La Paz, Baja California Sur.- Segundo día del servicio pagado de los tiburones urbanos en la ciudad de La Paz y los usuarios del transporte público comienzan a utilizar los nuevos camiones poco a poco.
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Un usuario hace la parada, el camión se detiene y la conductora, sí, la conductora, porque hay seis mujeres entre los operadores de los tiburones urbanos, le informa que es por tarjeta. A
punto de subir el pie al camión desiste porque no cuenta con el plástico, pregunta si puede pagar en efectivo, le responden que no, y entonces vuelve a preguntar dónde puede comprar la tarjeta. Al final la joven le informa que en el mercado Madero, entre otros lugares.
Esta historia se repite en varias ocasiones, mientras el autobús hace su trayecto de Las Vinoramas a Camino Real en un viaje que es de hora y media, o tres horas la vuelta completa.
Parece mucho tiempo, sin embargo, la comodidad que ofrece el camión con olor a nuevo lo vale. Además, no va lento, solo se detiene a subir pasaje donde hay un paradero, pero ciertamente las nuevas rutas incorporan más colonias, más calles.
Hace calor afuera, en verano la ciudad de La Paz alcanza los 40 grados, pero al subir al autobús el contraste es notorio, el aire acondicionado, las ventanas grandes y, por ahora, el poco pasaje abordo hacen el viaje muy cómodo.
Haciendo caso a la campaña previa a la operación de los tiburones urbanos, quien redacta compró una tarjeta de 50 pesos, con 16 de saldo inicial, pero adquirió 50 pesos más, por si las dudas.
En otro viaje hacia el Centro, el reportero pregunta al conductor la forma de pasar la tarjeta y amablemente le informa que solo hay que ponerla frente al lector que está a su lado. Ahí mismo, el artefacto precisa si la tarjeta tiene saldo o no, y cuánto queda cuando se paga.
En efecto, para el pasaje general el costo es de 16 pesos el primer viaje, 8 pesos el segundo y gratis el tercero; pero todo debe ser el mismo día. Además, el conductor deja en claro que cada usuario debe contar con su tarjeta, que un pasajero no debe pasar dos o más veces su tarjeta para que suban más personas.
El trayecto es agradable, pero llama la atención que mucha gente en los paraderos deja pasar el camión porque no cuenta todavía con tarjeta. Otros no saben que deben adquirirla y pretenden pagar en efectivo.
Seguro, gradualmente se irán acostumbrando a este nuevo sistema, mientras tanto quienes ya ocupan el transporte son afortunados de usar un transporte que parece turístico.
El nuevo sistema de transporte, sin duda, es una buena opción para los usuarios, y por ahora parece no hacerle mella a los camiones amarillos que siguen en las horas tope llenos en el trayecto, hasta el tope.
Dos señoras de la tercera edad hacen la parada en la avenida Antonio J. Mujica, una ya trae su tarjeta y aborda el autobús con su correspondiente descuento; la otra, no sube, y con cierta desazón dice a la conductora que no sabe cómo funciona el nuevo sistema, que no ha comprado su tarjeta. Al final, se queda en espera del camión que siempre ha usado.
Por la tarde, un conductor, en el trayecto que platica con el redactor, sugiere que tal vez sería bueno que pusieran personas a vender las tarjetas a bordo de los camiones, porque mucha gente quiere subir, pero no tiene el plástico y más que molestia manifiesta su desconcierto.
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El conductor explica que tienen prohibido cobrar en efectivo, para eso están las tarjetas, además de que todo es filmado por las cámaras que van al interior del camión.
No obstante, asevera que él está a gusto con su nuevo empleo, porque le pagan cuatro mil pesos cada cuatro días, y tiene prestaciones, lo que no ocurre en el sistema tradicional, “pero cada quien”, comenta al considerar que él, al menos, está mejor que antes.