La Paz, Baja California Sur.- En las colonias de La Paz resuena el eco de tambores invisibles que cuentan historias de lucha, tradición y arraigo. La comunidad afromexicana, con poco más de 20 mil personas en la región, lleva décadas enfrentando los retos del racismo y la invisibilidad social, mientras preserva sus costumbres y cultiva un sentido de pertenencia que trasciende generaciones.
Inés Paula Liévano Ávila, acompañada de sus hijos Verónica y Alexis, rememora los primeros pasos de su familia en La Paz hace más de 45 años. “Cuando llegamos aquí, nos hicieron cantar el himno nacional para comprobar que éramos mexicanos. No querían dejarnos entrar por ser morenos, y menos a quienes tenían un tono de piel más oscuro”, relata.
Este trato diferenciado refleja un racismo que ha sido parte de su experiencia cotidiana. Incluso en tiempos recientes, miembros de la comunidad han sido rechazados en trabajos o relaciones personales debido al color de su piel.
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A pesar de ello, la familia Liévano señala que en su unión y su cultura encontró la tranquilidad y la fuerza para resistir y afrontar las adversidades diarias.
Tradiciones que mantienen viva su identidad
La comunidad afromexicana conserva con orgullo sus costumbres, muchas de ellas transmitidas desde sus raíces en Oaxaca y Guerrero.
Una de las celebraciones más importantes es el Día de Muertos, donde los altares se llenan de tamales de diversos guisos, entre ellos, aunque extraños para algunos, de iguana, armadillo y mariscos, que representan las variaciones gastronómicas y los gustos de sus seres queridos que ya no están.
Además, también cuentan con las fiestas en honor a la Virgen de Juquila, una figura emblemática y de gran respeto para la comunidad, que representa un símbolo de fe y resistencia cultural.
“Todo lo que ponemos en los altares tiene un motivo, es un tributo a quienes nos precedieron”, comenta Inés, al recalcar la importancia de preservar estas tradiciones, como “Las chilenas”, un baile típico oaxaqueño que forma parte esencial de sus festividades, que fortalece el vínculo con sus raíces en tierras sudcalifornianas.
Un largo camino hacia la justicia y el reconocimiento
A pesar de los avances sociales, legislativos y cambios culturales en México y en Baja California Sur, la comunidad todavía enfrenta desafíos para acceder a servicios básicos.
Liévano Ávila recuerda que no fue hasta hace poco que logró obtener seguro médico, a pesar de llevar varias décadas de trabajo sin contar con dicha prestación que por ley, debía recibir.
“Antes no se les exigía a los empleadores que nos dieran seguro. Todo cambió cuando comenzamos a alzar la voz y reclamar nuestros derechos”, afirma, atribuyendo este cambio en parte a los movimientos encabezados por líderes que incentivaron la organización comunitaria.
En las colonias donde habitan, que la lista en La Paz es larga, la falta de infraestructura fue, y en algunos casos sigue siendo, una constante; sin embargo, a través del trabajo colectivo, lograron mejorar espacios públicos, como canchas deportivas, y han dado vida a áreas abandonadas con el fin de transformar su entorno.
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Construyendo un futuro visible
A pesar de las divisiones internas derivadas de conflictos políticos, la comunidad afromexicana en La Paz sigue creciendo y fortaleciéndose.
Su lucha por la visibilidad no solo busca erradicar el racismo, sino también posicionar sus tradiciones como un patrimonio valioso para todos.
“Queremos que nuestras futuras generaciones sigan conociendo y viviendo nuestras tradiciones, que no se pierda lo que nuestros antepasados nos dejaron”, concluye Inés Liévano.
Su voz, junto con la de su familia, resuena como un llamado a la empatía y al respeto por una comunidad que, a pesar de las adversidades, sigue de pie, mostrando al mundo que su identidad es una fuente de riqueza y orgullo.