La Paz, B.C.S. (OEM-Informex).-Partiendo del derecho humano que todos tenemos a circular de manera libre, autónoma, cómoda y segura, todos deberían poder trasladarse de un punto a otro para poder ejercer el resto de los derechos, como a la salud, a la educación, etcétera.
A pesar de que las personas con discapacidad son y tienen iguales derechos como cualquier otra persona, estos tienen una vulnerabilidad mayor, considera Cristina Villaseñor, quien forma parte del colectivo de derechos humanos y movilidad activa, Pies Cabeza y Corazón, “las calles y banquetas o la falta de las mismas, lo que hacen es imposibilitarles su tráfico”, y aunque menciona que en algunas ciudades han tenido avances con respecto a accesibilidad universal, no existe un lugar que sea completamente accesible para todas las personas sin discapacidad y con discapacidad, las cuales son de diversa índole, “no son personas con una movilidad limitada, también existen ciegos, sordos y personas con otro tipo de discapacidades mentales o intelectuales”.
Cristina identifica las banquetas de la ciudad como uno de los obstáculos más visibles en cuanto a movilidad, ya que estas no cuentan con rampas, o cuando si tienen, estas están mal diseñadas, con pendientes muy inclinadas o angostas.
Sin embargo, en el caso de las personas ciegas, estas se enfrentan a otros problemas relacionados al mobiliario urbano, ya que ellas suelen guiarse por este y por las fachadas, que cuando son modificados y se añaden letreros o mobiliario, se convierten en espacios más riesgosos, y esto aumenta cuando la banqueta está mojada, invadida por mobiliario de comercio, o se colocan bocinas con alto volumen, lo cual altera ya que sus sentido más alerta es el oído, “a veces es la infraestructura o son conductas normales con las que no sabemos que estamos ejerciendo otro tipo de violencia que se extiende a personas de la tercera edad”.
Si bien, la responsabilidad de los gobiernos es construir y mantener las banquetas, también los ciudadanos deben ser considerados con las banquetas del frente de sus casas, las cuales comúnmente tienen vitropiso o algún tipo de textura que interrumpe la marcha tanto de una persona con tacones, de la tercera edad o con discapacidad.