La Paz, Baja California Sur, (OEM-Informex).- Las lluvias que se registraron a principios de esta semana en la Sierra de San Francisco en el municipio de Mulegé alcanzaron a llenar la mayor parte de las represas donde bebe agua el ganado y fueron suficientes para el rebrote de los agostaderos, sin embargo habrá de pasar al menos un año para que los caprinocultores comiencen a ver los resultados, debido a que la sequía de 16 meses consecutivos no permitió las pariciones y por tanto no hubo leche para la elaboración de quesos, principal fuente de sustento de aquellas rancherías.
El subdelegado de San Francisco de la Sierra Everardo Arvizu informó que se trató de una de las sequías más severas de toda la historia, que orilló a muchos caprinocultores a soltar sus animales en el monte para que estuvieran cerca de los escasos sitios donde aún quedaba algo de agua, ubicados muy lejos de las rancherías.
A solo unos días de que cayera la primera lluvia, los ganaderos están recuperando sus rebaños y haciendo un balance del impacto de la sequía; aunque aún no hay datos finales, se estima que la cifra de muertes de cabras será muy alta, aunque con posibilidades de recuperación en las siguientes pariciones en un tiempo aproximado de 8 meses.
A la crítica situación que provocó la sequía en una de las regiones más pobres del estado ubicada en la Reserva de la Biosfera de Vizcaíno y que requirió de ayuda humanitaria para llevar alimentos a la región, se suma la crisis sanitaria de Covid-19.
Pese al aislamiento geográfico y lo disperso de las rancherías, el virus también los alcanzó; tres lugareños enfermaron, aunque ninguno presentó síntomas graves que requirieran hospitalización.
Las pinturas rupestres, principal atractivo de la región a la que hasta antes de la pandemia eran visitadas por centenares de turistas también resultó afectado; meses de cierre de la actividad dejó sin los escasos ingresos de esta actividad a los rancheros y aunque a finales de abril se reiniciaron las visitas, hay poca afluencia.
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Para los lugareños la crisis no ha pasado; los efectos de la sequía y de la pandemia siguen afectando a las familias que apenas tienen para comer dos veces al día.
Se acabaron las campañas políticas y disminuyó la ayuda alimentaria de algunos candidatos; las despensas humanitarias cada vez son menos.
Con todo y estas adversidades, Everardo Arvizu señala que las lluvias de los últimos días fueron como una bendición, ahora a esperar que los rebaños se recuperen y a que haya producción de quesos.