/ miércoles 24 de noviembre de 2021

No cede la crisis humanitaria en Sierra de San Francisco

La pandemia de Covid-19 y una severa sequía de dos años agudizan las condiciones de pobreza extrema en 12 rancherías

La Paz, Baja California Sur (OEM - Informex).- Sigue la crisis humanitaria para las familias de la Sierra de San Francisco por la falta de alimentos; pese a que llovió durante el verano y luego de dos años de severa sequía los agostaderos se recuperaron con abundancia de pastos para las chivas que son el sustento de las comunidades, no hay leche ni queso ni para venta ni para comer, debido a que aún no hay pariciones.

Por si fuera poco, los compradores de cabras no han llegado este año y los escasos que se presentan están llevando muy pocas, de tal manera que los caprinos que son el principal sustento de las familias resulta insuficiente para cubrir las necesidades más elementales.

La llegada de visitantes a las pinturas rupestres en donde los rancheros de la región se ocupan como guías también resulta insuficiente, luego de casi dos años de que esta actividad se colapsara debido a la pandemia de Covid-19, además de que son más de 100 en la lista y les toca salir cuando mucho una vez por año, en un trabajo que les reditúa entre mil 500 y 3 mil pesos.

Más allá de la cría de chivas y los escasos turistas, no hay otra fuente de trabajo, y durante los casi dos años de la pandemia de Covid-19, las familias han sobrevivido en medio de la peor crisis de todos los tiempos, subsistiendo en buena medida del altruismo de particulares y de despensas enviadas por el gobierno, así como de la solidaridad de algunos personajes políticos que han mandado ayuda humanitaria.

En las viviendas no solo no hay leche para los niños ni para los adultos mayores, escasean alimentos básicos como el frijol y el arroz, las pastas, el aceite, las harinas, el azúcar y el café, y aquí, en una de las regiones más pobres del estado, por necesidad las familias comen solo dos veces al día, destacando entre los alimentos las empanadas de queso de cabra, así como tortillas de harina y pastas, una dieta en extremo abundantes de sales y grasas que ha provocado en buena parte de la población problemas de salud como la diabetes y la hipertensión.

Son 12 rancherías en esta región serrana del municipio de Mulegé, ubicada en la zona Núcleo de la Reserva de la Biosfera de Vizcaíno, declarada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y sitio protegido por el Instituto Nacional de Antropología e Historia.

En el extremo de la pobreza, dos hermanos cuates viven desde hace más de 40 años en una cueva a más de 5 kilómetros de la ranchería más cercana, en un sitio cercano al Cañón de La Palma, en donde los hermanos han habilitado dos cuevas para vivir; una, acondicionada como dormitorio en donde también guardan sus seis chivas y otra como cocina; los únicos ingresos de José y Martín Ojeda Romero eran de cuando se ocupaban en la reparación de caminos de los programas de Empleo Temporal –hoy desaparecidos- y en donde pedían se les pagara con alimentos debido a que en sus condiciones de aislamiento el dinero no les sirve de nada.

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Aunque su situación es de extrema necesidad, algo similar sucede con las aproximadamente 300 personas que habitan en esta zona serrana que comprende los ranchos Guadalupe, La Cueva, Santana, San Gregorio, San Gregorito, LaTinaja, San Pedro, Los Crestones, El Corralito, San Esteban, Las Calabazas ySan Antonio; solo se salvan algunas familias cuyos hijos han emigrado en busca de trabajo a Vizcaíno, a la costa del Pacífico o a Guerrero Negro, y que en estos tiempos de crisis son el sostén para cubrir las necesidades más elementales.

La Paz, Baja California Sur (OEM - Informex).- Sigue la crisis humanitaria para las familias de la Sierra de San Francisco por la falta de alimentos; pese a que llovió durante el verano y luego de dos años de severa sequía los agostaderos se recuperaron con abundancia de pastos para las chivas que son el sustento de las comunidades, no hay leche ni queso ni para venta ni para comer, debido a que aún no hay pariciones.

Por si fuera poco, los compradores de cabras no han llegado este año y los escasos que se presentan están llevando muy pocas, de tal manera que los caprinos que son el principal sustento de las familias resulta insuficiente para cubrir las necesidades más elementales.

La llegada de visitantes a las pinturas rupestres en donde los rancheros de la región se ocupan como guías también resulta insuficiente, luego de casi dos años de que esta actividad se colapsara debido a la pandemia de Covid-19, además de que son más de 100 en la lista y les toca salir cuando mucho una vez por año, en un trabajo que les reditúa entre mil 500 y 3 mil pesos.

Más allá de la cría de chivas y los escasos turistas, no hay otra fuente de trabajo, y durante los casi dos años de la pandemia de Covid-19, las familias han sobrevivido en medio de la peor crisis de todos los tiempos, subsistiendo en buena medida del altruismo de particulares y de despensas enviadas por el gobierno, así como de la solidaridad de algunos personajes políticos que han mandado ayuda humanitaria.

En las viviendas no solo no hay leche para los niños ni para los adultos mayores, escasean alimentos básicos como el frijol y el arroz, las pastas, el aceite, las harinas, el azúcar y el café, y aquí, en una de las regiones más pobres del estado, por necesidad las familias comen solo dos veces al día, destacando entre los alimentos las empanadas de queso de cabra, así como tortillas de harina y pastas, una dieta en extremo abundantes de sales y grasas que ha provocado en buena parte de la población problemas de salud como la diabetes y la hipertensión.

Son 12 rancherías en esta región serrana del municipio de Mulegé, ubicada en la zona Núcleo de la Reserva de la Biosfera de Vizcaíno, declarada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y sitio protegido por el Instituto Nacional de Antropología e Historia.

En el extremo de la pobreza, dos hermanos cuates viven desde hace más de 40 años en una cueva a más de 5 kilómetros de la ranchería más cercana, en un sitio cercano al Cañón de La Palma, en donde los hermanos han habilitado dos cuevas para vivir; una, acondicionada como dormitorio en donde también guardan sus seis chivas y otra como cocina; los únicos ingresos de José y Martín Ojeda Romero eran de cuando se ocupaban en la reparación de caminos de los programas de Empleo Temporal –hoy desaparecidos- y en donde pedían se les pagara con alimentos debido a que en sus condiciones de aislamiento el dinero no les sirve de nada.

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Aunque su situación es de extrema necesidad, algo similar sucede con las aproximadamente 300 personas que habitan en esta zona serrana que comprende los ranchos Guadalupe, La Cueva, Santana, San Gregorio, San Gregorito, LaTinaja, San Pedro, Los Crestones, El Corralito, San Esteban, Las Calabazas ySan Antonio; solo se salvan algunas familias cuyos hijos han emigrado en busca de trabajo a Vizcaíno, a la costa del Pacífico o a Guerrero Negro, y que en estos tiempos de crisis son el sostén para cubrir las necesidades más elementales.

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