“La ciencia sí sirve; sí nos resuelve problemas reales y no es tan complicado aplicarla”, menciona Gracia Gómez, científica del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (CIBNOR), después de platicarnos la aplicación directa de la ciencia y los enormes beneficios de crear biodiésel a base de aceite residual.
Gracia está empeñada en usar la ciencia en problemas sumamente cotidianos como lo es la contaminación del aceite en nuestros mares, pues la mayoría de las personas tiran éste a la cañería, mismo que termina en el mar y finalmente se genera una capa de aceite sobre nuestras playas que no permite la entrada de los rayos del sol, provocando la muerte de muchas especies.
Por eso, a ella y a sus estudiantes se les ocurrió utilizar el aceite residual que se genera de forma casera pero también la de establecimientos que preparan comida frita, como las carnitas, tacos de pescado, etc., donde se producen de 100 a 450 litros de aceite residual al mes por establecimiento.
Próximamente fijarán puntos de recolección a donde la gente podrá asistir con sus envases de pet llenos con sus aceites residuales, “porque el aceite no se tira”, para posteriormente llevarlos a los laboratorios de CIBNOR donde se pretende generar 200 litros de diésel por día que servirán para sustituir el combustible que usan actualmente los transportes de la misma institución.
Este producto busca retribuir a la sociedad, por lo cual el siguiente paso es transferir el conocimiento a las empresas que utilizan camiones de diésel para que produzcan su propio biodiésel y, de igual manera, poder surtir de éste a los camiones de la Secretaría de Educación Pública, entre otros.