/ jueves 26 de mayo de 2022

Trabajadores del campo viven ciertas mejoras

Los jornaleros llegan en busca de una mejor vida; en muchas ocasiones arriban familias enteras

Comondú, Baja California Sur. (OEM-Informex).- En años pasados se dieron a conocer por los medios, diversos casos de violaciones a los derechos humanos, así como laborales hacia los jornaleros agrícolas migrantes que viajan desde sus pueblos para trabajar en el campo en el Valle de Santo Domingo.

En el 2015 se rescataron a 200 jornaleros explotados, de los ranchos “Los Cerritos” y “El Cerezo”, no hubo consecuencias para las personas involucradas en este hecho, se cometieron violaciones además de pagos de salarios menores a los pactados, también agresiones físicas y sexuales, condiciones insalubres y falta de medidas higiénicas en los alimentos Los trabajadores eran originarios de Chihuahua, Sinaloa y Guerrero.

En el 2020 el tema se retomó cuando el Presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos visitó un rancho y pudo ver las condiciones deplorables en las que se encontraban los jornaleros, además los trabajadores migrantes, fueron las personas más vulnerables durante la parte más peligrosa de la pandemia.

Incluso en el 2019, se consideró a los jornaleros agrícolas como personas explotadas durante el Foro Internacional de Trata de Personas, en ese mismo año, se afirmaba que llegaban hasta 30 mil jornaleros, distribuidos en toda la geografía estatal.

Los estados de Sonora, Sinaloa, Baja California y Baja California Sur, concentran el 80% (cerca de 200 mil) de la población jornalera en el norte de México (Inegi, 2015) En el 2009 la población jornalera rondaba 2,040,414 (para 2016 eran 4,551,764) que, con sus familias, ascendían a más de 9 millones de personas en todo el país, un alto porcentaje de población migrante es indígena (46.3%).

Actualmente los trabajadores migrantes reciben mejores condiciones de trabajo que en fechas anteriores, sin embargo, siguen sufriendo la falta de mecanismos de inspección eficientes, esto conduce a que algunos empresarios continúen rompiendo la ley en cuanto a las condiciones laborales.

Los trabajadores migrantes, generalmente provenientes de pueblos indígenas, deciden movilizarse de su región de origen hacia los campos agrícolas en busca de mejor economía, gracias a la pobreza prevaleciente, en lugar de eso, muchas veces encuentran todo lo contrario, esto debido principalmente a la falta de regularización de los contratistas e intermediarios que realizan la búsqueda, contratación y traslado de estas personas, muchos vienen acompañados de sus familias, niños y adolescentes que terminan trabajando también en contra de la ley.

La Asociación de Agricultores de Comondú, apenas tiene unos 50 productores, de los cuales solo unos cuantos se han aventurado a iniciar el proceso de ser horticultores, las grandes empresas internacionales, son las que tienen la capacidad de realizar grandes producciones y requieren de más mano de obra.

Para estas situaciones, se creó un reglamento específico, en el cual, se establecen normatividades a cumplir respecto a las condiciones laborales específicas de los grupos de migrantes jornaleros, como ofrecer baños públicos en el lugar de trabajo, un comedor común, cuartos con medidas mínimas, transporte, entre otras cuestiones que aportan un desarrollo importante en este tema.

Con base a este reglamento se ha ido mejorando la calidad del trato laboral para los trabajadores agrícolas que vienen de fuera, pero para los productores locales resulta una gran inversión que en algunas ocasiones resulta en pérdida, esto comparado con los grandes inversionistas que ya pueden incorporar en sus finanzas estos y otros beneficios para los jornaleros.

El director de Asuntos Indígenas en Comondú, Basilio López, quien alguna vez también fue jornalero comentó “Se les promete un pago de alrededor de $350 pesos y al llegar el sueldo que reciben no llega ni a $200 pesos”, esto parte de las promesas por parte de los intermediarios y al llegar en algunos ranchos les retiran sus identificaciones, las cuales les entregan a los mayordomos generales, quienes también muchos de ellos cometen grandes injusticias hacia los trabajadores migrantes.

Por otro lado, no solamente los migrantes viven problemas de falta de justicia, sino que, por la cultura que se vive en sus lugares de origen, suelen tener conflictos con las personas que se encargan de dirigir su trabajo, con sus compañeros o incluso con sus familias.

Es por ello que la educación que reciben también es importante, no sólo para los pequeños que vienen con ellos, sino que hace falta la capacitación desde la salida y a la llegada de sus pueblos, para que estén bien informados de todas las situaciones a las que se enfrentarán, ellos viven no sólo carencias, sino discriminación y además de las dificultades que el idioma implica, ya que muchos de ellos hablan solamente lenguas indígenas.

