/ lunes 24 de junio de 2024

Familias en zonas de riesgo retan al peligro

El cambio climático hace que los huracanes tengan cada vez más fuerza y sean inesperados

La Paz, Baja California Sur.- Hasta 18 ciclones tropicales se tienen previstos en el Pacífico mexicano durante la actual temporada que inició el pasado 15 de mayo y se extiende al mes de noviembre.

Lee: Se presentan las primeras lluvias de la temporada en La Paz

Miguel Ángel Imaz Lamadrid, responsable del programa educativo de Prevención de Desastres y Protección Civil de la Universidad Autónoma de Baja California Sur dijo que de acuerdo a la Reunión Nacional de Protección Civil realizada en La Paz, se esperan entre ocho y nueve tormentas tropicales, cuatro o cinco huracanes categoría 1 a 3 -en la escala Saffir Simpson- y los demás arriba de la categoría 3, es decir, con vientos superiores a los 210 kilómetros por hora.

Añadió que históricamente agosto y septiembre son los meses más críticos para Baja California Sur, cuando impactan más los ciclones tropicales, pero hay que estar preparados toda la temporada, sobre todo ahora con las variaciones provocadas por el cambio climático, que los vuelve más intensos.

Expresó que los huracanes Odile que impactó a Baja California Sur en septiembre del 2014 como categoría 4 y más recientemente Otis que azotó el estado de Guerrero en octubre del 2023 como categoría 5, dejan ver que hay mucho trabajo por hacer en materia de seguimiento y prevención de estos fenómenos ciclónicos.

Dijo que el caso de Otis fue muy extraño porque para hacer una proyección de la trayectoria de un huracán se requiere una infraestructura “brutal” que de hecho no la tiene México, sino la Agencia Atmosférica de Estados Unidos, la cual cuenta con aviones caza huracanes, satélites y computadoras del tamaño de una casa, sin embargo, con este huracán todo falló, y los científicos de ese país lo reconocieron.

Expresó que si algo tienen estas agencias es que cuando se equivocan hacen un análisis exhaustivo de lo que ocurrió para no repetir el error, por lo que hay un reporte en su página web en la que aceptan que se equivocaron con un modelo que subestimó a Otis por 100 millas por hora.

Y es que en 24 horas Otis pasó de ser una tormenta tropical con vientos de 63 a 118 km/h a un huracán categoría 5, con vientos superiores a los 250 km/h, por lo que agarró a los habitantes y turistas de Acapulco muy tranquilos, esperando una tormenta y cuando se dieron cuenta ya les estaba pegando el viento con rachas de casi 300 kilómetros por hora y ya no había nada que hacer.

Refirió que con el huracán Norma, que impactó los estados de Baja California Sur y Sinaloa en octubre del 2023, pasó algo similar, pero se tuvo suerte, porque el pronóstico decía que iba a pasar frente a Cabo San Lucas y San José del Cabo rumbo al estado de Sinaloa, pero cuando amaneció, al día siguiente, estaba en Todos Santos, como categoría 1 con vientos de 118 a 152 km/h.

“Si hubiera sido categoría 3 (vientos de 179 a 209 km/h), no sé cómo nos hubiera ido”, advirtió.

Dijo que esto deja como lección que aún con toda la tecnología que se tiene, no se puede predecir bien la orientación y el poder de los ciclones tropicales, “y eso nos tiene que obligar a tomar medidas preventivas, por ejemplo, no subestimar, si el pronóstico dice que va a llegar como tormenta tropical, pues vamos pensando que nos puede llegar como huracán categoría 2 o 3, instalar esas medidas y no confiarnos tanto de los pronósticos”.

NUEVO ATLAS DE RIESGO PARA BCS

Un instrumento que ayudará en la planeación y prevención de desastres es el Atlas de Riesgo del estado elaborado por la Universidad Autónoma de Baja California Sur.

Imaz Lamadrid dijo que este estado y Sinaloa eran los únicos que no contaban con esta herramienta a nivel nacional, a pesar de los riesgos que corren con relación a los huracanes, pero en el caso de Baja California Sur ya se presentó el documento al gobernador Víctor Manuel Castro Cosío.

Precisó que el Atlas de Riesgo es un instrumento cartográfico que permitirá a cualquier persona identificar si su casa o su negocio está en una zona de riesgo; en tanto que a las autoridades y desarrolladores les ayudará a tomar decisiones en los temas de infraestructura y asentamientos humanos.

“Por ejemplo, si hay una zona que frecuentemente se inunda se podría planificar un bordo para proteger esa colonia o de plano decir aquí no se construye, depende mucho de cómo se dé el análisis, pero es una herramienta importante que Baja California Sur no tenía”, expresó.

