La Paz, Baja California Sur. La iniciativa del gobierno de Estados Unidos que busca permitir a la tribu Makah la caza de ballena gris en las costas de ese país, generó un amplio rechazo entre las comunidades ribereñas del norte de Baja California Sur, en donde el avistamiento de esta especie constituye una importante fuente de trabajo; esta posición fue ampliamente respaldada por el Secretario de Turismo Luis Araiza.
José Varela y Juvenal Muñoz, prestadores de servicios de Laguna San Ignacio y Laguna Ojo de Liebre alertaron sobre el riesgo que esta medida implicaría para las poblaciones de cetáceos y sus repercusiones en la llegada de las ballenas que arriban cada fin de año a las costas de Baja California Sur.
La iniciativa pretende autorizar un promedio de 2 a 3 ballenas por año durante 10 años, un periodo de entrenamiento para enseñar a los cazadores a buscar su presa; en este proceso, se planea un aproximado de 150 ataques con arpón, y el proyecto se denomina “Cacería aborigen y de subsistencia para la tribu makah”.
Para José Varela la iniciativa solo busca disfrazar la explotación de una especie que debe ser protegida, además de las cuestiones biológicas y de conservación, porque vale más una ballena viva que una muerta, y el avistamiento con fines turísticos no es exclusivo de México sino que también se practica en Estados Unidos, Canadá y Alaska, dejando en todo el pacífico una importante derrama económica.
Los prestadores de servicios turísticos descartaron tajantemente que en el futuro pudieran demandar el aprovechamiento de la ballena gris a través de su cacería como sucede ahora en Estados Unidos.
No obstante, la caza de ballenas sí existió en Laguna San Ignacio; en el corazón de esa Área Natural Protegida en el sitio conocido como La Freidera, quedan vestigios de lo que fue un centro ballenero, en donde se sacrificaban los cetáceos para convertir su grasa en aceite.
De estas ruinas solo queda una plataforma de fierro oxidado por donde, con el apoyo de cadenas- subían a las ballenas para su descuartización; la matanza de ballenas inició en las postrimerías de 1860, y permaneció durante décadas hasta que finalmente el campamento fue abandonado y sus instalaciones quedaron expuestas a la erosión y algunas partes fueron vandalizadas o aprovechadas por los pobladores de comunidades cercanas.
Sobre el impacto que genera el avistamiento de ballena gris en la actualidad, un estudio del año 2016, señala que generó ingresos por mil 471 millones de dólares y gastos indirectos por un monto superior a los 13 millones de dólares.
La senadora Guadalupe Saldaña mediante un punto de acuerdo, exhorta a la SEMARNAT, para que convoque a científicos expertos en ballena gris, prestadores de servicios y organizaciones de la sociedad civil interesadas para estructurar un plan de acción ante esta amenaza.