Cuando está en temporada de competencia, la campeona y profesional del fisiculturismo Alejandra Ayala tiene derecho a un pequeño lujo: Una fruta al día.
El objetivo es consumir mil calorías cada 24 horas, el equivalente a una mísera Big Mac en combo, sin cena, colaciones, ni desayuno. Aunque para alguien de su edad y sexo la OMS recomienda para una vida sana comer al menos el doble de lo que Alejandra.
Sin embargo, para alcanzar el físico que desea y que le ha permitido alcanzar la pro card de la Federación Internacional de Fisicoculturismo (IFBB, por sus siglas en inglés), uno de los más altos reconocimientos disponibles, ella debe someterse a un régimen que parece inhumano.
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La misión –explica– no es satisfacer a nadie o un estándar impuesto por alguien más. Es medir su capacidad para cambiar lo que parece imposible.
En su menú están principalmente pollo, pescado, pavo y verduras cada tres horas y media, con carbohidratos de vez en cuando. Poca agua antes de las competencias y mucho sueño para lograrlo.
Eso, además de despertar a las cinco de la mañana para sus tres horas de entrenamiento diario, sus responsabilidades de llevar la casa, ser madre, nutrióloga, y coach.
Tienes que tener una disciplina diaria constante, desde que te levantas hasta que te acuestas, en alimentación, entrenamientos, una vida saludable en todos los sentidos
"Es todo el día estar pendiente de mis comidas, la casa, el trabajo, pero se puede llevar cuando te gusta esto. Es un deporte apasionante, tener la disciplina y el autocontrol es algo que me queda bien".
Alejandra es una argentina naturalizada mexicana que comenzó junto a sus hermanos a levantar pesas desde los 14 años, en la provincia de Santa Fe.
Con experiencia previa en el ballet, patinaje y atletismo, comenzó el camino del fisiculturismo debido a un problema de columna que le obligó a fortalecer con entrenamiento de resistencia la espalda para protegerla.
Campeona nacional en Argentina, participante del Arnold Classic, el Campeonato Sudamericano, el Campeonato Mundial, y más recientemente ganadora del pro card en el World Muscle Show Championship de Uruguay, Alejandra lleva dedicándose al fisicoculturismo desde hace 30 años.
Luego de obtener el pro card, irá a Colombia para hacer su debut como profesional. Si queda entre las cinco mejores de su categoría irá al escenario por antonomasia del fisicoculturismo, el Mr Olympia.
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Lo más difícil es controlar todas las emociones, trabajo y casa. Pero también es motivante porque tienes un propósito. ¿A dónde vas a llegar? Para mí hoy en día es un propósito de medir mi cuerpo y si está en calidad de profesional o si tengo que trabajar un año más.
"A raíz de ese sueño de obtener la tarjeta es donde viene más presión como un atleta profesional, como atleta de élite, para medir tu cuerpo en las condiciones más grandes que hay. Aumenta tu currículum pues a raíz de que soy nutrióloga es un empuje en mi carrera deportiva yen mi profesión".
El mundo del fisicoculturismo femenino ha cambiado rápidamente en los años recientes con la introducción y crecimiento de categorías menos rigurosas en cuanto a requerimientos.
Para las mujeres, la IFBB reconoce seis categorías: wellness, bikini, en las cuales se persigue una estética de "una mujer sana"; figure, fitness y physique se ubican como categorías intermedias en las que una figura atlética, una musculatura definida y cinturas pequeñas son especialmente apreciadas. Y en bodybuilding el gran tamaño, la vascularidad, simetría y definición son las reinas.
Esta última categoría es la que cada vez registra menos participación debido a la estética extrema que desarrolla y por los rasgos masculinos que el uso de hormonas deja: cejas y pómulos prominentes, grandes quijadas y narices, vello facial y voces graves. "Man face", se les dice peyorativamente.
