"Crecí jugando entre las tumbas": Vecinos de panteón en La Paz le temen más a los vivos

Uno de los residentes de la colonia tuvo que subir la barda de su casa para que las visitas no sintieran miedo

Aarón Romero / El Sudcaliforniano

  · viernes 1 de noviembre de 2024

Para muchas personas fue más tenebroso ver los camiones con cuerpos rescatados del huracán Liza. Foto: Julián García / El Sudcaliforniano

La Paz, Baja California Sur.- Una barda separa a las viviendas de las tumbas del panteón municipal de Los San Juanes, fundado en 1882; ubicado entre dos de las colonias más populares de La Paz, la Agustín Olachea Avilés y la Antonio Navarro Rubio. El surgimiento de este espacio dedicado a los difuntos se debió al azote de la fiebre amarilla la cual provocó la saturación del panteón que en ese entonces se encontraba ubicado donde está el estadio Arturo C. Nahl.

Más allá de la leyenda romántica de que dos enamorados se batieron a duelo por el amor de una mujer de nombre Juana y que ambos enamorados murieron en el duelo y ella fue condenada a permanecer soltera toda su vida se encuentra otra más real y contemporánea que data en década de los setentas cuando la familia Poblano se estableció a un lado del panteón de Los San juanes.

Gustavo Poblano, residente con más de 50 años viviendo a un lado de las tumbas cuenta que cuando su familia se instaló en el lugar no existían servicios públicos en la colonia Agustín Olachea; no había agua potable por lo cual la única llave estaba ubicada dentro del panteón, lugar de donde la extraían; además de ser su campo de juegos infantiles su alberca eran las pilas de agua y su juego esconderse entre las tumbas.

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¿Cómo es vivir cerca del panteón?

Toda la diversión era por la noche porque en el día sus padres no les permitían entrar al panteón así que los niños organizaban carreras en la oscuridad pues no había alumbrado público ni adentro ni afuera del panteón municipal así que corrían hasta internarse entre los árboles en el cerro ya que no había barda que dividiera las tumbas de las pocas casas había en la colonia perdía el que se quedaba atrás a merced del velador.

Algunos habitantes de la colonia Navarro Rubio están muy habituados por vivir cerca del panteón. Foto: Julián García / El Sudcaliforniano

Los niños le temían más a don Cuco, el velador. Asegura Poblano que siempre ha vivido tranquilo a un lado del panteón, menciona que los días 2 de noviembre es complicado para los vecinos debido a que las personas lavan las flores y tumbas, y dejan agua en los floreros y entre las tumbas lo cual ocasiona cada año una plaga de mosquitos que pone en peligro la salud de los vecinos por el dengue.

Una barda separa las tumbas del patio de su casa creció jugando entre las tumbas del panteón y refrescándose en las piletas para el riego de las flores “yo nunca he sentido miedo porque crecí jugando entre las tumbas, lo que sí fue terrorífico fue ver pasar los camiones con muertos para sepultura en la fosa común en la época del ciclón Liza” explica Alejandro Olachea Aripez .

Narra que al principio pasaron camiones con ataúdes para darle sepultura a los cuerpos, posteriormente pasaron camiones con los cuerpos eso fue lo más impactante que vivió como niño, menciona que él nunca ha sentido miedo o molestia de compartir su vida junto a los muertos; sin embargo, cuando organizaba fiestas familiares observó que su invitados estaban aterrados por tener a la vista las tumbas, y optó por subir la barda.

La colonia ampliación Navarro Rubio cuenta con 1,060 personas en 234 unidades habitacionales. Foto: Julián García / El Sudcaliforniano

Guadalupe Manríquez, una de la pioneras de la colonia cuenta que ella vivió frente al panteón hace 40 años en una casa sin ventanas y sin puertas solo con una lámina que el viento hacía sonar tenebrosamente pero que no le hacia sentir miedo. Ella se abastece de agua en el panteón por lo cual se sentaba a esperar que se llenara su cubeta sobre los espantos mencionó “los espantos no son los muertos son los vivos”.

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Ella siempre ha vivido muy agusto frente al panteón, comentó “ya me estoy haciendo vieja y ya casi voy a estar ahí en una tumba solo que que quiero que me paseen antes no porque vivo cerca del panteón vayan y me avienten”. En cambio Xochitl vendedora de flores se tuvo que quedar a dormir afuera del panteón el año pasado para ganar un espacio lo cual fue una experiencia negativa “solo con saber que estaba el panteón me daba miedo”.

La colonia ampliación Navarro Rubio cuenta con 1,060 personas en 234 unidades habitacionales, siendo una de las colonias menos pobladas de Baja California Sur.