Imaz Lamadrid puntualizó que de acuerdo el documento, en Los Cabos hay más de 6 mil familias viviendo en asentamientos irregulares, que por lo regular son zonas de riesgo, esto es, zonas con alta vulnerabilidad y alta probabilidad de que sean afectadas por un evento adverso como los huracanes y los incendios.

Precisó que en el primer caso pueden perjudicar principalmente a quienes se asientan en cauces y cerca de arroyos, mientras que en el segundo los cables de luz que pasan de un patio a otro de forma irregular siempre serán un riesgo de incendio.

Esto sin contar que estas colonias no tienen servicios de agua, recolección de basura ni drenaje, por lo que representan un problema de contaminación permanente para sus habitantes, y para el destino turístico cuando todo esto va a desembocar al mar por medio de las corrientes de agua provocadas por los ciclones tropicales.

El especialista puntualizó que con el cambio climático los huracanes pueden ser más intensos cada vez, por lo que se debe pensar en la infraestructura urbana y turística que requiere Baja California Sur, catalogado como el estado más con mayor riesgo de ciclones tropicales.

Mencionó que los hoteles no cuentan con bunker o refugios especiales para este tipo de fenómenos naturales y al parecer tampoco hay un reglamento que exija determinadas características de construcción, a fin de que puertas, ventanas y paredes de Tablaroca no salgan volando como ocurrió con “Odile”.

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En el tema de los refugios para población, dijo que hasta ahora las escuelas han sido adaptadas como tales, pero el problema aquí es con la gente, pues muchas personas que viven en zonas de riesgo no quieren salir de sus casas por temor a que les roben sus pertenencias, no hacen caso a los llamados de las autoridades y cuando el fenómeno ya está encima es muy difícil y peligroso ayudarlas.

Expuso que como sociedad no se puede dejar que la autoridad resuelva todo, por lo que es importante que las personas hagan conciencia de lo que pueden hacer en materia de prevención de desastres.

Las personas no deben esperar a que vayan por ellas para llevarlas a los refugios si viven en casas muy vulnerables; o si tienen casas más sólidas deben ajustar de forma anticipada las tapas de los tinacos, hacerse de un botiquín de primeros auxilios, colocar cinta adhesiva en las ventanas ante la aproximación de un ciclón tropical, adquirir un radio y una lámpara de pilas, un extintor, proteger los documentos importantes en bolsas de plásticos, almacenar agua y alimentos no perecederos, no salir a la calle y menos cruzar arroyos, es decir, seguir las recomendaciones de protección civil para salvaguardar la vida.

La Paz, Baja California Sur.- Hasta 18 ciclones tropicales se tienen previstos en el Pacífico mexicano durante la actual temporada que inició el pasado 15 de mayo y se extiende al mes de noviembre.

Lee: Se presentan las primeras lluvias de la temporada en La Paz

Miguel Ángel Imaz Lamadrid, responsable del programa educativo de Prevención de Desastres y Protección Civil de la Universidad Autónoma de Baja California Sur dijo que de acuerdo a la Reunión Nacional de Protección Civil realizada en La Paz, se esperan entre ocho y nueve tormentas tropicales, cuatro o cinco huracanes categoría 1 a 3 -en la escala Saffir Simpson- y los demás arriba de la categoría 3, es decir, con vientos superiores a los 210 kilómetros por hora.

Añadió que históricamente agosto y septiembre son los meses más críticos para Baja California Sur, cuando impactan más los ciclones tropicales, pero hay que estar preparados toda la temporada, sobre todo ahora con las variaciones provocadas por el cambio climático, que los vuelve más intensos.

Expresó que los huracanes Odile que impactó a Baja California Sur en septiembre del 2014 como categoría 4 y más recientemente Otis que azotó el estado de Guerrero en octubre del 2023 como categoría 5, dejan ver que hay mucho trabajo por hacer en materia de seguimiento y prevención de estos fenómenos ciclónicos.

Dijo que el caso de Otis fue muy extraño porque para hacer una proyección de la trayectoria de un huracán se requiere una infraestructura “brutal” que de hecho no la tiene México, sino la Agencia Atmosférica de Estados Unidos, la cual cuenta con aviones caza huracanes, satélites y computadoras del tamaño de una casa, sin embargo, con este huracán todo falló, y los científicos de ese país lo reconocieron.

Expresó que si algo tienen estas agencias es que cuando se equivocan hacen un análisis exhaustivo de lo que ocurrió para no repetir el error, por lo que hay un reporte en su página web en la que aceptan que se equivocaron con un modelo que subestimó a Otis por 100 millas por hora.

Y es que en 24 horas Otis pasó de ser una tormenta tropical con vientos de 63 a 118 km/h a un huracán categoría 5, con vientos superiores a los 250 km/h, por lo que agarró a los habitantes y turistas de Acapulco muy tranquilos, esperando una tormenta y cuando se dieron cuenta ya les estaba pegando el viento con rachas de casi 300 kilómetros por hora y ya no había nada que hacer.