"El bodybuilding para mujeres está prácticamente muerto (...) los medios y el público están hoy más atraídos por una buena figura y sólo existe un muy pequeño nicho que quiere ver estos físicos tan musculares", explica en un video el youtuber referente en la materia Nick Miller.
Alejandra se ubica en el medio, en figure, y antes estaba en physique, con un objetivo hoy de grasa corporal para competencia que ronda el 10 por ciento. El American Journal of Clinical Nutrition considera "aceptable" un rango de entre 21 y 32 por ciento para una mujer promedio de su edad.
"En general, la atleta está buscando tener una figura más fina, no tan voluminosa porque también te expones a que tengas que hacer más uso de fármacos y una alimentación más pesada. Todas las actividades tienen un riesgo y por cuidar la salud están cambiando las cosas. Trato de mantener una figura muy femenina a pesar de que debo llevar una musculatura esencial", dice.
Aunque su físico está lejos de estar cercano al de una categoría bodybuilding, Alejandra refiere que de vez en cuando escucha el comentario "tienes brazos de hombre".
No obstante, asegura que son pocos los que la han ofendido por cómo luce. Su esfuerzo –dice– es reconocido por la gente que le rodea.
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Incluso en estos tiempos en los que los estándares de belleza, la importancia de la apariencia y lo que significa ser mujer están siendo reinterpretados. Ella ataja la polémica sobre cómo estos temas están incidiendo en el fisiculturismo femenino: No se trata sobre cómo le ven los demás, es sobre lo que quiere para ella.
Porque es cierto que en este deporte la apariencia lo es (casi) todo. En ese sentido, una atleta como Alejandra debe exponerse al ojo público en competencias y en redes sociales.
Estas últimas en particular, si bien representan estar expuesta a opiniones desinformadas, también son un escaparate para oportunidades y trabajo. Particularmente cuando se compite en términos de espacio y atención con influencers.
"Más allá de las críticas, creo que la elección de un deporte, de ese estilo de vida, es para admirarse, lo que hay detrás de esa persona. Este es uno de los deportes en el que tienes que ser más minucioso y estricto, la gente puede llegar a ver con morbo que te expones en una foto o un video y realmente no es así, hay que ver el trasfondo. Somos libres de expresión y de elección y no debería de criticarse".
Aunque platica con naturalidad sobre lo difícil del régimen, Alejandra reconoce que no siempre es bien recompensado en términos financieros.
Que no se olvide que esto del fisiculturismo es caro: Los vuelos, los suplementos (la gran mayoría importados), la buena comida, las membresías a gimnasios, clínicas y toda la parafernalia para las competencias.
También es mal pagado. Sólo un puñado de atletas alcanzan los patrocinios suficientes para vivir dignamente con ellos. Precisamente a eso va a Colombia, para medirse con las mejores y empezar, por fin, a cosechar lo sembrado.
El apoyo es muy escaso, esta es una actividad de las más costosas, y ahí sí el mundo del fitness debería estar más protegido y solventado para estas competencias
A sus 47 años Alejandra se mantiene competitiva, ganando reconocimientos, yendo al gimnasio diariamente, probándose en competencias. Tiene que hacerlo, pues reconoce que nuevas generaciones de mexicanas y latinoamericanas están llegando a la disciplina.
Entonces, ¿si es tan sufrido, riguroso, atareado, competido y mal pagado por qué lo haces?, se le pregunta a Alejandra Ayala, IFBB Pro.
Se ríe, asienta con la cabeza y contesta: "es una pasión, saber que solamente yo con mi disciplina, llevando bien mi dieta, mi entrenamiento, puedo lograr algo que simplemente no lo vas a comprar. Es rebasar mis límites e ir más allá de lo que tú crees en cada competencia. Le gané a chicas de 25 años, entonces ni siquiera la edad te va a poner un freno.
"Más que un empoderamiento, es aprender a controlar tus emociones, es autoestima, es autosuficiencia, es amor propio", destaca.
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