La Paz, Baja California Sur (OEM-Informex).- En medio de una gran incertidumbre, inició este lunes 1 de agosto la temporada de captura de rayas y tiburones en los litorales del Golfo de California y en la costa del Pacífico, con expectativas de que el precio en troncho arranque con 25 pesos el kilo en playa.
Y es que entre quienes se dedican a esta que es la más tradicional de las pesquerías del estado, existe la presunción de que en años con escasos huracanes la disponibilidad del recurso es muy baja, y aunque se trata de noción empírica, es resultado de la experiencia acumulada de generaciones que desde hace 70 años se dedican a estas capturas.
Así, los pescadores están a la espera de las primeras capturas para proyectar si habrá de ser o no una buena temporada, aunque de entrada los precios del producto se mantienen atractivos y sin problemas de comercialización debido a que el consumo tanto de filete fresco como en seco ha ido a la alza en los últimos años, y a que la aleta tampoco tiene problemas para su venta y exportación.
En la temporada 2021, el consumo se desplomó hasta en un 50%, afectando a cientos de pescadores de la región Las Barrancas, López Mateos y San Juanico y la zona sur del Golfo de California, desde El Sargento hasta Los Frailes, de donde sale casi la totalidad del tiburón seco que se envía a las centrales de abasto de la ciudad de México y de Guadalajara, y a Monterrey el filete fresco.
El término de la veda aplica también para el cazón, mantarraya, guitarra, y gavilán blanco y negro; es una de las actividades de más arraigo entre las familias de comunidades ribereñas, y se estima que en los dos litorales trabajan estas especies más de mil 500 pescadores.
Es tan antigua la pesquería, que en los litorales del Golfo de California, muy cerca de San Francisquito, hay vestigios de viejos campamentos de pescadores de Sonora que venían por temporada a trabajar esta especie.
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La temporada inicia el 1 de agosto y concluye el 1 de mayo con 150 esfuerzos autorizados por la Comisión Nacional de Pesca, de los cuales 100 corresponden a permisionarios y 50 a cooperativas, con una zafra promedio de entre 2 y 3 toneladas por cada unidad productiva, con una forma tradicional de pesca que garantiza una explotación racional de cuotas y con ello la sustentabilidad de la especie.
Durante décadas la carne seca de mantarrayas y de tiburón fue de amplio consumo a nivel local y aunque con el paso de los años se ha ido sustituyendo por otras, sigue siendo uno de los platillos tradicionales entre las familias de la entidad, especialmente en las comunidades de Punta Arena, El Sargento, Agua Amarga, San Carlos, Puerto Chale, López Mateos, Nicolás, San Bruno y Mulegé, aunque la mayor parte se vende en los grandes centros de consumo del país, como pescado seco tipo bacalao.