Comondú, Baja California Sur. (OEM-Informex).- En años pasados se dieron a conocer por los medios, diversos casos de violaciones a los derechos humanos, así como laborales hacia los jornaleros agrícolas migrantes que viajan desde sus pueblos para trabajar en el campo en el Valle de Santo Domingo.

En el 2015 se rescataron a 200 jornaleros explotados, de los ranchos “Los Cerritos” y “El Cerezo”, no hubo consecuencias para las personas involucradas en este hecho, se cometieron violaciones además de pagos de salarios menores a los pactados, también agresiones físicas y sexuales, condiciones insalubres y falta de medidas higiénicas en los alimentos Los trabajadores eran originarios de Chihuahua, Sinaloa y Guerrero.

En el 2020 el tema se retomó cuando el Presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos visitó un rancho y pudo ver las condiciones deplorables en las que se encontraban los jornaleros, además los trabajadores migrantes, fueron las personas más vulnerables durante la parte más peligrosa de la pandemia.

Incluso en el 2019, se consideró a los jornaleros agrícolas como personas explotadas durante el Foro Internacional de Trata de Personas, en ese mismo año, se afirmaba que llegaban hasta 30 mil jornaleros, distribuidos en toda la geografía estatal.

Los estados de Sonora, Sinaloa, Baja California y Baja California Sur, concentran el 80% (cerca de 200 mil) de la población jornalera en el norte de México (Inegi, 2015) En el 2009 la población jornalera rondaba 2,040,414 (para 2016 eran 4,551,764) que, con sus familias, ascendían a más de 9 millones de personas en todo el país, un alto porcentaje de población migrante es indígena (46.3%).

Actualmente los trabajadores migrantes reciben mejores condiciones de trabajo que en fechas anteriores, sin embargo, siguen sufriendo la falta de mecanismos de inspección eficientes, esto conduce a que algunos empresarios continúen rompiendo la ley en cuanto a las condiciones laborales.

Los trabajadores migrantes, generalmente provenientes de pueblos indígenas, deciden movilizarse de su región de origen hacia los campos agrícolas en busca de mejor economía, gracias a la pobreza prevaleciente, en lugar de eso, muchas veces encuentran todo lo contrario, esto debido principalmente a la falta de regularización de los contratistas e intermediarios que realizan la búsqueda, contratación y traslado de estas personas, muchos vienen acompañados de sus familias, niños y adolescentes que terminan trabajando también en contra de la ley.

La Asociación de Agricultores de Comondú, apenas tiene unos 50 productores, de los cuales solo unos cuantos se han aventurado a iniciar el proceso de ser horticultores, las grandes empresas internacionales, son las que tienen la capacidad de realizar grandes producciones y requieren de más mano de obra.

Para estas situaciones, se creó un reglamento específico, en el cual, se establecen normatividades a cumplir respecto a las condiciones laborales específicas de los grupos de migrantes jornaleros, como ofrecer baños públicos en el lugar de trabajo, un comedor común, cuartos con medidas mínimas, transporte, entre otras cuestiones que aportan un desarrollo importante en este tema.

Con base a este reglamento se ha ido mejorando la calidad del trato laboral para los trabajadores agrícolas que vienen de fuera, pero para los productores locales resulta una gran inversión que en algunas ocasiones resulta en pérdida, esto comparado con los grandes inversionistas que ya pueden incorporar en sus finanzas estos y otros beneficios para los jornaleros.

El director de Asuntos Indígenas en Comondú, Basilio López, quien alguna vez también fue jornalero comentó “Se les promete un pago de alrededor de $350 pesos y al llegar el sueldo que reciben no llega ni a $200 pesos”, esto parte de las promesas por parte de los intermediarios y al llegar en algunos ranchos les retiran sus identificaciones, las cuales les entregan a los mayordomos generales, quienes también muchos de ellos cometen grandes injusticias hacia los trabajadores migrantes.

Por otro lado, no solamente los migrantes viven problemas de falta de justicia, sino que, por la cultura que se vive en sus lugares de origen, suelen tener conflictos con las personas que se encargan de dirigir su trabajo, con sus compañeros o incluso con sus familias.

Es por ello que la educación que reciben también es importante, no sólo para los pequeños que vienen con ellos, sino que hace falta la capacitación desde la salida y a la llegada de sus pueblos, para que estén bien informados de todas las situaciones a las que se enfrentarán, ellos viven no sólo carencias, sino discriminación y además de las dificultades que el idioma implica, ya que muchos de ellos hablan solamente lenguas indígenas.

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