/ lunes 16 de septiembre de 2024

Un mal diagnóstico le quitó todo en la vida

Jessica cuenta su historia con el objetivo de crear conciencia en el personal médico y de salud

La Paz, Baja California Sur.- Un mal diagnóstico la llevó a ser catalogada como una paciente psiquiátrica y a recibir una serie de medicamentos que no necesitaba, esto terminó por generarle una dependencia.

Lee: Hay un solo médico oncólogo en Baja California Sur

Esta es la historia de Jessica Taylor Castro, una ciudadana que hoy está en recuperación de una adicción a medicamentos controlados, pero nunca presentó ninguna denuncia ante autoridades.

En junio de 2013 una crisis de ansiedad la llevó a ser atendida en el área de urgencias del hospital del ISSSTE en la ciudad de La Paz, ahí comenzó su calvario; explica que hace 11 años fue diagnosticada equivocadamente de fibromialgia, enfermedad que nunca ha padecido; esta negligencia derivó en la aplicación indiscriminada de medicamentos que poco a poco mermaron su salud, además de que nunca se atacó el problema real.

La fibromialgia es una enfermedad poco conocida y las personas que la padecen refieren dolor en cualquier lugar del cuerpo, fatiga crónica que no se repara con el descanso, dolor de cabeza, alergias, colon irritable, problemas de concentración y trastornos mentales.

“Es de no creerse que la institución de salud de la cual fui derechohabiente nunca supo el padecimiento que yo tenía y tampoco nunca me incapacitó, por el contrario, me obligó a renunciar, al no seguirme dando incapacidades, ahora soy pensionada por discapacidad psicosocial permanente en la Secretaría del Bienestar, me quedé sin dientes, sin vista, sin cabello, sin trabajo y sin vida; mis hijos fueron víctimas de acoso en la escuela por tener una madre psiquiátrica, todo por un mal diagnóstico y falta de empatía de los médicos”.

Refiere que los síntomas que la llevaron a urgencias la primera vez fueron pérdida de peso, ansiedad, cansancio y dolor del cuerpo; en consulta la médico psiquiatra que la atendió la acusó de mentir y fingir sus dolores por lo cual le aplicó un medicamento controlado para calmarla, “ahí comenzó todo” menciona.

Menciona que es muy común que los médicos con poca experiencia confundan síntomas, ella ahora sabe que su diagnóstico es hipetiroidismo, sin embargo, este fue confundido con fibromialgia y durante los siguientes 10 años tuvo al menos una docena de valoraciones diferentes mientras le suministraban pastillas e inyecciones de medicamentos controlados que terminaron por generar una dependencia.

Su hospitalización se realizó a base de sedantes por vía intravenosa “como eres un paciente psiquiátrico el personal no te dan la atención adecuada”; afirma que el estigma del paciente psiquiátrico provoca que el personal sea apático “yo les decía siento que me estoy muriendo y me respondían que no tenía nada” aun cuando no alcanzaba a respirar y su frecuencia cardíaca era acelerada.

Desde su experiencia cuenta que el paciente diagnosticado como psiquiátrico pierde toda credibilidad y por ello se convierten en las principales víctimas de violación de derechos humanos.

Fue internada durante cinco días, relata que en una ocasión personal de la institución llegó con una almohada en el plexo y vendas para atarla, al momento de preguntarles sobre por qué lo harían se le respondió “es que eres una paciente psiquiátrica” para ella fue una nueva realidad entender el significado de ser catalogada así, pues ella nunca había sido violenta, ya que siempre permanencia sedada con Rivotril.

Era el 7 de junio de 2013 y le dijo al doctor “no me quiero morir este día porque es el cumpleaños de mi hijo” le aplicaron nuevamente calmantes y uno de los intendentes fue a su cama y le dijo “a ver a qué horas te vas a dormir” comentario que la atemorizó y le hizo pasar la noche en el baño, al día siguiente solicitó cambio de psiquiatra y acudió a atenderla otro médico.

Luego de esta primera experiencia expone que ella no tenía ganas de vivir a pesar de que continuaba trabajando como capturista en una institución educativa a pesar de su condición y de las crisis de pánico recurrentes que sufría, sus incapacidades contienen diversos diagnósticos “nunca supo el ISSSTE lo yo que tenía, les exigí que ya no me trataran de loca, les explique a los doctores una y otra vez lo que sentía, mis síntomas y ellos solo me drogaban”.

