Crisis humanitaria en San Francisco por falta de comida

La gente ha podido sobrellevar la crisis gracias a la caridad de algunos de los pueblos vecinos

Elías Medina | El Sudcaliforniano

  · jueves 18 de marzo de 2021

Crisis humanitaria en las comunidades de la sierra de San Francisco a causa de la pandemia y la sequía. Foto: Cortesía | Everardo Arvizu

La Paz, Baja California Sur (OEM-Informex).- Un crisis de pobreza sin precedentes enfrentan los habitantes de San Francisco de la Sierra debido a sequía de un año y la falta de turismo a las Pinturas Rupestres que generó la pandemia deCovid-19; se trata de una de las regiones más pobres del estado ubicada en el corazón de la Reserva de la Biosfera de Vizcaíno, declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO, y protegida por el Instituto Nacional de Antropología e Historia.

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No hay ningún ingreso; la falta de lluvias trajo una situación muy crítica porque no hay pasto ni arbustos para las cabras en el monte y en consecuencia tampoco hay queso para comer ni para vender; aunque aún no se puede considerar que haya hambruna algunas rancherías están sufriendo por la falta de alimento, y según los adultos mayores no hay antecedente de tanta pobreza, señaló el subdelegado de gobierno Everardo Arvizu Meza.

COMEN DOS VECES AL DÍA

Desde siempre, aquí las familias hacen solo dos comidas al día–a las 11 de la mañana y a las 6 de la tarde- y no por gusto sino por necesidad: no alcanza para desayuno, comida y cena, explicó el también maestro de la escuela primaria unitaria a la que hasta antes de la pandemia de Covid-19 acudían 11 niños, algunos de los cuales tenían que cabalgar o caminar durante horas para llegar a su centro escolar.

Arvizu Meza informó que la campaña de ayuda humanitaria que inició hace algunos días por parte algunas personas de pueblos vecinos está teniendo buenos resultados, especialmente entre los políticos que aspiran a un cargo de elección popular, lo mismo que de familias altruistas de San Ignacio, Vizcaíno, Guerrero Negro y la zona Pacífico Norte; explicó que la ayuda está fluyendo de manera espontánea y que no hay centro de acopio; quienes desean aportar lo hacen entregando directamente en la comunidad.

12 RANCHERÍAS, 270 HABITANTES

Prácticamente la totalidad de las 12 rancherías de la zona se dedican a la caprinocultura, y aunque en años normales o de sequía moderada los rebaños se sueltan durante el día y se encorralan en las noches, en esta temporada y debido a lo duro del estiaje, los animales andan sueltos desde hace más de 5 meses ya que los sitios donde queda un poco de agua están a más de 3 kilómetros de distancia.

La mayor parte de la población son adultos mayores de 70 años; muchos con problemas de diabetes e hipertensión a consecuencia de la alta ingesta de sal contenida en los quesos de cabra que es el alimento básico de la dieta local, y aunque hasta durante casi un año estuvieron libres de contagios de Covid-19, hace apenas unas semanas se presentó en primer caso positivo, en un vecino que tuvo que recibir atención médica en el hospital de Vizcaíno.

Con el inicio de la pandemia se cerró el acceso a las pinturas rupestres y se conminó a los pueblos vecinos a no ir a la zona, lo que derivó en un aislamiento casi total durante cerca de un año, con solo visitas esporádicas de políticos o de lugareños que salían a comprar insumos o alimentos.

Desde hace más de 15 años el número de habitantes en esta región permanece sin cambios significativos; son aproximadamente 270 personas entre niños, jóvenes, adultos y ancianos de las rancherías de San Francisco, El Rayo, Guadalupe, San Gregorito, San Gregorio, San Antonio, La Tinaja, San Julio, Santana, San Esteban, San Pedro, San Nicolás, La Cueva y Las Golondrinas.

El número de niños tampoco ha variado; son solo 11 menores los que acuden a la escuela primaria, y en lo que va de la pandemia hacen sus tareas desde sus casas, con trabajos que les encarga el profesor cada determinado tiempo vía redes sociales, aprovechando que a casi todas las rancherías llega la señal de celular y de internet.

Además de la venta de cabras y la elaboración de quesos, otro ingreso para los locales de habitantes de la sierra de San Francisco es la llegada de turistas a visitar las antiquísimas pinturas rupestres entre las que destacan La Pintada, El Palmarito y El Ratón, que según algunos estudios alcanzan una antigüedad de más de 10 mil años.

Sin embargo, a fin de prevenir contagios de Covid-19, estos sitios arqueológicos han permanecido cerrados durante toda la pandemia, incluso, a pesar de que el INAH autorizó su reapertura en enero pasado; a petición de las comunidades, la fecha quedó sin efecto.

Crisis humanitaria en las comunidades de la sierra de San Francisco a causa de la pandemia y la sequía. Foto: Cortesía | Everardo Arvizu

PINTURAS RUPESTRES

Una vez que en las últimas semanas la pandemia bajó de intensidad en todo el estado incluyendo al municipio de Mulegé que durante meses se ubicó con la mayor tasa de incidencia, los pobladores han enviado una carta al INAH para que se reinicie la actividad, sin que a la fecha hayan obtenido una respuesta; la idea es aprovechar las vacaciones de Semana Santa que es cuando tradicionalmente llegan más visitantes, señaló Arvizu Meza.

UN AÑO SIN LLUVIAS

La última vez que llovió en la sierra fue en marzo del año 2020, en una región donde se estima hay entre 10 mil y 11 mil cabras, mismas que desde hace 5 meses andan sueltas en el monte en sitios cercanos a los represos de Santa Gertrudis y el conocido como el Muro de Arriba, en donde apenas hay agua para un mes más.

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Aquí lo mismo afecta el frio que el calor cuando los rebaños no tienen agua ni comida; las bajas temperaturas las hacen enfermar con mayor facilidad y en el verano la falta de agua y alimento también resultan fatales; a la fecha se estima que han muerto entre mil 500 y 2 mil cabras, aunque el número exacto se va a conocer cuando los animales regresen a sus corrales.