/ sábado 16 de marzo de 2019

La Fiesta de San José del Cabo

Recibiendo la primavera celebramos las Fiestas de San José del Cabo, en honor a San José, su Santo Patrono

Recibiendo la primavera celebramos las Fiestas de San José del Cabo, en honor a San José, su Santo Patrono.

Este poblado vive entregado al mar, a su ritmo, que envía cada día su brisa desde dos mares y lo hace apacible y pintoresco.

Cuentan los abuelitos cabeños que cuando la confianza era tal que se vivía de puertas abiertas y en la calle grande donde hoy está la Casa de la Cultura se organizaban quermeses y fiestas, era tradición tomarse la siesta, por lo que no había un alma por la calle. Era cuando las vacas y los mangos viajaban sólo por barco y de vez en cuando venía algún circo o teatro a la calle Mijares, aún sin pavimentar, donde se organizaban carreras de caballos. Recuerdos de un imaginario local reacio a olvidar esa alegría relajada y tenaz, por el duro clima y lejanía.

Hoy, esa misma avenida recibe artistas de talla internacional, quienes se desplazan a otra latitud y se van contentos.

En el siglo XVIII se funda la Misión de San José del Cabo ubicada frente el kiosco y el Jardín de los Cabeños Ilustres; entonces pocos tenían alberca, la opción era montar y nadar directo en el mar más alebrestado de México.

Este poblado se desarrolló lentamente y fue en los años 50 cuando emerge como el sitio elegante gracias al turismo sofisticado de personajes de cine y campo de golf en Punta Palmilla, detonando el crecimiento inmobiliario y hotelero.

Descubrir el San José que ha crecido también en torno a su naturaleza marítima única y ejemplar, viviendo sus pobladores aún de la pesca y recolección de frutas exóticas gracias a sus áreas de microclimas donde productos orgánicos de primera calidad, todavía hoy se da. Por cierto, junto a la feria estos días habrá mercado de productos orgánicos y regionales.

La atmósfera es colonial, algunas calles aún conservan casonas, algunas convertidas en tiendas y restaurantes que conservan ese aire espiritual.

Vale la pena pasear juntos alrededor del kiosco, después de ir a la Misión fundada en 1730, recorrer las calles de estilo colonial y tiendas que ofrecen desde paletas heladas de fruta, artesanías y platería, hasta dulces típicos de la región.

Visitar la Casa de la Cultura y a comer en sus terrazas... en plena calma.

Los nueve arcos en la fachada el Palacio Municipal de Los Cabos y su bello reloj en un edificio de arquitectura colonial, que data de 1891, dan fe de la sencillez y elegancia con la que en sus inicios se concibió la arquitectura de este lugar, cuenta con un patio central a visitar, para después irse hacia el mar y conocer en el parque Puerto Los Cabos la obra de Leonora Carrington en La Playita, donde residen pescadores y comerciantes.

Si surfear es lo tuyo, hay surf en Acapulquito escénico, con olas que permiten disfrutar al máximo este deporte y al atardecer rosado no hay como montarse en un caballo y dar un paseo por las tranquilas playas de San José, o bien ir al Jardín Botánico (cerca de la plaza principal en la Av. Antonio Mijares) y apreciar una gran variedad de cactus y flores exóticas de la región.

Para cena no puedes dejar de probar el delicioso pan local preferido por los cabeños, recién horneado en la panadería 1° de Mayo, una de las panaderías más antiguas de la ciudad, ubicada en la calle de Valerio González, o quizá en la pastelería francesa French Riviera, un clásico con más de 14 años.

La gastronomía local conserva el toque de diversidad norteña que la hace única, huele a brasas con la pesca y carne asada o deshebrada, a mangos pequeños y dulces, a jitomates tiernos, a tierra y mar.

Disfrutar San José del Cabo y conocer a su gente más de cerca, descubriendo al tiempo quiénes somos, pues se sorprenderán de la diversidad de sus habitantes, almas gemelas de Todo México, terceras y cuartas generaciones de aventureros que llegaron a emprender un paraíso desierto (literal) que hoy disfrutan sus nietos... y turismo internacional. ¡Vamos a las fiestas y a la feria!