La dosis recetada del medicamento Rivotril llegó a ser de 14 miligramos diarios cuando la dosis inicial en adultos no debe superar los 1,5 miligramos por día, divididos en tres tomas, esta dosis se puede aumentar en 0,5 miligramos cada 3 días y la dosis de mantenimiento debe ajustarse para cada paciente y suele ser suficiente con una dosis de mantenimiento de 3 a 6 miligramos diarios, pero solo le decían que con el medicamento se iba a sentir bien, a pesar de que su desarrollo en el trabajo era relativamente normal seguía adelgazando y con las crisis de pánico continuaban por lo cual acudió nuevamente al médico el cual le cambió el medicamento a Haldol, medicamento utilizado para tratar pacientes con esquizofrenia.

SIN GANAS DE VIVIR

Jessica recuerda con tristeza que ella no tenía deseos de vivir y que no podía pasar la comida por su garganta debido a un bocio, que es un crecimiento irregular de la glándula tiroides, que crecía hacia adentro de su garganta y 6 nódulos que no habían sido diagnosticados y mucho menos tratados, para poder ingerir las pastillas tenía que molerlas en una cuchara y diluirlas en agua llegó a pesar 48 kilos “yo les decía a los doctores siento que me oprimen la garganta y en lugar de examinarme me inyectaban más tranquilizantes”.

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Luego de realizarse estudios externos estos fueron enviados a Hermosillo, Sonora con el médico internista Luis Ramón León, quien le dijo “tienen que venir de inmediato tienes una semana de vida” le diagnosticó hipertiroidismo y le explicó que muchos médicos con poca experiencia confunden los síntomas los cuales no eran de enfermedad mental, sino de la glándula tiroides.

Luego del diagnóstico correcto fue atendida con medicina nuclear que destruyó 6 nódulos que le impedía ingerir alimentos, pero ya era existía una dependencia a los medicamentos que seguía consumiendo por prescripción médica lo que más adelante la llevó a tres intentos de suicidio, haber pasado por una muerte clínica y a perder su trabajo debido a crisis de pánico.

El área salud mental de la SSA le recomendó al psiquiatra militar José Ramón Torres, quien a lo largo de dos años le fue reduciendo el medicamento y retirando el consumo de fármacos controlados, y mediante la aplicación de terapia cognitiva ha logrado casi al 100% la recuperación.

La Paz, Baja California Sur.- Un mal diagnóstico la llevó a ser catalogada como una paciente psiquiátrica y a recibir una serie de medicamentos que no necesitaba, esto terminó por generarle una dependencia.

Lee: Hay un solo médico oncólogo en Baja California Sur

Esta es la historia de Jessica Taylor Castro, una ciudadana que hoy está en recuperación de una adicción a medicamentos controlados, pero nunca presentó ninguna denuncia ante autoridades.

En junio de 2013 una crisis de ansiedad la llevó a ser atendida en el área de urgencias del hospital del ISSSTE en la ciudad de La Paz, ahí comenzó su calvario; explica que hace 11 años fue diagnosticada equivocadamente de fibromialgia, enfermedad que nunca ha padecido; esta negligencia derivó en la aplicación indiscriminada de medicamentos que poco a poco mermaron su salud, además de que nunca se atacó el problema real.

La fibromialgia es una enfermedad poco conocida y las personas que la padecen refieren dolor en cualquier lugar del cuerpo, fatiga crónica que no se repara con el descanso, dolor de cabeza, alergias, colon irritable, problemas de concentración y trastornos mentales.

“Es de no creerse que la institución de salud de la cual fui derechohabiente nunca supo el padecimiento que yo tenía y tampoco nunca me incapacitó, por el contrario, me obligó a renunciar, al no seguirme dando incapacidades, ahora soy pensionada por discapacidad psicosocial permanente en la Secretaría del Bienestar, me quedé sin dientes, sin vista, sin cabello, sin trabajo y sin vida; mis hijos fueron víctimas de acoso en la escuela por tener una madre psiquiátrica, todo por un mal diagnóstico y falta de empatía de los médicos”.

Refiere que los síntomas que la llevaron a urgencias la primera vez fueron pérdida de peso, ansiedad, cansancio y dolor del cuerpo; en consulta la médico psiquiatra que la atendió la acusó de mentir y fingir sus dolores por lo cual le aplicó un medicamento controlado para calmarla, “ahí comenzó todo” menciona.

