La Paz, Baja California Sur.- “Buenas y de buenas” es la emblemática frase que José Rafael Limón Martínez hace al vislumbrar en la tienda a un nuevo cliente ávido de dulces y accesorios para su festividad; ante tal recibimiento la gente no hace más que responder a tal gentileza con una sonrisa y tras encontrar lo que desea y una buena plática llena de entusiasmo y esperanza salen con una risa y una mirada diferente.
Limón Martínez atribuye esta conexión con la gente a su vocación innata a la “changarreada”, en la que se desenvuelve desde hace 35 años cuando se vino de Guadalajara a La Paz e inició vendiendo dulces en una camioneta y, al poco tiempo, quien era dueño de la dulcería La Coneja y La Ranita lo invitó a que se hiciera cargo de esta primera, justo en el lugar donde se encuentra hoy, en la esquina de las calles Aquiles Serdán y Melchor Ocampo.
Desde ese tiempo a nuestros días son 35 años en los que José Rafael menciona ha disfrutado de la vida propia que tiene una dulcería, de lo fascinante que puede ser para los niños entrar a ese lugar a tal grado que le ha entregado su vida al negocio.
Las dulcerías, menciona, son muy coloridas y se deben a los niños y niñas, con quienes tiene un especial aprecio pues dice ellos son los que le dan de comer; mientras que a quienes somos adultos nos aconseja, “nunca dejen de ser niños, no vale la pena”.
“Yo entré a esto y tenía vocación; disfruto lo que hago, tengo mucha relación con todo tipo de gente y me conocen a donde quiera que voy”, menciona al tiempo que cuenta la nostalgia de cuando transportaban tráileres de dulces a La Paz desde Estados Unidos en los 90.