los huesos largos ponían los huesos de la cadera, los hombros y luego lo envolvían completo y lo colocaban a un lado en la pared de tal forma que pasadas varias inhumaciones el último esqueleto era el del medio y eso ya no lo modificaban, pero todos lo que habían muerto antes se encontraron a lo largo de la pared de la cueva a esa forma de inhumación se le llama costumbre funeraria de las palmas.