Recibiendo la primavera celebramos las Fiestas de San José del Cabo, en honor a San José, su Santo Patrono.

Este poblado vive entregado al mar, a su ritmo, que envía cada día su brisa desde dos mares y lo hace apacible y pintoresco.

Cuentan los abuelitos cabeños que cuando la confianza era tal que se vivía de puertas abiertas y en la calle grande donde hoy está la Casa de la Cultura se organizaban quermeses y fiestas, era tradición tomarse la siesta, por lo que no había un alma por la calle. Era cuando las vacas y los mangos viajaban sólo por barco y de vez en cuando venía algún circo o teatro a la calle Mijares, aún sin pavimentar, donde se organizaban carreras de caballos. Recuerdos de un imaginario local reacio a olvidar esa alegría relajada y tenaz, por el duro clima y lejanía.

Hoy, esa misma avenida recibe artistas de talla internacional, quienes se desplazan a otra latitud y se van contentos.

En el siglo XVIII se funda la Misión de San José del Cabo ubicada frente el kiosco y el Jardín de los Cabeños Ilustres; entonces pocos tenían alberca, la opción era montar y nadar directo en el mar más alebrestado de México.

Este poblado se desarrolló lentamente y fue en los años 50 cuando emerge como el sitio elegante gracias al turismo sofisticado de personajes de cine y campo de golf en Punta Palmilla, detonando el crecimiento inmobiliario y hotelero.

Descubrir el San José que ha crecido también en torno a su naturaleza marítima única y ejemplar, viviendo sus pobladores aún de la pesca y recolección de frutas exóticas gracias a sus áreas de microclimas donde productos orgánicos de primera calidad, todavía hoy se da. Por cierto, junto a la feria estos días habrá mercado de productos orgánicos y regionales.

La atmósfera es colonial, algunas calles aún conservan casonas, algunas convertidas en tiendas y restaurantes que conservan ese aire espiritual.

Vale la pena pasear juntos alrededor del kiosco, después de ir a la Misión fundada en 1730, recorrer las calles de estilo colonial y tiendas que ofrecen desde paletas heladas de fruta, artesanías y platería, hasta dulces típicos de la región.

Visitar la Casa de la Cultura y a comer en sus terrazas... en plena calma.

Los nueve arcos en la fachada el Palacio Municipal de Los Cabos y su bello reloj en un edificio de arquitectura colonial, que data de 1891, dan fe de la sencillez y elegancia con la que en sus inicios se concibió la arquitectura de este lugar, cuenta con un patio central a visitar, para después irse hacia el mar y conocer en el parque Puerto Los Cabos la obra de Leonora Carrington en La Playita, donde residen pescadores y comerciantes.

Si surfear es lo tuyo, hay surf en Acapulquito escénico, con olas que permiten disfrutar al máximo este deporte y al atardecer rosado no hay como montarse en un caballo y dar un paseo por las tranquilas playas de San José, o bien ir al Jardín Botánico (cerca de la plaza principal en la Av. Antonio Mijares) y apreciar una gran variedad de cactus y flores exóticas de la región.

Para cena no puedes dejar de probar el delicioso pan local preferido por los cabeños, recién horneado en la panadería 1° de Mayo, una de las panaderías más antiguas de la ciudad, ubicada en la calle de Valerio González, o quizá en la pastelería francesa French Riviera, un clásico con más de 14 años.

La gastronomía local conserva el toque de diversidad norteña que la hace única, huele a brasas con la pesca y carne asada o deshebrada, a mangos pequeños y dulces, a jitomates tiernos, a tierra y mar.

Disfrutar San José del Cabo y conocer a su gente más de cerca, descubriendo al tiempo quiénes somos, pues se sorprenderán de la diversidad de sus habitantes, almas gemelas de Todo México, terceras y cuartas generaciones de aventureros que llegaron a emprender un paraíso desierto (literal) que hoy disfrutan sus nietos... y turismo internacional. ¡Vamos a las fiestas y a la feria!

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