La Paz, Baja California Sur.- Desde temprana hora, el panteón Jardines del Recuerdo se vistió de colores y aromas que evocan la profunda tradición del Día de Muertos.
Los primeros rayos de sol iluminaron a las familias que llegaban con palas, flores y cubetas, dispuestas a honrar a sus seres queridos.
Entre las guitarras y acordeones de los grupos norteños y el eco de las oraciones, el aire se llenó de memorias, nostalgias y afectos que se niegan a desaparecer.
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HISTORIAS FAMILIARES
Vicente Murillo y María del Carmen, vecinos de la colonia Costa del Sol, se acercaron a la tumba de los padres de María, quienes en vida llevaron el nombre José Concepción Jara Hernández y María Concepción Guzmán López.
Con flores frescas y una oración, compartieron el amor que esos dos seres habían sembrado en ellos.
“Eran personas muy alegres, les encantaba tener a la familia reunida, hacer carne asada”, relató Vicente con una sonrisa llena de gratitud.
La nostalgia de las reuniones familiares se mezclaba con la alegría del recuerdo y la importancia de seguir presentes, aunque solo sea a través de la memoria.
MÚSICOS LLEGARON A PRIMERAS HORAS
A pocos pasos de allí, un conjunto norteño alegraba la atmósfera con melodías que los deudos solicitaban, como "La Cruz de Madera" o "Una página más".
Sergio, uno de los integrantes del grupo “Líder”, contó cómo llegaron desde las cinco de la mañana, dispuestos a acompañar con su música el dolor y la alegría de quienes visitan a sus familiares.
“Nos piden muchas canciones alegres, para que no haya tristeza”, decía mientras afinaba su tololoche.
También estaban los que llegaban con más silencio, pero con el mismo amor.
Una señora visitaba la tumba de su esposo, Antonio García Rosas. Con voz a punto del llanto contaba cómo era un hombre trabajador, cuya sonrisa permanecía viva en la fotografía que adornaba su cripta.
“Desde que se fue el año pasado, venir aquí ha sido como traerle un poquito del hogar que tanto amaba”, mencionó, mientras acariciaba la imagen con una mezcla de tristeza y ternura.
SERVICIOS PÚBLICOS PRESENTE
Las autoridades municipales y trabajadores de servicios públicos también tenían presencia; se veían camiones de basura retirando desechos y a personas con chalecos fosforescentes barriendo y organizando el espacio.
Algunas personas se quejaban de la falta de agua en las pilas de la entrada, que posteriormente fue solucionado por los encargados.
Los panteones de La Paz se transformaron en un ir y venir constante: familias con flores, niños corriendo entre las tumbas, y empleados garantizando que cada quien pudiera realizar su homenaje con tranquilidad.
No solo los vivos se hicieron presentes. Había banderas del equipo Cruz Azul en la tumba de Jorge Luis Costa Romero, como una forma de seguir alentando su pasión futbolera.
En otro espacio, una banda sinaloense “La Mejorcita” tocaba las canciones favoritas de un difunto, contratada por la familia para alegrar esa visita. Entre risas y algunos llantos, las notas musicales acompañaban a todos aquellos que decidieron no dejar solos a sus seres queridos.
CELEBRAR EL ENCUENTRO CON LA MUERTE
El sol comenzó a calentar al medio día, pero el ambiente se mantuvo lleno de vida, de cariño. Al fondo se escuchaban risas, canciones y el murmullo de quienes compartían anécdotas.
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Todos los asistentes coincidían en un solo deseo: preservar la memoria de quienes ya no están y que el encuentro con la muerte sea también una celebración en vida.
El Día de Muertos en el panteón Jardines del Recuerdo no es solo un homenaje a los que se fueron, sino también a los que se quedan y hacen de esta fecha una jornada de amor.
Es una muestra de que, aunque el cuerpo ya no esté, la memoria de quienes se fueron sigue resonando en risas, canciones y el aroma de las flores que adornan sus tumbas.
Es el recordatorio de que, aunque haya ausencias, el amor siempre encuentra la manera de quedarse.