La Paz, Baja California Sur.- Caminar por las calles del barrio El Manglito, particularmente por las calles Rangel, Colima y Topete se siente como hacerlo en una realidad alterna, expresó Enrique, un joven residente de la ciudad de La Paz. Él comenzó a vivir a comienzos de 2024 en Quinta Esmeralda, pero dice aún no comprender la dinámica de esta colonia.
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De acuerdo con el Archivo Histórico Pablo L. Martínez, el barrio El Manglito, al igual que la zona centro y El Esterito, corresponde a una de las tres colonias más antiguas de la capital del estado. Conocida principalmente por los recintos de la comunidad pesquera y ubicada por la playa Barco Hundido y la Marina de los Pobres, dicha área se forjó desde los primeros años de fundación de la ciudad.
En ciertas áreas, relata Enrique, aún se percibe la cotidianidad de pescadores del municipio. Mientras algunas calles, como Topete, continúan sin pavimentación y alumbrado público, y el servicio de recolección de basura pareciera continuar insuficiente, agregó.
Por otra parte, se identifican lujosas casas, departamentos y terrenos en renta o venta, disponibles para aquellos dispuestos a pagar alrededor de cinco millones de pesos como mínimo; tal como se ofrece en ALMAR Residencial, un complejo departamental de lujo con club de playa, canchas deportivas, gimnasio, pista de tenis, sala de juegos, entre otras amenidades, ubicado frente a la playa en El Manglito. A la tercera semana de septiembre, se han vendido 147 lotes.
En suma, “si caminas por la calle Rangel te topas, de lado izquierdo, unos departamentos de interés social, y por otro, un lujoso complejo que, a mi parecer, son dos realidades que para nada tienen que ver entre sí… luego, veo las rentas en Quinta Esmeralda, y me pregunto cómo es que están tan caras para lo que es. Aunque, ya viendo en dónde estoy, pues cambia”, opinó Enrique.
Quinta Esmeralda refiere a un complejo departamental inaugurado en 1994, que alberga pequeños departamentos en los que, usualmente, pescadores eran los inquilinos principales del área. Hoy en día, algunas viviendas son utilizadas para alojamientos vacacionales en renta, anunciados a través de plataformas digitales como Airbnb y Booking.
¿Qué opinan los vecinos?
Pese a lo visto por Enrique, Alma, dueña de un abarrotes por alrededor de 20 años en la colonia, argumenta que “no ha crecido mucho, para mí no. ALMAR y el parque es lo que sí, pues sí creció”. Y es que el hecho de habitar en un mismo lugar, posiblemente aporte otra perspectiva del andar cotidiano.
Mientras tanto, Ulises, quien realiza labores de albañilería y suele transitar por el barrio, afirmó que “sí ha crecido, pero en algunas partes nada más”; puntualiza una posible división entre “la zona bonita y la fea”.
“AUNQUE SEA DE AQUÍ, YA NO PERTENEZCO”
En el año en curso, la profesora - investigadora, Alba Eritrea Gámez Vázquez, expresó que colonias como El Esterito o barrio El Manglito, al igual que ciertas zonas del centro de La Paz, visibilizan situaciones relacionadas a la gentrificación; las cuales no son exclusivas de dichas ubicaciones. Todo se relaciona, incide e influye en torno a la crisis de vivienda y el flujo social en la ciudad.
"La gentrificación se refiere a un proceso de desplazamiento de las poblaciones que originalmente solían estar en esos asentamientos; a partir de generar la compra, o en su caso la venta, de esas propiedades a personas que tienen recursos económicos suficientes para cambiar el rostro, digamos, de esos barrios o de esas zonas urbanas".
Por supuesto, existen otros factores que determinan el aumento desproporcionado ante los costos de renta de una casa, los cuales aún no pueden definirse en su totalidad. Sin embargo, El Manglito comienza a gestarse, con más fuerza, en dirección a clases socioeconómicas altas; con un cierto nivel adquisitivo que, implícitamente, desplaza de forma simbólica a una gran parte de la población local.
Es decir, tal como insistió Patricia, una exresidente de El Manglito por más de diez años, “la renta nunca me subió porque la propiedad es mía, y lo sigue siendo… Pero la manera en la que me desenvuelvo en mis días, con las tiendas o mi gente cerca, ya no es aquí. Además, cada vez se pone más peligroso pero claro, en las zonas “amoladas”. Sí entra la policía a todos lados, pero los vecinos son cosa seria. El ambiente ha cambiado”.
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Lo anterior, sin mencionar los accesos prohibidos a las zonas de playas. En marzo del presente año, la comunidad expresó su inconformidad en torno a un muro con una altura de más de 20 metros de largo y dos de alto, dentro de la propiedad del Hotel Marea; lo cual obstruye el paso a la playa y atenta contra la Ley General de Bienes Nacionales.
Situaciones de esta índole demuestran la progresiva “invasión” hacia quienes fundaron la zona; y resisten, comentan algunos. No obstante, también una parte de la población residente muestra apatía por lo que día con día sucede. “Es que la gente no se pone de acuerdo, vive en su propio espacio y no le importa lo que sucede a su alrededor. Si todos nos pusiéramos bien de acuerdo, igual podríamos detener un poco más”, mencionó Noelia, una residente de los departamentos Quinta Esmeralda, ubicado en El Manglito.
A medida que transcurre el tiempo, lotes baldíos comienzan a cerrarse mientras se enrejan o cercan. “En menos de tres años, los terrenos han sido cercados o enrejados, supongo que viene más gente para acá”, comentó Noelia, quien concluyó reiterando que una pausa en el crecimiento desmedido de El Manglito, parece incierto.