Refirió que con el huracán Norma, que impactó los estados de Baja California Sur y Sinaloa en octubre del 2023, pasó algo similar, pero se tuvo suerte, porque el pronóstico decía que iba a pasar frente a Cabo San Lucas y San José del Cabo rumbo al estado de Sinaloa, pero cuando amaneció, al día siguiente, estaba en Todos Santos, como categoría 1 con vientos de 118 a 152 km/h.

“Si hubiera sido categoría 3 (vientos de 179 a 209 km/h), no sé cómo nos hubiera ido”, advirtió.

Dijo que esto deja como lección que aún con toda la tecnología que se tiene, no se puede predecir bien la orientación y el poder de los ciclones tropicales, “y eso nos tiene que obligar a tomar medidas preventivas, por ejemplo, no subestimar, si el pronóstico dice que va a llegar como tormenta tropical, pues vamos pensando que nos puede llegar como huracán categoría 2 o 3, instalar esas medidas y no confiarnos tanto de los pronósticos”.

NUEVO ATLAS DE RIESGO PARA BCS

Un instrumento que ayudará en la planeación y prevención de desastres es el Atlas de Riesgo del estado elaborado por la Universidad Autónoma de Baja California Sur.

Imaz Lamadrid dijo que este estado y Sinaloa eran los únicos que no contaban con esta herramienta a nivel nacional, a pesar de los riesgos que corren con relación a los huracanes, pero en el caso de Baja California Sur ya se presentó el documento al gobernador Víctor Manuel Castro Cosío.

Precisó que el Atlas de Riesgo es un instrumento cartográfico que permitirá a cualquier persona identificar si su casa o su negocio está en una zona de riesgo; en tanto que a las autoridades y desarrolladores les ayudará a tomar decisiones en los temas de infraestructura y asentamientos humanos.

“Por ejemplo, si hay una zona que frecuentemente se inunda se podría planificar un bordo para proteger esa colonia o de plano decir aquí no se construye, depende mucho de cómo se dé el análisis, pero es una herramienta importante que Baja California Sur no tenía”, expresó.

Imaz Lamadrid puntualizó que de acuerdo el documento, en Los Cabos hay más de 6 mil familias viviendo en asentamientos irregulares, que por lo regular son zonas de riesgo, esto es, zonas con alta vulnerabilidad y alta probabilidad de que sean afectadas por un evento adverso como los huracanes y los incendios.

Precisó que en el primer caso pueden perjudicar principalmente a quienes se asientan en cauces y cerca de arroyos, mientras que en el segundo los cables de luz que pasan de un patio a otro de forma irregular siempre serán un riesgo de incendio.

Esto sin contar que estas colonias no tienen servicios de agua, recolección de basura ni drenaje, por lo que representan un problema de contaminación permanente para sus habitantes, y para el destino turístico cuando todo esto va a desembocar al mar por medio de las corrientes de agua provocadas por los ciclones tropicales.

El especialista puntualizó que con el cambio climático los huracanes pueden ser más intensos cada vez, por lo que se debe pensar en la infraestructura urbana y turística que requiere Baja California Sur, catalogado como el estado más con mayor riesgo de ciclones tropicales.

Mencionó que los hoteles no cuentan con bunker o refugios especiales para este tipo de fenómenos naturales y al parecer tampoco hay un reglamento que exija determinadas características de construcción, a fin de que puertas, ventanas y paredes de Tablaroca no salgan volando como ocurrió con “Odile”.

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En el tema de los refugios para población, dijo que hasta ahora las escuelas han sido adaptadas como tales, pero el problema aquí es con la gente, pues muchas personas que viven en zonas de riesgo no quieren salir de sus casas por temor a que les roben sus pertenencias, no hacen caso a los llamados de las autoridades y cuando el fenómeno ya está encima es muy difícil y peligroso ayudarlas.

Expuso que como sociedad no se puede dejar que la autoridad resuelva todo, por lo que es importante que las personas hagan conciencia de lo que pueden hacer en materia de prevención de desastres.

Las personas no deben esperar a que vayan por ellas para llevarlas a los refugios si viven en casas muy vulnerables; o si tienen casas más sólidas deben ajustar de forma anticipada las tapas de los tinacos, hacerse de un botiquín de primeros auxilios, colocar cinta adhesiva en las ventanas ante la aproximación de un ciclón tropical, adquirir un radio y una lámpara de pilas, un extintor, proteger los documentos importantes en bolsas de plásticos, almacenar agua y alimentos no perecederos, no salir a la calle y menos cruzar arroyos, es decir, seguir las recomendaciones de protección civil para salvaguardar la vida.

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