Menciona que es muy común que los médicos con poca experiencia confundan síntomas, ella ahora sabe que su diagnóstico es hipetiroidismo, sin embargo, este fue confundido con fibromialgia y durante los siguientes 10 años tuvo al menos una docena de valoraciones diferentes mientras le suministraban pastillas e inyecciones de medicamentos controlados que terminaron por generar una dependencia.

Su hospitalización se realizó a base de sedantes por vía intravenosa “como eres un paciente psiquiátrico el personal no te dan la atención adecuada”; afirma que el estigma del paciente psiquiátrico provoca que el personal sea apático “yo les decía siento que me estoy muriendo y me respondían que no tenía nada” aun cuando no alcanzaba a respirar y su frecuencia cardíaca era acelerada.

Desde su experiencia cuenta que el paciente diagnosticado como psiquiátrico pierde toda credibilidad y por ello se convierten en las principales víctimas de violación de derechos humanos.

Fue internada durante cinco días, relata que en una ocasión personal de la institución llegó con una almohada en el plexo y vendas para atarla, al momento de preguntarles sobre por qué lo harían se le respondió “es que eres una paciente psiquiátrica” para ella fue una nueva realidad entender el significado de ser catalogada así, pues ella nunca había sido violenta, ya que siempre permanencia sedada con Rivotril.

Era el 7 de junio de 2013 y le dijo al doctor “no me quiero morir este día porque es el cumpleaños de mi hijo” le aplicaron nuevamente calmantes y uno de los intendentes fue a su cama y le dijo “a ver a qué horas te vas a dormir” comentario que la atemorizó y le hizo pasar la noche en el baño, al día siguiente solicitó cambio de psiquiatra y acudió a atenderla otro médico.

Luego de esta primera experiencia expone que ella no tenía ganas de vivir a pesar de que continuaba trabajando como capturista en una institución educativa a pesar de su condición y de las crisis de pánico recurrentes que sufría, sus incapacidades contienen diversos diagnósticos “nunca supo el ISSSTE lo yo que tenía, les exigí que ya no me trataran de loca, les explique a los doctores una y otra vez lo que sentía, mis síntomas y ellos solo me drogaban”.

La dosis recetada del medicamento Rivotril llegó a ser de 14 miligramos diarios cuando la dosis inicial en adultos no debe superar los 1,5 miligramos por día, divididos en tres tomas, esta dosis se puede aumentar en 0,5 miligramos cada 3 días y la dosis de mantenimiento debe ajustarse para cada paciente y suele ser suficiente con una dosis de mantenimiento de 3 a 6 miligramos diarios, pero solo le decían que con el medicamento se iba a sentir bien, a pesar de que su desarrollo en el trabajo era relativamente normal seguía adelgazando y con las crisis de pánico continuaban por lo cual acudió nuevamente al médico el cual le cambió el medicamento a Haldol, medicamento utilizado para tratar pacientes con esquizofrenia.

SIN GANAS DE VIVIR

Jessica recuerda con tristeza que ella no tenía deseos de vivir y que no podía pasar la comida por su garganta debido a un bocio, que es un crecimiento irregular de la glándula tiroides, que crecía hacia adentro de su garganta y 6 nódulos que no habían sido diagnosticados y mucho menos tratados, para poder ingerir las pastillas tenía que molerlas en una cuchara y diluirlas en agua llegó a pesar 48 kilos “yo les decía a los doctores siento que me oprimen la garganta y en lugar de examinarme me inyectaban más tranquilizantes”.

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Luego de realizarse estudios externos estos fueron enviados a Hermosillo, Sonora con el médico internista Luis Ramón León, quien le dijo “tienen que venir de inmediato tienes una semana de vida” le diagnosticó hipertiroidismo y le explicó que muchos médicos con poca experiencia confunden los síntomas los cuales no eran de enfermedad mental, sino de la glándula tiroides.

Luego del diagnóstico correcto fue atendida con medicina nuclear que destruyó 6 nódulos que le impedía ingerir alimentos, pero ya era existía una dependencia a los medicamentos que seguía consumiendo por prescripción médica lo que más adelante la llevó a tres intentos de suicidio, haber pasado por una muerte clínica y a perder su trabajo debido a crisis de pánico.

El área salud mental de la SSA le recomendó al psiquiatra militar José Ramón Torres, quien a lo largo de dos años le fue reduciendo el medicamento y retirando el consumo de fármacos controlados, y mediante la aplicación de terapia cognitiva ha logrado casi al 100% la recuperación.

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